El president en funciones, Carles Puigdemont, ha aprovechado su discurso de fin de año desde Bruselas para dejar claro al jefe del Ejecutivo español, Mariano Rajoy, que no piensa renunciar a sus reivindicaciones y para exigirle que se comporte "como la democracia europea que asegura ser" y, por lo tanto, reconozca el resultado del 21-D y negocie políticamente con el Govern.

El jefe del Ejecutivo catalán en funciones, que se encuentra exiliado en la capital belga, ha querido comparecer también este año en el tradicional discurso de Fin de Año, a pesar de la excepcionalidad de la situación. De hecho, el discurso se ha tenido que difundir a través de las redes sociales.

La intervención de Puigemont se produce al día siguiente de que Rajoy anunciara que, al amparo del poder que le otorga el artículo 155, ha decidido fijar la fecha para la constitución del nuevo Parlament para el próximo 17 de enero. Es decir, una semana antes del plazo máximo que fija el reglamento de la Cámara, con lo que ha recortado el tiempo de que dispone el president para abordar la investidura, que se tiene que convocar diez días después de la constitución del pleno. Rajoy dejó claro, además, que ve imposible que Puigdemont pueda ser president y le aconsejó que no vuelva a poner a prueba al Estado.

El jefe del Ejecutivo catalán ha aprovechado el discurso de Fin de Año para replicar a la intervención del presidente español con un mensaje claro y contundente: "Como president, exijo al Gobierno español y a los que le dan apoyo que rectifiquen lo que ya no funciona, que reparen el daño causado, y que restituyan todo lo que han destituido sin el permiso de los catalanes". "Las urnas han hablado, la democracia ha hablado, todo el mundo se ha podido expresar. A qué espera el presidente Rajoy para aceptar los resultados?", ha interrogado.

Puigdemont ha advertido que, "una vez fracasada la receta de la violencia, la represión y la liquidación del autogobierno", los ciudadanos catalanes y españoles, pero también muchos ciudadanos europeos y sus gobiernos e instituciones esperan que "empiece finalmente la era del diálogo y la negociación".

La intervención del president ha empezado refiriéndose a la circunstancias excepcionales en que se encuentra su Govern y lamentando que "hace solo un año, nadie en Catalunya ni en Europa" hubiera podido siquiera pensar que asistiríamos a la vergüenza y el escándalo de tener, hoy, presos políticos en las prisiones de un país de la UE". "Y tenemos cuatro", ha añadido recordando la situación en que se encuentran el vicepresident, Oriol Junqueras, el conseller Joaquim Forn y los responsables de la ANC y Òmnium, Jordi Sànchez y Jordi Cuixart.

Ha querido también agradecer a los catalanes la participación en las elecciones del 21 de diciembre y por haber emitido un mensaje "con tanta claridad" que ya no admite discusión. "Somos un pueblo democráticamente maduro que se ha ganado el derecho a hacerse a sí mismo como república de hombres y mujeres libres", ha asegurado.

Por esta razón, ha reprochado al Ejecutivo de Rajoy que los planes que había diseñado para reprimir las reivindicaciones de los catalanes no han salido como esperaban y le ha recordado que no solo no ha conseguido un "Govern dócil y conformista" como soñaba con las elecciones del 21-D, sino que el PP ha quedado relegado a la última posición. "¿De qué ha servido tanta represión?", se ha preguntado.

El president en funciones asegura que Catalunya no se resigna a este tipo de respuestas, que tiene derecho a disponer de las herramientas que el Estado le niega para hacer un país mejor y que la obligación de los responsables del Govern es conseguirlo.

Puigdemont ha acabado la intervención asegurando que el próximo año el discurso de Fin de Año se pronunciará desde el Palau de la Generalitat y deseando que el 2018 sea "un año próspero y un año de armonía en que disfrutemos de los valores fundacionales de la república: libertad, igualdad y fraternidad".

Texto íntegro del discurso

Queridos conciudadanos y conciudadanas,

Me dirijo a todos vosotros, en el tradicional discurso de Fin de Año, en las circunstancias más inverosímiles imaginables. Hace solo un año, nadie en Catalunya ni en Europa hubiera podido ni pensar que asistiríamos a la vergüenza y al escándalo de tener, hoy, presos políticos en las prisiones de un país de la Unión Europea. Y tenemos cuatro: el vicepresident Oriol Junqueras, el conseller Joaquim Forn, Jordi Sànchez y Jordi Cuixart. Están en la prisión por sus ideas políticas, y eso lo sabe todo el mundo. Les acusan, como todos nosotros, de haber cumplido la promesa electoral y haber sido fieles al Parlament de Catalunya con el único propósito de construir un país mejor, con herramientas verdaderamente eficaces y recursos que en justicia nos corresponden porque son fruto del esfuerzo del pueblo de Catalunya en su conjunto, de los 7,5 millones de habitantes.

