Hay que hacer una reverencia a La Vanguardia y El Periódico, que han editado como se merece la fotografía de la mesa en torno a la cual se sentaron Vladímir Putin y Emmanuel Macron en Moscú. Una foto así debe publicarse de lado a lado de la portada, como han hecho esos dos periódicos. Los únicos. Es una de esas imágenes que te explican la situación mejor que mil tratados. El Woody Allen ácido de los pasados años 70 habría imaginado una escena así para explicar en clave de sátira la personalidad política del autócrata ruso. A los más friquis les recordará a aquel capítulo de The Office en que nombran director interino de la sucursal a Dwight Schrute —un comercial, caricatura de la derecha nacionalista de los EE.UU.— y lo primero que hace es ponerse en el despacho una reproducción de la mesa de Uday Hussein, hijo de Saddam, y pasearse por la oficina con un colt dentro de una pistolera. Entre las portadas de hoy martes ganaría La Vanguardia por foto-average porque la han puesto arriba de la página, en una posición más destacada que El Periódico. Lástima de La Razón, que no se ha atrevido a darla en toda la anchura de página y, peccato, le ha sacado aire por encima y por debajo de la mesa, cosa que hace perder a la imagen todo el contexto y la fuerza cómica. Eso no se hace. Total, para poder dar una foto de Pablo Casado chocando las manos (¡sapristi!) con la presidenta del Parlamento Europeo. Meh. Qué poco sentido del momento —y del humor. Libération, el diario de los boomers progres franceses, hace una broma estupenda con la foto. Es la imagen que ilustra esta pieza. También es la imagen de cien memes gloriosos, el más brillante de los cuales quizás es este:

El Periódico explica el estado de la comisión de investigación sobre los abusos de eclesiásticos con un título muy interesante. Dice que el PSOE "margina al Congreso" porque secunda la propuesta del gobierno español de trasladar la investigación fuera de la cámara y asignarla al Defensor del Pueblo. "Marginar" suena fuerte e incluye un juicio de intenciones. Es un verbo que atribuye afán de excluir, ignorar o menospreciar. Quizás al diario de Prensa Ibérica no le ha gustado la decisión. El título, sin embargo, es más exacto que el de El País, desde hace días muy obsesionado con el tema —lo ha promovido el mismo diario— pero que no puede o no quiere disparar contra el gobierno español porque lo miran bien y no quieren perjudicar decisiones que afectan a la empresa editora (ya hablaremos otro día). Entonces hace una cabriola y fuerza el lenguaje, diciendo que el plan para investigar bla, bla, bla, "se abre paso en el Congreso", una manera muy así de decir que todo marcha según lo previsto cuando lo que se ventila es sustraer la investigación a la propia cámara y ponerla en manos de un organismo que el gobierno español puede controlar más de cerca, sea para limitar los daños de la búsqueda, sea para modular su publicidad y, sobre todo, para ahorrarse el show de los diputados en las comparecencias, dado que una comisión parlamentaria suele ser un espectáculo salvaje que sirve a sus señorías para mejorar su presencia pública. La primera frase del texto de El País es un malabarismo semántico de manual: "La iniciativa del PSOE para que el Defensor del Pueblo, Ángel Gabilondo, dirija la investigación de los abusos sexuales en la Iglesia católica, cobra fuerza entre las fuerzas parlamentarias". Anda ya. "¿Cobra fuerza?". Tienen que ser intensos y formidables los contactos y maniobras entre bambalinas de los grupos parlamentarios para retirar la investigación del Congreso y evitar las comparecencias públicas que implicaría. Más de un diputado ya está pensando en convocar al mismísimo Papa Francisco solo para marcar puntos. Pero El País no puede hacer daño al gobierno central y le extiende la alfombra roja aunque en un editorial haya exigido que el caso lo lleve el Congreso. Por eso el título tan alambicado.

El Punt avui titula que "los grupos políticos aprietan a Borràs por el escaño de Juvillà". Efectivamente, así es. Pero flota en el aire una duda. ¿Si el periódico más próximo al puigdemontismo explica el caso así, señalando a la presidenta del Parlament —hasta ahora la había, digamos, protegido—, es una señal de que Laura Borràs pierde pie dentro de su casa (la política, se entiende) o eso son preocupaciones sin sustancia?

LV

La Vanguardia

EPC

El Periódico

EPA

El Punt Avui

AHORA

Ara

EP

El País

ME

El Mundo

ABC

ABC

LR

La Razón