El lehendakari Íñigo Urkullu propone otra España este jueves, en un artículo en El País. La alternativa del presidente vasco arraiga en una "reinterpretación" de la Constitución que ampliaría el autogobierno de Catalunya, Euskadi y Galicia, otorgaría a esas tres naciones "capacidad de decidir" de forma pactada con el Estado, y obligaría a este a respetar los acuerdos y a dejar gobernar. Es un eco vago del "federalismo asimétrico" que Pasqual Maragall quiso concretar en el Estatut del 2005, con el detalle de las competencias exclusivas y su blindaje. En fin. Será tema de tertulias y comentarios en radios y televisiones, cuando menos hasta que acabe la semana, especialmente porque se comparará con el planteamiento que Alberto Núñez Feijóo presentó ayer a Pedro Sánchez: que el PSOE acepte una legislatura de dos años de un gobierno presidido por el líder popular con ministros independientes (La Razón dice que serían quince) que desarrolle seis "pactos de estado" genéricos sobre regeneración democrática, organización territorial, estado del bienestar, etcétera. Una y otra propuesta son inconcretas, difusas y nebulosas, pero apuntan en dos direcciones diferentes. Feijóo ofrece pactar la continuidad de la actual España radial y ligeramente descentralizada. Urkullu propone una alternativa federal o confederal, un "gobierno multinivel" que apela al principio de subsidiariedad, criterio de reparto de competencias entre los diversos poderes que otorga la preferencia a la administración pública más próxima al problema: aquello que puede resolver un poder inferior no lo haga el superior.

Es muy buena la fotografía principal de la portada de El País y está escogida con un poco de mala leche: Pedro Sánchez sonríe incómodo a las cámaras mientras Feijóo, sentado a su lado, consulta el reloj como quien tiene prisa por marcharse. Parece uno de esos actos de conciliación destinados al fracaso entre la empresa y el ejecutivo despedido. Las fotos del Trío de la Bencina y de La Vanguardia, en cambio, presentan a Feijóo como superior de Sánchez: lo recibe derecho contra el fondo de la bandera de España y de la UE, como si fuera un presidente del gobierno que acoge a un embajador. Es un efecto mental, naturalmente, porque el candidato del PP tiene, hoy por hoy, todas las de perder. También se vive de ilusiones y hay que ir dando caramelos a tu público, empezando por los poderes fácticos. El Mundo, ABC y La Razón construyen el relato de siempre: Pedro Sánchez es un vendepatrias que prefiere gobernar con comunistas, separatistas y terroristas que con la buena España que representa Feijóo, que ahora posa de moderado. Esta banda sonora es la que los diarios de la derecha han hecho sonar durante la legislatura anterior y parece que seguirá sonando, con sus corolarios del gobierno ilegítimo, la anti-España, el sanchismo, etcétera. Sabe mal, pero no se les ocurre otra cosa.

Dos notas más. La Vanguardia ha hecho un título muy suyo, donde se asegura mucho de no escoger a ningún culpable o de señalarlos a los dos al mismo tiempo (el sujeto es "Sánchez y Feijóo"). El resto de diarios apuntan a uno u otro. El País señala a Feijóo, que "plantea a Sánchez que lo deje gobernar dos años antes de ir a elecciones". Parece una broma o un intento de estafa, como si el equipo que pierde pidiera al rival que se deje empatar antes de llegar a la media parte, porque así empezarán la segunda en igualdad de condiciones. Fuera de El Punt Avui, que en portada no dice ni una palabra, los otros diarios hacen a Sánchez protagonista negativo porque aparece como quien rehúsa, "menosprecia" (Ara) o replica con un "no tajante" (El Periódico) la propuesta de Feijóo. Quizás sería más genuino decir que Feijóo no supo convencer a Sánchez, que por eso había pedido él la reunión. El Mundo y La Razón van más allá. El tabloide ultra habla de un Feijóo que "da por perdido a Sánchez" —no es culpa de la poca maña del popular sino de la tozudez malvada del socialista— y el diario del Grupo Planeta dice que "mueve el tablero" político, como si Feijóo fuera un estadista adelantado e incomprendido por el sectarismo del rival. La segunda nota se refiere a La Razón, que presenta un gráfico de la evolución anual de la inflación. El título habla "de escalada de precios" en tono de fin del mundo, pero la línea del gráfico muestra cómo el IPC de agosto es el tercero más bajo desde enero de 2022. Esta tergiversación explica muy bien los tejemanejes que este diario hace con el lenguaje para manipular y cambiar la realidad. Hacía tiempo que un diario no se ponía tan en evidencia como en esta portada.

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