La celebración de Sant Jordi, patrón de Catalunya, empieza cada año en el palau de la Generalitat. Aquí se pone de buena mañana en marcha la agenda oficial y festiva de la jornada, con la misa presidida por el president de la Generalitat y oficiada por el arzobispo de Barcelona, la posterior bendición de las rosas, y el paseo por las paradas que se instalan en el patio de carruajes. Así era, al menos, cada año. No obstante, el próximo lunes el Palau se prepara para un Sant Jordi bien diferente, con el president, Carles Puigdemont, en el exilio, sin Govern, y con una celebración reducida a la mínima expresión, prácticamente en silencio.

Aunque el programa de actos oficial todavía no se ha cerrado, desde Presidencia se ha contactado con el arzobispado para anular la misa y la bendición de las rosas. De hecho, la voluntad es desconvocar prácticamente todos los acontecimientos que tienen lugar en el Palau cada 23 de abril, dado que se trata de actos encabezados por el president. Hacer lo contrario podría provocar un auténtico descalabro desde el punto de vista protocolario y una tensión institucional que se ha intentado evitar desde que el 155 suspendió el autogobierno.

La intención, eso sí, es que se mantenga la jornada de puertas abiertas para poder visitar el Palau. Esta propuesta se puede convertir en una cita peculiar este año dado que la puerta de la plaza Sant Jaume, que habitualmente siempre ha estado abierta durante el día, está blindada con vallas desde que el president, Carles Puigdemont, se marchó al exilio. También se mantendrá el habitual libro de firmas para que la gente que acuda pueda dejar sus mensajes, y una pequeña presencia de los Mossos de gala. Poco más.

Evidentemente, también será imposible el tradicional discurso del president desde la galería gótica, una intervención breve pero siempre con carga política. El año pasado Puigdemont aprovechó esta intervención para referir-se, sin citarla, a la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría como representante de los "herederos políticos de aquellos que persiguieron la cultura catalana durante décadas".

El año anterior, el president emplazó a "hacernos oír y respetar ante los dragones feroces -que hay y muchos- que nos quieren atenazar".

La celebración del día de Sant Jordi en el Palau de la plaza Sant Jaume tiene una larga tradición que tuvo continuidad incluso cuando el edificio se convirtió en sede de la Diputación de Barcelona. No obstante, con el retorno de Josep Tarradellas el president de la Generalitat asumió el protagonismo de los actos institucionales, Jordi Pujol añadió a estos actos un concurrido desayuno con chocolate a la taza en el pati dels tarongers. Pasqual Maragall transformó el desayuno en una recepción en el palacio de Pedralbes a la cual José Montilla dio continuidad. Con los recortes provocados por la crisis económica, Artur Mas redujo el Sant Jordi de nuevo a la misa, la bendición de las rosas y los actos institucionales en la sede del Govern.

En cualquier caso, en ningún momento la fiesta ha estado ausente del Palau lo cual no es de extrañar si se tiene en cuenta que Sant Jordi aparece por todos los rincones del edificio. A Sant Jordi está dedicada la capilla gótica que alberga, pero también da nombre en el salón más noble del edificio, el espacio que se reserva a las grandes citas, incluidas las tomas de posesión de presidents y Governs; corona la famosa fuente del patio dels tarongers; hace guardia en diferentes puntos de la galería gótica, incluida la entrada en el Salón Montserrat que precede al acceso al despacho del president; la imagen de Sant Jordi rindiendo al dragón aparece en innumerables pinturas, grabados y esculturas en todo tipo de estilos, tamaños y materiales. Es, en definitiva, la imagen, espada en alto, que se preside el balcón de la plaza Sant Jaume y que caracteriza la fachada del edificio.

Sant Jordi es todo un símbolo en Catalunya y en el palau de la Generalitat. Y el silencio oficial en la sede del Govern en la celebración del próximo lunes se puede acabar convirtiendo en uno de los mensajes más contundentes de la jornada.