La noticia del arresto del presidente exiliado Carles Puigdemont agarró a unos cuantos diarios con la primera edición cerrada a cal y canto. La primicia del digital El Español obligó a cambiar las portadas de los diarios de Madrid y de Ara (que publica un adelanto a las 23h). Para captar la magnitud de la tragedia: El País abría con las elecciones en Alemania, Ara con cuestiones urbanísticas en la costa y La Razón con una fantasía electoral en Andalucía y Castilla y León. Los diarios, pues, no han tenido mucho tiempo para pensar las portadas de la detención —a ver, sí, pero menos, y en condiciones de estrés. En estas circunstancias, pesan más los automatismos mentales y la memoria muscular que permiten cerrar rápidamente un texto, una página. Se afina menos. Todo es más impulsivo. Es normal. Esta situación, sin embargo, permite a los portadólogos asomarse a los instintos primarios de cada diario y conocer mejor algunos rasgos de su temperamento. Esos que, cuando hay tiempo, se pulen más, se ajustan mejor, se acomodan con más cuidado.

El tono general es que Puigdemont ya está en manos del Tribunal Supremo español. Y no. En enero de 2021 las autoridades belgas decidieron no entregar al conseller Lluís Puig a España, al considerar que se ponían en peligro sus derechos fundamentales. El Tribunal Supremo español planteó unas cuestiones prejudiciales al Tribunal de Justicia de la UE (TJUE), con el compromiso de que, mientras no se resolvieran, las euroórdenes permanecerían suspendidas —porque lo que sea con Puig será lo que sea con Puigdemont y Toni Comín.

Ahora, sin embargo, el Supremo dice que la inactividad de las euroórdenes sólo afecta a Puig y no al resto. Vaya. Esta explicación choca con el compromiso de España ante la justicia europea de desactivar las euroórdenes, como explica el auto del Tribunal General de la UE (TGUE) del 30 de julio en que desestima la petición de Puigdemont de que le mantengan cautelarísimamente la inmunidad de eurodiputado. "Las autoridades españolas —dice el TGUE— han declarado expresamente que [el recurso del Supremo] exigía la suspensión de las órdenes de detención nacionales [y] de cualquier procedimiento para la ejecución de una orden europea de detención que se pudiera haber iniciado. También afirmaron que ningún tribunal de la UE puede ejecutar las órdenes europeas de detención en cuestión hasta que el TJUE no dicte nada". Es decir, España declaró que las órdenes contra Puigdemont y los otros estaban suspendidas y que ningún otro país de la UE podía ejecutarlas mientras la justicia europea no decide los recursos del Supremo.

A la vista de estas garantías, el TGUE insiste: "nada permite considerar que las autoridades judiciales belgas o de otro Estado miembro puedan ejecutar las órdenes de detención europeas dictadas contra los diputados y entregarlos a las autoridades españolas".

Así pues, si la euroorden contra Puigdemont está viva, el Supremo —el magistrado Pablo Llarena— ha engañado o ha confundido al TGUE. El juez italiano decidirá ahora si respeta el TGUE y el procedimiento europeo o hace caso de la euroorden y del Supremo. El enredo jurisdiccional es grande. Sus implicaciones políticas, más.

Puigdemont "capturado"

Más detalles. El País dice que "el expresidente catalán fue capturado" y El Mundo que "fue apresado". Capturar y apresar son dos verbos que dan la impresión al lector de que Puigdemont estaba huyendo en el momento de la detención o que se resistió, o se usan más bien en contexto de guerra o de caza de animales. ¿Por qué estos verbos y no arrestar o detener, que son más, digamos, civiles? Dentro del texto aclaran lo antes que pueden que se trata de un "huido en Bélgica" (El País) o que es "prófugo de la Justicia" (El Mundo). Dirás: ¿qué chorradas me estás contando? Quizás sí, son chorradas.

Como siempre que tocan asuntos donde hay togas por el medio, los titulares del trío de la bencina coinciden: la detención se debe a "una orden" del Tribunal Supremo. La Vanguardia, El Periódico, el Ara y El País, en cambio, sin dejar de ver el enredo jurisdiccional, prefieren apuntar al pitote europeo que supone el arresto y titulan que Italia detiene a Puigdemont. No el Supremo sino Italia, como queriendo decir.

La Vanguardia recuerda que se ha detenido a Puigdemont aunque aun hay pendiente una consulta sobre el caso de Lluís Puig, insinuación tierna de que hay embrollo. Ara aclara que el presidente "es interceptado", expresión con un punto de épica en favor del detenido. El Punt avui va de cara a porteria y es el único que tiene foto del tema aunque no sea nada del otro mundo. La Vanguardia publica una de Puigdemont con ademán preocupado sin aclarar que es de archivo y así parece que es una imagen del día.

La Vanguardia y los impuestos

El diario de los Godó lleva en portada la repercusión entre las patronales catalanas de una bola que el mismo diario había fabricado en la portada de ayer: que el conseller de Economía, Jaume Giró, quiere subir impuestos. Apesta a que el diario y las patronales van del brazo por algún motivo diferente al de informar. Porque el pasado día 22 (un día antes de la primera portada), Giró dijo justamente lo contrario en Catalunya Radio. Ayer, la conselleria publicó un desmentido feroz dirigido directamente al diario, cosa muy extraordinaria. Economía dice que "la portada, el editorial y la noticia que publica La Vanguardia son una interpretación interesada del contenido de un documento técnico y dan como hechos inamovibles unas opiniones técnicas en materia fiscal que no responden a la estrategia política del Govern". Ahí es nada. Ciertamente, el diario se hace hoy eco de la posición del Govern en un subtítulo —pero da toda la impresión de que el zapato no aprieta en la subida o bajada de impuestos sino en otras magnitudes económicas.

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