Raül Romeva explica que en la prisión de Lledoners, el monitor que hace de árbitro en los partidos de fútbol o baloncesto a veces silba "mal expresamente" para que los internos asuman el rol de la autoridad. Desde el locutorio 1 de la prisión, vestido con un chándal del Club Natació Sabadell, el que fue conseller de Exteriores el otoño del 2017 dice que hay que entender que las cosas no son como tendrían que ser y que, a menudo, con tener la razón no es suficiente. "No es popular, ya lo sé, pero alguien lo tiene que decir", dice Romeva. "¿De qué sirve, tener la razón, si no te la dan? Nuestra única fuerza es la gente. Hay que ser muchos más", defiende al exconseller. "Hay que ajustar las expectativas a la realidad", afirma.

"Somos suficientes para hacer lo que hemos hecho hasta ahora, pero no ha sido suficiente, es evidente. Llevo 700 días en la prisión. Si hubiera sido suficiente, no estaríamos hablando a través de este puto cristal", afirma, recordando los días de octubre y en noviembre del 2017. En la misma línea, Romeva ve positiva la mesa de diálogo entre el Govern y el ejecutivo de Pedro Sánchez, como un "paso necesario, pero no suficiente".

"La mesa de diálogo es una herramienta, pero puede ir bien o mal", dice el exconseller. Según él, fue una "señal de confianza, credibilidad y buenas intenciones" que no hubiera filtraciones durante la negociación entre el PSOE y ERC. "Se tiene que intentar. Si no va bien, lo habremos intentado y tendremos más argumentos para probar otras cosas", destaca.

La lección del 2017

El que fue el encargado de la política exterior del gobierno de Carles Puigdemont, ahora hace de dinamizador en el polideportivo de Lledoners y termina una tesis doctoral sobre deporte y reinserción. Cuando hace balance de su etapa en el Govern, Romeva dice que "haría muchas cosas diferente". Sin embargo, rechaza hablar de errores, porque "estigmatiza, paraliza y desmoraliza". "Hablar de aprendizaje permite corregir, motivarse y seguir avanzando", afirma.

"Lo intentamos", recuerda Romeva, concediendo, sin embargo, que no salieron adelante. "Es muy difícil hacer 'jogo bonito' cuando el otro te está rompiendo las piernas", admite, siguiendo con las metáforas deportivas. Romeva defiende que se está haciendo mucha "autocrítica" dentro del independentismo, pero echa de menos entre los defensores de los posicionamientos unionistas y federalistas.

"Nadie ha pedido perdón, o ha hecho autocrítica por habernos lanzado al independentismo", critica Romeva al recordar que él había sido un firme defensor de la opción de una España "federal, diversa y republicana". "Nos han fallado, a los que defendíamos una España diferente," añade desde la prisión.

"Autocrítica nuestra toda, pero sólo será útil si la hacemos todos. Si no, lo que se pide al otro es sumisión, humillación. La autocrítica tiene sentido cuando es colectiva", afirma. Y en este sentido, considera la mesa de diálogo como un instrumento necesario, y apuesta también por contribuir a "cambiar el relato público", especialmente entre los que han "deshumanizado" a los independentistas para justificar la prisión.

Al valorar la situación actual dentro del independentismo, Romeva dice que entiende que "una parte de la sociedad tiene prisa" pero pide paciencia. "Hay que ajustar las expectativas a la realidad. Generar expectativas demasiado altas genera una frustración muy grande, y es un gran peligro, porque desmoraliza", afirma.

"Salir adelante o no, no depende de tener la razón, sino de si se cuenta con bastante fuerza por hacer viable un determinado proyecto. A veces miramos demasiado hacia afuera, y quizás tendríamos que mirar más hacia adentro", expone Romeva. "Nos atascamos en debates pequeños, en dificultades menores. Nos atascamos mirando el dedo, y nos perdemos la luna", dice, gesticulando a través del cristal de Lledoners.

Las discrepancias JxCat-ERC

"La idea de que nos peleemos desanima a la gente", admite Romeva, que rechaza "alimentar" las tensiones entre JxCat y ERC. "Tenemos que bajar, todos juntos, la tensión, y alimentar cosas anecdóticas", añade el exconseller, que a pesar de todo cree que el debate sobre la hoja de ruta que tiene que seguir el independentismo está tan vivo en la calle como en los partidos.

"No pasa nada por tener visiones diversas, eso es lo que es la unidad estratégica, para mí", defensa, admitiendo que tarde o temprano habrá que ver en las urnas "qué apoyo tiene cada uno" de los proyectos.

Eso sí, Romeva envía un aviso: "No vale quejarnos de que nos estamos todo el día discutiendo mientras lo vamos alimentando". "Tendríamos que administrar los gestos de confrontación y las decisiones con sentido de oportunidad y de proporcionalidad", añade. A pesar de eso, el exconseller cree que las discrepancias entre JxCat y ERC son "totalmente compatibles con gobernar".

"La verdad es revolucionaria, digámonos la verdad", aboga Romeva, parafraseando Gramsci. "Que no nos guste no quiere decir que no lo tengamos que decir, escuchar y asumir. Tenemos que intentar ser coherentes", insiste. "Hacer política ahora es muy complicado, tiene mucho mérito. No es fácil ser Torrent. No es fácil ser Torra", dice, pocos días después de la polémica entre el presidente del Parlament y el jefe del ejecutivo.

La visión internacional

Romeva es crítico con la Unión Europea desde Lledoners, como recuerda que lo era, también, desde su escaño en el Parlamento Europeo. "Quizás en algunos discursos públicos se peca de ingenuidad, y no lo podemos ser, de ingenuos. Ejemplos de cosas que no puede permitir Europa hay tantos como quieras", responde a la pregunta de si muchos independentistas que confiaban se decepcionaron con la UE a raíz de su encarcelamiento.

"Las instituciones europeas se inhiben constantemente", destaca, recordando que "tuvieron que morir 200.000 personas en Bosnia para que levantaran un dedo, y mueren miles y miles de personas en el Mediterráneo sin que la UE dé una respuesta conjunta y coherente".

Romeva admite que nunca esperó un reconocimiento de la independencia al día siguiente de la DUI. "El reconocimiento es la última etapa", afirma, diciendo que "llega cuando ya no hay más remedio". Según Romeva, el procés independentista "es irreversible" pero hace falta que también lo crean una mayoría de ciudadanos para que lo asuma la comunidad internacional.

De Europa, Romeva destaca las victorias jurídicas. "Oriol ya ha ganado la batalla", asegura, afirmando también que confían en que el Tribunal de los Derechos Humanos en Estrasburgo acabe tumbando la sentencia que ha condenado a los líderes independentistas apenas de entre 13 y 9 años de prisión.

"Será de aquí un tiempo, y ya habremos pasado unos cuantos años en la prisión, que era su objetivo. Ellos no han querido hacer justicia, sino hacer como si hicieran justicia para encarcelarnos y condenarnos. Lo saben ellos y lo sabemos nosotros, y lo sabe todo el mundo", concluye.