"Le hemos enviado un mensaje argumentado [al Rey], cargado de legitimidad de lo que representamos, no se puede hacer el sordo. Eso determinará qué actitud hemos de tener". El president Carles Puigdemont ha valorado en una entrevista en El Nacional, de la cual avanzamos este fragmento, la carta que el president, Quim Torra, el expresident Artur Mas y él mismo han enviado al rey Felipe VI como previa a la visita del monarca este viernes a Tarragona, la primera a Catalunya desde que Torra tomó posesión y a la cual el jefe del ejecutivo catalán todavía no ha confirmado la asistencia. "Institucionalmente, el Rey no es bienvenido en Catalunya", asegura Puigdemont.

El Rey tiene que decidir si quiere seguir siendo una pared donde no se reconocen la mayoría de los catalanes o una monarquía parlamentaria europea

Este viernes el Rey estará en Tarragona con Pedro Sánchez, en su primera visita a Catalunya desde que Quim Torra es president de la Generalitat. Ha habido mucho debate sobre si el president tiene que ir o no al acto encabezado por el Rey y el Govern ha hecho pública una carta firmada por los tres presidents dirigida al monarca. ¿Es una última oportunidad para el diálogo?
De entrada, ya es gordo que le tengamos que recordar al jefe de estado que su deber es ser jefe de estado de todos, los que le caen bien y los que no le caemos bien. Si no, no es el jefe de estado constitucional y, por lo tanto, su figura entra en una crisis constitucional clarísima. Pero se lo tenemos que recordar. No ha actuado, no se ha comportado como jefe de estado de todos los ciudadanos del Estado español. En segundo lugar, ha descuidado un papel que se ha echado mucho de menos durante muchos años ―especialmente desde el 3 de octubre con su inefable discurso―, que es el papel de moderación y arbitraje ante conflictos que son constitucionales, que son políticos, que no son penales. Si no, ¿su figura de qué sirve? Le recordamos eso. Y le recordamos que si no se incentiva el diálogo, si no se ponen las condiciones para la resolución política de un conflicto político, volveremos a estar allí mismo. Y el Rey tiene que escoger qué quiere ser, si quiere seguir siendo una pared en la cual no se reconozcan una inmensa mayoría de los catalanes, tal como dicen las encuestas, sean partidarios de la independencia o no, o si quiere actuar, como lo que se tendría que suponer que tendría que hacer, como una monarquía parlamentaria europea.

¿Cuál tiene que ser su respuesta, qué gesto esperan?
Él sabrá lo que tiene que hacer. No nos toca a nosotros decir qué tiene que hacer. A nosotros nos toca enviarle esta carta con una legitimidad de las mayorías que nos han avalado, al president Mas, al president Torra y a mí. Por lo tanto, nada despreciable, nada negligible. Y haría bien en escuchar.

¿Cree que escuchará?
No estoy en la piel de la Casa Real. Es evidente que el 3 de octubre no escuchó. Hay una tradición de no escuchar. Nunca es tarde para nada. Si empezara por escuchar, que creo que hasta ahora no es inconstitucional, daría una señal clara de que ha entendido el mensaje que le envía la sociedad catalana al Estado español: primero, que las cosas no pueden continuar, en ningún caso, de esta manera; segundo, que nosotros queremos decidir nuestro futuro; tercero, que nuestro futuro lo queremos decidir votando todos; y cuarto, que nosotros tenemos derecho a la autodeterminación porque somos una nación. Y, por lo tanto, tenemos un derecho no sólo reconocido por Naciones Unidas sino suscrito por el Reino de España.

La figura del jefe de estado se ha ido encastillando y empequeñeciendo

El president Torra en una posdata de la carta le pide una reunión este viernes. ¿Podría ser un primer gesto?
Hasta ahora ha ido perdiendo la oportunidad de hacer gestos. Matizar el discurso del 3-O, dirigirse a una parte muy significativa de Catalunya, que ya no se siente española, que es abiertamente republicana, ha perdido todas las oportunidades que ha tenido. Se ha ido encastillando y empequeñeciendo la figura del jefe de estado. Tiene oportunidades, sí, este viernes tiene una clarísima. Pero nuestra responsabilidad es enviar este mensaje, estar, como ha dicho el president Torra, a disposición del momento en que quiera hablar, porque es bastante insólito que no se haya hablado de ello hasta ahora, que el jefe de estado no haya tenido el más mínimo interés en saber qué opina esta parte de sus supuestos ciudadanos, del conflicto que tenemos.

Tenemos claro que con el Rey del 3-O no vamos a ningún sitio, que no queremos al Rey del 3-O y de momento tenemos el Rey del 3-O

Torra no ha dicho si irá o no al acto del viernes, pero de la carta podemos deducir que irá...
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¿No?
La carta es muy explícita. ¿El Rey del 3-O es el que inaugurará los Juegos del Mediterráneo o es otro Rey? Creo que merecemos saberlo. Porque todos tenemos claro en Catalunya, no sólo independentistas, la inmensa mayoría de demócratas catalanes, estén o no a favor de la independencia de Catalunya, tenemos claro que con el Rey del 3-O no vamos a ningún sitio, que no queremos al Rey del 3-O y de momento tenemos al Rey del 3-O y ahora tiene una oportunidad para aclarar exactamente qué Rey viene a inaugurar en Tarragona, el Rey que dijo el a por ellos, el que avaló la violencia y la represión, el que habló sólo a una parte de los ciudadanos, o el que se comporta como el jefe de Estado de una monarquía parlamentaria europea. No lo sabemos.

