La Ley Celaá acaba hoy su trámite en el Congreso de los Diputados. Después de debatirla esta mañana, el pleno ha aprobado esta tarde el dictamen que ha salido de la Comisión de Educación, con las enmiendas incorporadas. Entre estas está la de ERC pactada con el Gobierno, que elimina la referencia al castellano como lengua vehicular, con el terremoto político que ha provocado en Madrid. Ahora la norma pasa al Senado, que también la podrá enmendar. No obstante, las mayorías en la cámara alta son las mismas. La derecha ha convertido el hemiciclo en un show con gritos de "libertad, libertad". El espectáculo también se ha trasladado a las afueras del Congreso, donde el PP ha montado una carpa para recoger firmas en contra.

El pleno ha dado hoy su visto bueno. Lo ha hecho con 178 votos a favor, 147 en contra y 17 abstenciones. De forma ajustada, porque las leyes orgánicas requieren de mayoría absoluta (176). La han apoyado, entre otros, del PSOE, Unidas Podemos, ERC o el PNV. Han votado en contra los habituales: PP, Vox y Ciudadanos. Estos tres ya han avisado de que la llevarán al Tribunal Constitucional. Por su parte, Junts, el PDeCAT y la CUP se han abstenido, considerando que la nueva ley no "blinda" la inmersión como asegura ERC y tiene muchas carencias, a pesar de ser un avance respecto de la Ley Wert hoy vigente. EH Bildu también se ha abstenido.

Gritos de "libertad"

El debate, como era previsible, ha estado marcado por los reproches entre los escaños de la derecha y los del Gobierno y sus aliados. Ha acabado con todos los diputados de pie, unos aplaudiendo la norma aprobada —entre ellos la ministra Isabel Celaá— y los de la derecha protagonizando un show gritando "libertad, libertad" y golpeando los escaños.

La ley de la ministra Isabel Celaá, que quiere sustituir la Ley Wert, abría la puerta a la vehicularidad del castellano en Catalunya. El texto original, salido del Consejo de Ministros, establecía que "las administraciones educativas garantizarán el derecho de los alumnos a recibir enseñanzas en castellano, lengua oficial del Estado, y en las demás lenguas cooficiales en sus respectivos territorios". Y añadía: "El castellano y las lenguas cooficiales tienen la consideración de lenguas vehiculares, de acuerdo con la normativa aplicable".

La enmienda de ERC tenía como objetivo "blindar" el sistema de inmersión catalán. Se elimina la referencia a las lenguas vehiculares. Y el redactado queda de la siguiente manera: "Las administraciones educativas garantizarán el derecho de los alumnos a recibir enseñanzas en castellano, lengua oficial del Estado y en las demás lenguas cooficiales en sus respectivos territorios, de conformidad con la Constitución española, los Estatutos de autonomía y la normativa aplicable". 

Justamente esta enmienda ha marcado el debate político de los últimos días y semanas, con una derecha que ha saltado a la palestra. Pero también lo han hecho dirigentes históricos del PSOE, como el exvicepresidente español Alfonso Guerra, que lo ha comparado con la persecución lingüística del franquismo.

La ministra de Educación ha dicho estar "muy feliz" porque la nueva norma "sitúa la equidad en el centro del sistema" y hace que "todos los alumnos tengan las mismas posibilidades". Isabel Celaá ha dejado claro que la ley "no elimina el castellano", que está "absolutamente garantizado" como dicen la Constitución y los estatutos.

Visiones diferentes dentro del independentismo

Como era previsible, ERC ha aplaudido la nueva ley aprobada, que gracias a su enmienda "blinda la inmersión lingüística en Catalunya" y eso "es más que un triunfo". La diputada Montse Bassa se ha dirigido a JxCat y la CUP: "Si tienen dudas sobre el blindaje de la inmersión, miren la indignación de toda la derecha". Pero Sergi Miquel, del PDeCAT, no lo ve así: no blinda el catalán como lengua vehicular. Él se ha dirigido a la derecha: "Pueden estar muy tranquilos porque será el Ministerio quien deberá garantizar que se enseña castellano en Catalunya", porque "el artículo es interpretable". La CUP tampoco ve este blindaje. Albert Botran ha defendido que la inmersión es "una de las pocas herramientas eficaces para poder resistir a los privilegios del castellano en todo el resto de ámbitos".