Mañana de tensión en el Monasterio de Montserrat. La visita del Felipe VI y Letizia a uno de los espacios más simbólicos para el catalanismo ha obligado a los monjes a hacer equilibrios entre la obligación de acoger a todos los visitantes y el profundo malestar que ha provocado el acto en sectores independentistas. El Monasterio ha optado por una visita de perfil bajo, en un espacio muy austero donde los monarcas, acompañados de unas decenas de autoridades, han asistido a un debate sobre valores benedictinos. No ha habido ni interpretación musical, aunque en un principio estaba programada. Buena parte del acto se ha desarrollado en castellano y evitando referencias políticas por parte del monasterio, aunque el Rey ha aprovechado para alertar en su breve intervención contra las "identidades excluyentes". Pero el momento de mayor tensión ha sido a raíz de la presencia de unos centenares de independentistas que bloqueaban el recorrido por donde tenía que pasar Felipe VI. La tensión ha llegado al punto que, según ha podido saber ElNacional.cat, han tenido que intervenir directamente el abad de Montserrat, Manel Gasch, y el jefe de la Casa del Rey, Camilo Villarino.

La razón ha sido la voluntad de la Casa Real que, una vez aterrizara con el helicóptero, Felipe VI y Letizia accedieran hasta la explanada del Monasterio y a la entrada principal con su vehículo, lo cual habría obligado a los Mossos a apartar a los manifestantes, que habían desplegado una estelada gigante que ocupaba toda la carretera por donde tenía que pasar el coche. A lo largo de la mañana, el hecho de que el número de manifestantes fuera reducido no ha evitado que se produjeran enfrentamientos entre los concentrados y los Mossos. A pesar de todo, los servicios de protocolo del monarca han dejado claro que la intención era mantener el recorrido a pesar de las protestas.

Hasta la explanada del Monasterio solo habían podido acceder, aparte de los invitados al acto, las personas que habían pasado la noche en Montserrat -entre los cuales, un grupo de independentistas con Josep Cruanyes al frente, preparados para recibir al Rey con esteladas- así como las visitas de turistas programadas, mayoritariamente asiáticos. Un cordón separaba a los periodistas, con una tarima donde se había instalado las cámaras de televisión para recoger el momento del recibimiento y entrada de los reyes ante la fachada de la Abadía. Desde la explanada se podían oír las protestas de los independentistas que se concentraban en la plaza inferior, a escasos metros de distancia, en el punto donde llegan el tren cremallera y el aéreo.

Estelada gegant a Montserrat visita Felip VI foto montse giralt

Una estelada gigante bloqueaba la carretera para acceder a la explanada de Montserrat / Montse Giralt

Aviso del Monasterio

La evidencia de que para acceder el vehículo oficial al Monasterio por la entrada principal obligaría los Mossos a intervenir para apartar a los manifestantes, ha provocado durante toda la mañana los toques de alerta de los responsables del Monasterio a la Casa Real. En última instancia, en las conversaciones han tenido que intervenir directamente el abad de Montserrat y el jefe de la Casa del Rey.

La insistencia del monarca en atravesar la carretera que bloqueaban los manifestantes ha provocado, que desde el Monasterio se acabara advirtiendo que en caso de que se produjeran incidentes como consecuencia de la decisión de atravesar la barrera que formaban los independentistas, el abad no saldría a recibir a los Reyes.

A las once y media, media hora antes de la hora prevista para la llegada de Felipe VI y Letizia, los responsables de comunicación se han presentado ante la prensa que esperaba desde primera hora en la explanada con las cámaras montadas delante del templo y han comunicado que el Rey cambiaría el recorrido previsto y accedería por la entrada posterior del recinto, al otro lado del claustro. Finalmente, la Casa Real ha tenido que dar su brazo a torcer y los monarcas ha entrado en su primera visita a Montserrat por la puerta de atrás.

Mientras Felipe y Leticia accedían al Monasterio, media hora más tarde de lo previsto, alguien descolgaba una de las banderas gigantes que se habían instalado en una de las cimas de Montserrat.