Las portadas de hoy quizás te dejen con mal cuerpo. Más que las de ayer. Es complicado, casi imposible, saber en qué proporción mezclan pereza, mala voluntad, incompetencia y mal gusto para explicar la revuelta  callejera como "protestas por la prisión de Pablo Hasél". Da la impresión de que la gente que se manifiesta son un grupo de tontos, abducidos por un rapero de segunda que tiene poco más de 9.000 oyentes mensuales en Spotify —compara: Lildami, actual estrella catalana de la cosa, tiene 73.400; la P.A.W.N. Gang, 26.500—, una persona con un carácter, digamos, forestal, una expresión agreste y un concepto de libertad pelín conflictivo. Vaya, que no es un líder popular y empático con una enorme base de seguidores, sea dicho sin más afán que el de situar al personaje —cosa que no tiene ninguna importancia para lo que aquí se ventila.

¿Y si los tontos son los diarios, por frívolos y superficiales? ¿Y si Hasél, encarcelado por sus canciones, sólo es un símbolo, un pretexto, la gota que colma el vaso? El historiador de la Universitat de Barcelona Carles Viñas tuiteaba este miércoles que "el encarcelamiento de Hasél sólo es la chispa... El estallido obedece a un cúmulo de circunstancias: precarización, desahucios, represión, paro, abusos, falta de futuro, corruptelas, desencanto... Una especie de episodios habituales de nuestra historia [que] se repiten cíclicamente".

Viñas alude a bullangas, rebomboris, revueltas y huelgas, clásicos disturbios barceloneses de los siglos XIX y XX, "el arrebato que desafía el poder [que] siempre reaparece ante los abusos o la inacción de gobernantes y autoridades". Hay que añadir la alteración de la vida familiar, social y educativa a consecuencia de la pandemia. Un dato: España encabeza la estadística europea de paro juvenil con un 40,4%, más del doble de la media europea (17,5%). Es complicado que unos disturbios tan continuados y graves se originen sólo en el afán de destrucción o la "mentalidad antisistema".

Claro que la violencia y los destrozos no resuelven nada, que de la ira no sale gran cosa y que hay violentos que aprovechan el momento para hacer al salvaje, etcétera. Pero ¿eso es todo lo que los diarios tienen para decir? Miras las portadas y ves que se escandalizan más por las imágenes de las choques con la policía, de los contenedores ardiendo y de los escaparates rotos que de las imágenes de la chica a quien han vaciado un ojo, de las de un mosso disparando balas de foam por la ventana de la furgoneta o las de la policía española zurrando a un grupo de jóvenes con las manos arriba contra una pared:

LV

EPC

EPA

AHORA

EP

ME

ABC

LR