Mariano Rajoy puede perder el miedo a unas terceras elecciones incluso después de que haya dado comienzo el juicio por la trama de corrupción Gürtel y continúe el de las Tarjetas Black en la Audiencia Nacional. Las encuestas dan a Rajoy un crecimiento en escaños en paralelo a la caída electoral del PSOE. Eso permite al gobierno en funciones elevar las condiciones para aceptar una investidura y ya exige a Ferraz acuerdos de gobernabilidad. Este será el precio a regatear por los socialistas para que el presidente popular acceda a un hipotético encargo del rey Felipe VI para formar gobierno y evitar llevar España a las urnas otra vez.

Rajoy esperaba hace dos semanas a que se resolviera la crisis del PSOE para mover ficha. "Veremos cómo evolucionan los acontecimientos" indicó el líder del PP cuando Pedro Sánchez aún era secretario general y luchaba contra los críticos. Ahora el escenario ha cambiado: Sánchez ya no está y la gestora hace la tarea pedagógica sobre la abstención. Su presidente, Javier Fernández, recuerda que esta "no es lo mismo que apoyo" al PP y ya ha llevado el debate al grupo parlamentario en el Congreso. Sin embargo, Rajoy sólo llamó a Fernández para felicitarlo, sin ninguna oferta, dejando pasar el tiempo pues consideran que ellos ya han hecho lo que está en su mano.

En un momento en que las encuestas le dan el alza al PP y una mayoría absoluta con Ciudadanos, los incentivos para forzar terceras elecciones pueden aumentar. El poder de negociación está en el tejado de los populares, motivo porque piden al PSOE un pacto sobre los presupuestos y apoyo en determinadas leyes para asumir una nueva investidura. El reto no es menor para los socialistas, si bien, las encuestas les empujan los a una rendición sin condiciones, ante el abismo de caer a los 60-70 diputados y la amenaza de sorpasso por parte de Podemos.

En Moncloa no descartan ningún escenario, mientras guiñan el ojo a los barones socialistas para poner fin al bloqueo de la ingobernabilidad. Hace unas semanas fuentes del Gobierno español dijeron a El Nacional que tenían conversaciones adelantadas –que les podrían garantizar el apoyo– para sacar adelante una ley una reforma del techo de déficit autonómico. Las comunidades del PSOE sufren de incertidumbre hace meses porque en funciones no se puede aprobar y es necesario para elaborar sus presupuestos. Este órdago puede sacar la legislatura adelante.

A su vez, el PSOE descarta el gobierno alternativo y valora al detalle el escenario que más le conviene, según fuentes del grupo parlamentario. La decisión es de envergadura con un socio de historial como el PP. Este martes se inició el juicio de la Gürtel, una de las tramas de corrupción mayores que ha sacudido a los populares en la última década. Rajoy puede ser llamado a declarar como testigo, así como una serie de exministros entre los cuales se encuentra Ana Mato. La corrupción no pasa factura a Génova en las urnas, pero podría hacerlo con los socialistas, salpicándoles con las portadas de los diarios.

Podemos interviene

Podemos también presiona al PSOE ante una previsible rendición. El líder Pablo Iglesias, sugirió que "tomaba nota" sobre una abstención de los socialistas para que gobierne el PP. El apunte se remite al escenario autonómico, donde los acuerdos de gobierno en Castilla-La Mancha con los socialistas se acabaron por parte de Podemos. Asimismo, podrían colgar de un hilo en Aragón, Baleares y Valencia. El número dos, Íñigo Errejón, se desmarca de Iglesias y asegura que no hay una estrategia coordinada, aunque cree "incoherente" pactar con el PP a escala nacional y con ellos en la autonómica.

C's también se ha pronunciado, reprochándole al PSOE que no habría servido de demasiado decapitar a Sánchez para hacer "lo mismo" que este con el 'no' sin cesiones en Rajoy. Pero si las estrategias fallan y se va a terceras elecciones, los ciudadanos no tendrán que votar el día de Navidad. El grupo parlamentario popular ha presentado ya la propuesta para que en el pleno del próximo martes se vote para adelantar los comicios al 18 de diciembre. Y así, una serie de win-win para Rajoy y los populares, que ni temen imponer condiciones de gobierno, ni a las encuestas, ni a las elecciones, ni a la corrupción, ni a la ingovernabilidad.