¿Por lo tanto, en función de cuál se presentará se sabrá si el president tiene que ir o no?
El president Torra decidirá y decidirá bien.

¿Qué le ha aconsejado?
No le aconsejo estas cosas. Al president Torra no le hacen falta mis consejos en este caso para tomar una decisión. Hablamos de muchas cosas, naturalmente, pero la decisión que tome, que la tiene muy meditada como se desprende de la carta, será para mí la válida.

¿En caso de que finalmente se reúnan, este tendría que ser el mensaje de Torra, una última oportunidad de intentar reconducir la situación?
El Rey tiene una función arbitral y moderadora, no tiene que negociar contenido político de nada, pero, como jefe de Estado, si quiere ser jefe de Estado de todos, tiene la obligación de escuchar, y respetar, cosa que no ha hecho hasta ahora. Que escuchara y respetara sería un salto importante en la actitud del actual jefe de Estado y probablemente también en la actitud de los Borbones en relación a Catalunya. Veremos, no podemos ser seguramente muy optimistas sobre esta rectificación necesaria de la monarquía ante Catalunya. Sin embargo, es su decisión. Ellos decidirán si quieren continuar de espaldas a Catalunya o en contra, incluso, de una mayoría importante de la población de Catalunya, que no aceptan esta represión o, por el contrario, quieren empezar a actuar como jefe de Estado de una monarquía europea.

El Rey del 3-O no nos gusta a los catalanes

En caso de que el president acompañe al Rey en Tarragona, ¿la gente entenderá que se siente al lado del Rey que hizo aquel discurso después de las cargas del 1-O? En el otro plato de la balanza, si no va, ¿temen que parezca que cede la representación del país al Rey y al presidente del gobierno español? 
Dependerá mucho de la respuesta de la Casa Real a esta carta. Es normal. Le enviamos un mensaje, un mensaje argumentado, cargado de legitimidad de lo que representamos, no se puede hacer el sordo. Eso determinará qué actitud tenemos que tener. Pero, en cualquier caso, la decisión que tome el president Torra me representará.

La siguiente cita que tiene el Rey es en Girona. La alcaldesa, Marta Madrenas, ha dejado claro que no quiere que se vuelvan a hacer los premios princesa de Girona en Girona el próximo año. ¿Cómo lo ve, usted que ha sido alcalde de la ciudad?
La decisión es muy correcta y muy acertada. Institucionalmente, el Rey del 3-O no puede ser bienvenido en Girona, como no lo es en Catalunya. Ya ha venido en anteriores ocasiones y ha comprobado que los reyes del 3-O no nos gustan a los catalanes. Si ha leído la encuesta del CEO, supongo que alguien le habrá explicado que ha conseguido una cosa que no ha conseguido ninguna otra institución, que un 60% de los catalanes califiquen con un cero la monarquía española. Por lo tanto, es una consecuencia lógica, democrática, ciudadana, de un jefe de Estado que actúa claramente en contra de lo que es una mayoría de la población en Girona. Por lo tanto, es normal que en el ámbito institucional el Ayuntamiento de Girona y la sociedad gerundense actúe en consecuencia con eso. No tendría que sorprender a nadie.

Qué más tienen que demostrar los hermanos Roca de servicio al país

La decisión de los hermanos Roca de ceder un espacio al monarca para la entrega de los premios ha provocado cierta respuesta en contra, como la del concejal Lluc Salellas. Usted ha salido en apoyo a los hermanos ¿Le preocupa que se produzcan estas situaciones?
Hombre sí, porque una cosa es la responsabilidad institucional y política y otra la particular y privada. Yo me siento representado por la hospitalidad de todo el mundo, en el ámbito privado me siento representado por la calidad y excelencia del Celler de Can Roca, que ayer volvió a demostrarlo en la gala de los 50 mejores restaurantes del mundo, consiguiendo la segunda posición después de estar en la tercera. Qué más tienen que demostrar los hermanos Roca de servir al país a través de lo que ellos pueden servir al país, ellos no son políticos, y no se les pide que hagan política, ellos tienen que hacerlo a través de la calidad, la excelencia, de dar valor al producto de proximidad, de explicar bien nuestros vinos, de tener un compromiso muy alto con el tercer sector y con la sociedad en general. Desde este punto de vista su establecimiento tiene las puertas abiertas a todo el mundo. Para mí, como país, es un orgullo que atraiga el interés de tantísimas personas de todo el mundo. Me sentí en la necesidad de explicar que no tenemos que confundir las cosas. Yo quiero vivir en un país donde todo el mundo es bienvenido en el terreno particular. En el restaurante, en el fútbol o en el teatro, da igual. No sólo respeto absoluto sino que me sentí en la necesidad de salir a ayudar a una gente que por otra parte, ha hecho mucho por este país.