La lucha entre PSOE y Podemos por liderar la oposición amenaza con complicarle la legislatura a Mariano Rajoy en su objetivo de alcanzar la estabilidad política. Los socialistas temen que la abstención en la segunda vuelta de la investidura de Rajoy este sábado alimente la pujanza de la formación morada como primer partido de la izquierda. De ese modo, el PSOE buscará extremar el papel de opositor y avisa de que votará 'no' a toda ley que no comparta. A su vez, Podemos intensificará la lucha en la calle y podría volar sutilmente los puentes con Ferraz en el Congreso para empujarles a los brazos populares.

Tras la investidura de Rajoy como presidente, Moncloa intentará que los socialistas mantengan su apoyo adornándolo bajo el discurso de la responsabilidad y la patria. La vicepresidenta en funciones, Soraya Sáenz de Santamaría, advirtió durante el último Consejo de Ministros que quién aspire a ser la oposición de facto, no será quien vete y bloquee más las propuestas del gobierno. Para el incipiente ejecutivo, oposición será quien llegue a acuerdos, criticando, pero "más importante", ofreciendo alternativas. "Si no, su tarea también queda mermada", advirtió Santamaría.

La cuestión es que el PSOE lucha para no descabalgar de la oposición y amenaza con cerrarse a acuerdos que afecten a su imagen. El portavoz Antonio Hernando advirtió al PP de que no aprobarán los presupuestos del 2017 si son los mismos que "desde hace cuatro años". Sin embargo, fuentes de la antigua dirección pedrista aventuran que Podemos tampoco colaborará en impulsar leyes alternativas, pues les "interesa" empujar a los socialistas al acuerdo con el PP. Incluso, reconocen la dificultad en "gobernar desde el Congreso" porque cuando se está en el gobierno, "tienes mucho poder", argumentan estas.

Así las cosas, el ejecutivo tendrá que trabajar desde el simbolismo táctico. Por una parte, tendrán que permitir las escenificaciones de rechazo del PSOE y que se cuelguen la medalla de haber corregido algunos "daños" de sus leyes, como dicen estos. Y por otra parte, tendrán que hacer guiños a Ferraz como el de dejar sin efecto las reválidas. El gesto de Rajoy este jueves viene a ser parte del "nuevo ciclo político" como comentan fuentes gubernamentales consultadas. Como contrapartida, Moncloa querrá "diálogo y responsabilidad" para los próximos cuatro años.

"Radicales" y constitucionalistas

El PP ya rechaza la idea de Podemos como alternativa, el intento de persuadir al PSOE. Por ejemplo, durante la primera vuelta de investidura, Rajoy denunció ante el secretario general de la formación morada, Pablo Iglesias, que éste no había aportado "ni una sola idea" a lo largo del debate. Incluso, fuentes del ejecutivo popular aseguran que a los podemitas "todavía les queda mucha mili" para hacer de oposición. De hecho, el presidente en funciones trata a Iglesias a menudo con un tono paternal, como las múltiples alusiones a Twitter que Rajoy usó para burlarse del podemita.

La estrategia popular de desacreditar la formación morada se remonta a la campaña electoral. Entonces, Rajoy lo tachó de forma velada de "radical, extremista, populista". Precisamente, fuentes del ejecutivo en funciones reprobaron en una conversación con el El Nacional la actitud de Iglesias durante la disputa protagonizada con la presidenta del Congreso, Ana Pastor. "Son tics autoritarios" dicen, sobre una frase que dijo el podemita en la sesión: "Yo recomiendo a las señorías del PP que cuando pronuncie en este hemiciclo la palabra delincuentes, se callen".

La libertad de expresión es un derecho constitucional que supone un ataque habitual del PP. Según las fuentes, acallar a la cámara sería incluso peor que usar la palabra 'delincuentes'. "En un parlamento eso es grave, es retórica que no consigue su finalidad, que es convencer," denuncian. Igualmente lamentó Rajoy el "ataque" a la libertad de expresión cuando se produjo el escarnio universitario contra el expresidente Felipe González con consignas podemitas. Menos críticos fueron con la manifestación convocada para rodear el Congreso este sábado, donde Podemos irá a saludar a los asistentes.

Partido de Gobierno o de representación

El sentido de Estado de Ferraz será apelado por el PP en más de una ocasión en la legislatura que vendrá. El Nacional preguntó a Rajoy –el día que aceptó someterse a la investidura– sobre si temía la pujanza de Podemos. Eso, ante un PSOE dividido y que dejará pasar a la principal fuerza de derechas, en un pacto con Ciudadanos. Rajoy dijo entonces que alguien "no puede aspirar a ser lo que no es, y el PSOE siempre ha sido un partido socialdemócrata" y que todo dependería de cómo actúen en adelante. Es decir, una crítica velada a la línea de Pedro Sánchez.

De hecho, ya el propio presidente de la gestora socialista, Javier Fernández, afirmó que el PSOE se estaba "podemizando" por el hecho de querer someter a las bases cualquier decisión. La cuestión es que no pocas voces críticas han visto en Ferraz el miedo a ser adelantado por la formación morada. Y eso, dicen, habría llevado a Sánchez a no dar aire al PP. Así las cosas, Podemos quiere compaginar el ámbito institucional con la calle, llevando al PSOE a escoger –nuevamente– entre la disyuntiva de si quiere ser oposición de Gobierno, como dice Rajoy; o representante de la gente, como le tienta Iglesias.