Mariano Rajoy ha aceptado a medias el encargo del rey Felipe VI para formar gobierno. El presidente en funciones afirma que lo intentará, pero no aclara si se presentaría a la investidura, en caso de que no alcanzara los apoyos para superarla. La decisión ha sido tomada en un momento en que nada ha cambiado en su horizonte político: PSOE y Podemos votarán 'no' y Ciudadanos se mantiene en la abstención. De ese modo, la propia presidenta del Congreso, Ana Pastor, no sabe tampoco si podrá fijar fecha para la ceremonia, mientras la oposición denuncia la ambigüedad de "inconstitucional".

El portavoz del PSOE en el parlamento español, Antonio Hernando, exige a Rajoy que vaya a la investidura. El artículo 99.2 de la Constitución obliga a la votación de la cámara una vez se asume el mandato del Rey. El reglamento habla de una convocatoria automática por parte de la presidenta del Congreso, pero el PP afirma que hay supuestos legales que avalan la decisión de su cabeza de lista. Sin embargo, la única persona que puede poner fecha al Pleno de investidura es Pastor, quien tampoco garantiza que haya ceremonia.

Rajoy abrirá a partir de ahora una nueva ronda de contactos en un plazo de tiempo "razonable y limitado" para avenirse al entendimiento con las fuerzas constitucionalistas, PSOE y C 's. La duración de este período se supeditará a la elaboración de los Presupuestos Generales, que deberían estar listos a finales de septiembre, entre el 23 y el 30. Eso colocaría la ceremonia –máximo– en la última semana de agosto: 23, 24 y 25, de modo que se pudieran tramitar y aprobar el techo de déficit que pide la Unión Europea.

En este periplo, los populares tendrán que luchar para conseguir el 'Sí' de Ciudadanos. Con 169 diputados, o incluso 170, junto a Coalición Canaria, los socialistas tendrían difícil negarse a la abstención. Pedro Sánchez no ha cerrado la puerta a esa posibilidad, que colea por el tablero de la ingobernabilidad española como desatascador posible. Costaría que se llegase a tal punto: C 's se ha reafirmado en el 'no' a Rajoy y exige "un nuevo presidente", después de que el PP haya sido procesado por la destrucción de los ordenadores del caso Bárcenas.

Albert Rivera y Pedro Sánchez juegan su batalla particular, sin dejar de lado el temor a unas terceras elecciones. El primero quiere que el PSOE se abstenga como ellos, para que Rajoy gobierne en minoría y asumir juntos un posible desgaste. El gallego aceptaría un ejecutivo en solitario con acuerdos para que no caiga el gobierno en pocos meses. Pero Sánchez no quiere ni oír hablar de facilitar la gobernabilidad a su rival histórico y quieren mantenerse en la oposición "responsable" de un gobierno que todavía no existe.

La falta de alternativas posibles

Si Rajoy no hubiese aceptado el mandato del monarca, la situación amenazaba con dejar la investidura en el limbo. Durante los días anteriores, fuentes de Génova habían asegurado que no tendría sentido recibir esa confianza, sin avales. Es decir, que intentar formar gobierno no es el escenario más deseado por los populares, pues querían más tiempo para ello. Pero en caso contrario, Felipe VI habría cerrado la ronda de consultas este jueves sin candidato claro para nombrar. Ello hubiera conllevado otra ronda, o la apertura de un periodo de reflexión por parte del Rey.

No está claro si Sánchez podría haber asumido entonces el encargo de la investidura. Tampoco está claro que un gobierno alternativo a Rajoy o al PP realmente exista. El PDC y el PNV se habían manifestado este miércoles a favor de que el socialista lo intentara, si el gallego declinaba. El líder del PSOE no ha descartado en ningún momento que pueda presentarse. Ahora bien, la votación sobre las conclusiones de la comisión del Proceso Constituyente en el Parlament ha alejado vías alternativas con Podemos y acerca a los "constitucionalistas".

Uno de los motivos expresados por Rajoy a la hora de aceptar el encargo del monarca –condicionalmente– es la necesidad de un gobierno para preservar la unidad del Estado. "Este es uno de los desafíos más graves que ha vivido España" indicó el líder sobre la votación catalana. El propio Rivera propuso al Rey la gran coalición de PP-PSOE-C 's –sin el gallego– como una forma de hacer frente a la cuestión y dar estabilidad política.

Por su parte, Iglesias cree que ahora es "más difícil" llegar a un acuerdo que les incluya a ellos, el PSOE, ERC y PDC, ya que los podemitas defienden el referéndum pactado y Sánchez rechaza el proceso. Podemos también descarta otras opciones, como que los socialistas lideren un gobierno apoyado desde el Congreso por C's y ellos. Con 85 diputados, Iglesias cree que conllevaría inestabilidad. Finalmente, la opción de un ejecutivo entre "las fuerzas del cambio", ya quedó descartada durante cuatro meses de negociaciones para la investidura fallida de Sánchez.

Así las cosas, la pirueta de Rajoy podría tener un paracaídas doble que le garantice el éxito: la presión económica por tener que prorrogar el presupuesto del Estado, y la falta de alternativas, más allá de la facilidad del presidente interino para forjar aliados.