El Govern empieza una semana decisiva -la enèsima- para el procés. Esta vez porque tendrá que comprobar hasta qué punto las tensiones vividas los últimos días entre los dos socios principales de JxSí han acabado dañando la cohesión interna del independentismo. El president, Carles Puigdemont, y el vicepresident, Oriol Junqueras, han abordado la situación, aprovechando la bajada de tensión que ha propiciado la Semana Santa, para intentar taponar grietas.

Todo ello después de que la publicación de la grabación de David Bonvehí anunciando, en una reunión con militantes, un candidato autonomista si fracasa el proceso, y la posterior acusación del PDeCAT atribuyendo la paternidad de la filtración a ERC, ilustrara el jueves pasado hasta qué punto ha subido la temperatura de las tensiones internas entre los dos partidos.

No era ninguna novedad, pero la crudeza del choque, impropio de la rivalidad política entre dos socios que comparten un proyecto tan complejo, y la aparición por el medio de una invocación a la Fiscalía puso los pelos de punta el movimiento independentista.

Este episodio se producía la misma semana en que Puigdemont había abordado la necesidad de cerrar filas tanto con sus consellers, como con el Govern en pleno y con las fuerzas que apoyan el procés. Llovía sobre mojado y, además, el chubasco amenazaba en convertirse en una peligrosa riada.

Por esta razón, el president y el vicepresident han aprovechado los últimos días -incluido ayer mismo- para abordar la situación, amparados por la discreción que otorga el paréntesis de vacaciones.

Aunque desde el PDeCAT se insiste en que hoy mismo Bonvehí abordará con los abogados del partido la situación provocada por la filtración de su intervención en una reunión con militantes en el Bages, fuentes próximas a esta formación apuntan que el recurso a la Fiscalía será finalmente desestimado y que el compromiso de los republicanos de abrir una investigación interna sobre la filtración podría servir para cerrar el asunto.

Con todo, la salida de esta situación requerirá movimientos de más calado, según fuentes próximas al Govern. Habrá que concretar algunas de las carpetas todavía abiertas del último tramo del procés. Eso tendría que servir de empujón para superar el callejón sin salida en que ha quedado atascada la imagen de acuerdo entre los dos socios.

El camino estaría perfilado, según algunas fuentes, pero todavía no cerrado, según otras. A estas alturas, los intereses contrapuestos entre los partidos no son ningún secreto, pero tampoco la inevitabilidad de un acuerdo que, de no alcanzarse, crearía una situación imposible de explicar para todas las partes implicadas.