Pero a pesar de esta situación, no quería dejar pasar la ocasión de dirigiros un mensaje de buenos augurios para el nuevo año que empieza y haceros también llegar unas breves reflexiones. En primer lugar, quiero agradecer a todo el mundo su participación en las elecciones del 21 de diciembre. Casi una participación del 82% es un éxito democrático histórico, tanto aquí como en la mayoría de países de Europa. Siempre hemos dicho que los catalanes no tenemos miedo de las urnas, convoque a quien convoque unas elecciones, y es por eso que podemos estar contentos, como pueblo, de nuestra participación en una jornada, ahora sí, sin violencia ni represión. Gracias por haber emitido con tanta claridad un mensaje que ya no admite discusión: los catalanes, pensamos lo que pensamos, queremos y sabemos utilizar las urnas para resolver nuestras aspiraciones y las legítimas discrepancias sobre cómo tenemos que encarar nuestro futuro colectivo. Somos un pueblo democráticamente maduro que se ha ganado el derecho a hacerse a sí mismo como república de hombres y mujeres libres.

En segundo lugar, quiero poner en relieve que el gobierno español tiene en frente una nueva oportunidad de comportarse como la democracia europea que asegura ser y, por lo tanto, reconocer el resultado de las elecciones del 21 de diciembre y empezar a negociar políticamente con el Gobierno legítimo de Catalunya. Los ciudadanos catalanes y los ciudadanos españoles así lo esperan, pero también lo esperan muchos ciudadanos europeos y sus gobiernos e instituciones. Muchos ciudadanos esperan que, fracasada la receta de la violencia, la represión y la liquidación del autogobierno, empiece finalmente la era del diálogo y la negociación que venimos reclamando desde hace años.

El presidente Rajoy propuso a los socios de la Unión Europea una solución rápida e indolora, un remedio casi milagroso, que resolvería el pleito catalán antes de Navidad: supresión de las instituciones catalanas legítimas y democráticas, intervención de la Generalitat, convocatoria exprés de las elecciones en el Parlament y victoria electoral de los partidos constitucionalistas, que formarían un gobierno autonómico dócil y conformista. Pues no. La última parte no solo no ha salido como él soñaba, sino que su partido ha quedado relegado a la última posición y el Govern que presido puede mantener el apoyo parlamentario.

¿A los responsables de esta receta les tenemos que preguntar de qué ha servido tanta represión? ¿De qué ha servido perjudicar el pueblo de Catalunya con la parálisis que ha significado el 155? ¿De qué ha servido provocar tanto de dolor, a las víctimas de la violencia del día 1 de octubre, a los miembros del gobierno y la mesa del parlament, a los alcaldes y a los líderes sociales encarcelados, a los bomberos, maestros y policías que tienen que desfilar por los juzgados o tienen que temer una delación ideológica? ¿De qué les ha servido este despropósito monumental? ¿Era esta la propuesta española para Catalunya?

No nos resignamos a este tipo de respuestas a nuestras demandas. Tenemos el derecho de defender una Catalunya mucho mejor y de disponer de las herramientas para hacerlo posibles que el Estado nos niega sistemáticamente. Como políticos, tenemos el deber de hacerlo. Por eso, como president, exijo al Gobierno español y a los que le dan apoyo que rectifiquen aquello que ya no funciona, que reparen el daño causado, y que restituyan todo aquello que han destituido sin el permiso de los catalanes. Las urnas han hablado, la democracia ha hablado, todo el mundo se ha podido expresar. ¿A qué espera el presidente Rajoy a aceptar los resultados?

De aquí a un año, el discurso de Fin de Año del president de la Generalitat se pronunciará, como no puede ser de otra manera, desde el Palau de la Generalitat, bien cerca de todos los trabajadores de la administración catalana que hoy soportan la intervención chapucera y a quienes quiero animar a servir nuestro pueblo con la misma eficacia de siempre. Hasta entonces, os deseo de todo corazón que el año que ahora empieza lleve aparejadas las mejores perspectivas para todo el mundo y en todos los ámbitos. Espero que sea un año próspero, un año de progreso y un año de armonía en que disfrutemos de los valores fundacionales de la república: libertad, igualdad y fraternidad.

Muchas gracias y buen año 2018 a todo el mundo.