El presidente de Ciudadanos Albert Rivera sorprendía con una pregunta durante la sesión de control en el Congreso sobre la posibilidad de que se produjera una injerencia extranjera en las elecciones del 21-D para beneficiar a los partidos independentistas, asegurando que "todos los nacionalistas antieuropeos" trabajarían para que estas "no se celebren con garantías y libertad". Pero Mariano Rajoy se revolvía pidiendo calma, ya que los comicios tendrían lugar con "normalidad y tranquilidad", y se podría votar "en plena libertad" porque tendrían el amparo y resortes del Estado y la Constitución.

"Confíe usted en la legalidad española, que está dotada de instrumentos suficientes para que las cosas funcionen democráticamente y la gente pueda votar con plena libertad," le ha contestado Rajoy, indicado que el Gobierno no anticiparía las medidas para prevenir hackeos antes de tomarlas. No satisfecho, Rivera ha afirmado que "los enemigos de Europa y los enemigos de España, que son los mismos, no descansan" y "los nacionalistas se vanaglorian de tener amistades peligrosas", ha afirmado, insistiendo en la necesidad en impedir que se manipule la voluntad de los catalanes el 21-D.

Rajoy, si bien, ha indicado que "ningún país de la Unión Europea ni del mundo ha dado apoyo a los independentistas" y que en Catalunya los servicios públicos funcionaban correctamente y los empleados públicos cumplían su función "con profesionalidad", después de la aplicación del 155 de la Constitución. De esa manera, esperaba que el 21-D sirviera para "abrir una nueva etapa de tranquilidad" en la comunidad, tal que si "las cosas salen bien" –en alusión al resultado de los comicios– la economía catalana podría seguir creciendo a un ritmo del 3% del PIB regional.