Eclipse total de los presupuestos en esta sesión del miércoles en el Parlament de Catalunya. A sólo una semana de la posibilidad de que el hemiciclo tumbe la propuesta de Oriol Junqueras, en Junts pel Sí andan de cabeza para convencer a la CUP de que la propuesta no está 'tan mal'. "Estamos sudando sangre para negociar", explicaba entre pasillos un destacado miembro de los republicanos.

Y a media mañana, carreras, habituales por otra parte, hacia el despacho del president de la Generalitat. Puigdemont, Junqueras, Anna Gabriel y Joan Garriga se han reunido más de una hora por... no desencallar nada. Los cupaires han dicho que no se mueven, que quieren una nueva propuesta de cuentas. Pero ¿cómo?, se deben preguntar los de la calle Còrcega y Calabria, con el calendario entre manos. De momento, dicen que mañana les harán llegar aspectos concretos para negociar a cambio que desistan de la temida enmienda a la totalidad.

Pero la cosa no pinta bien. Por la tarde se ha encargado de recordarlo Mireia Vehí, durante el debate sobre la modificación del impuesto de sucesiones y donaciones propuesto por Catalunya Sí que es Pot. "Hay que abordar de manera decidida la reforma del impuesto para demostrar que empezamos un proceso con un objetivo claro de revertir las políticas llevadas a cabo hasta ahora", ha señalado.

Pero es que sucesiones...

Ya se reformó el año 2014 y 2010. "Dejémoslo madurar", se ha quejado la diputada de Junts pel Sí, Carmina Castellví. Aunque Joan Coscubiela lo que quería era hurgar. "Aumentaría en 400 millones anuales los ingresos de la Generalitat", decía pletórico, intentando obviar a los anticapitalistas. "¿Para los pobres meritocracia y para los ricos plutocracia?", se preguntaba retóricamente.

Enric Millo bajaba dos turnos después para reivindicarse como el único actor que baja los impuestos en el infierno fiscal catalán. Con cierto orgullo, pero también con nostalgia de unos años mejores, Majèstics, en los que con CDC conseguían eliminar tasas y gobernar España. "No sorprende que pierdan votos", ha soltado con un tono entre gracioso y rencoroso.

Segundo encontronazo y un compromiso

No ha sido la primera discusión del día de aspectos más allá del proceso, del separatismo, de los muros y las divisiones. O quizás sí. Por la mañana hablaban de barreras. De peajes, concretamente. El PP reiteraba en su suculenta oferta electoral de retirarlos si los catalanes los hacían confianza el 26-J, mientras el conseller de Territori, Josep Rull, se lo miraba incrédulo para pedirle que hiciera el favor de explicar la "letra pequeña".

La concesión de la AP-7 se acaba en el 2019, y no podrán hacer nada, decía el diputado Alejandro Fernández, acusando al Govern de renovar siempre "en la sombra" las concesiones de autopistas. Después Rull le ha recordado un litigio de 1.300 millones con la concesionaria por haber sumado un tercer carril. "¿Cómo se lo montarán?", le preguntaba. Y de las que Fernández ha tildado "autopistas más caras de Europa", la C-32 y C-33, Rull ha extraído un compromiso, que hasta ahora no había hecho, en sede parlamentaria: en el 2021 no habrá renovación de concesión y se acabará el pago por estas vías.

Y la tercera...

Con todo, no podía faltar Xavier García Albiol. Sus controles al president del Govern siempre generan controversia, y titulares. Ayer acusaba a Puigdemont de dar instrucciones a los Mossos d'Esquadra para no detener a nadie en los disturbios en Gràcia. Hoy ha recibido la respuesta: “se tiene que ser muy poco responsable para hacer lo que ha venido a hacer aquí, que es mentir, o sugerir una mentira”, ha clamado el convergente.

Y a partir de aquí ha seguido... “Lo puede sustentar o es que quizás se ha acostumbrado a tener una policía, como tiene su ministro del Interior, que obedezca a instrucciones políticas. Nosotros no ordenamos informes a la policía falsos, no ordenamos detenciones políticas, que veo que usted echa de menos. Las detenciones las ordenan los jueces y las deciden las policías, como siempre ha pasado en este país y como espero que pase por muchos años”.