Todas las portadas de los diarios de Barcelona abren este sábado con lo que El Punt Avui, con gracia, llama "Represión agravada", un juego de palabras con el delito de malversación agravada, claro. Viene a cuento. También es el único diario que no señala claramente el fiasco de la reforma del Código Penal pactada entre el gobierno español, sus aliados parlamentarios y ERC. Ara califica aquel acuerdo de "papel mojado", La Vanguardia explica que la fiscalía "descarta" los nuevos tipos penales atenuados y El Periódico remarca que la petición del ministerio público ignora la reforma aprobada por el mismo Congreso español. En los diarios de Madrid, en cambio, solo El País y La Razón llevan esta información en portada y aun en un rincón.

El catedrático de Derecho Procesal, Jordi Nieva-Fenoll, escribía este viernes que "se ha condescendido demasiado, desde todos los ámbitos políticos españoles, con los excesos [de la justicia] que se observaron en el caso del Procés". Esta clave también sirve para valorar el papel de los medios de comunicación y de la mayoría de su kommentariat. Del juicio del 1-O se dijo y se hizo ver, de manera casi unánime, en editoriales, columnas y crónicas, que había sido un proceso justo, sin vencedores ni vencidos, donde había ganado el estado de derecho, etcétera. Nieva-Fenoll recuerda que ahora todo está en manos del Tribunal Europeo de Derechos Humanos. Y concluye: "Hay que confiar en este órgano". La justicia española pasará por el filtro del TEDH, sí, pero los medios de comunicación que festejaron aquella farsa saldrán adelante sin un rasguño y los que han sido víctimas de su sectarismo, falta de imparcialidad, pereza y miedo quizás se verán reivindicados en los tribunales europeos pero no en los de la opinión pública.

Es muy gordo y las portadas reaccionan con pusilanimidad. Esta semana, el Tribunal Supremo y la Fiscalía han decidido contra la voluntad del legislador —de la representación ciudadana— e incluso se han regalado, con chulería, criticando directamente la reforma aprobada por el parlamento español. "Es decir —añade el catedrático— no es solo poner en cuestión la tarea de otro poder del Estado, sino, además, vanagloriarse de haberlo hecho". ¿Para qué sirven los medios de comunicación y sus opinadores si no reaccionan ante este motín judicial?

La semana que viene atención al caso que involucra al Barça y al exvicepresidente de los árbitros españoles, Enríquez Negreira. Lo que hasta ahora se presentaba como una compra de voluntades por parte del club —sin decirlo directamente, claro— resulta que va tomando cariz de extorsión al Barça, que tal vez tenía que pagar para no verse perjudicado. Los ejemplos son numerosos, empezando por la Liga perdida en casa contra el Atlético de Madrid porque el árbitro anuló un gol legal de Messi o aquel gol de Suárez al Betis que todo el mundo vio menos el árbitro. Si las cosas van por ese camino, algún diario tendrá que comerse con patatas algunas portadas.

Para acabar, una pedantería a propósito de la intervención del gobierno portugués en el mercado de la vivienda que El País destaca en portada. Esta "revolución", como dice el diario, para remediar la escasez de vivienda, trea a la cabeza una frase menos conocida de John Maynard Keynes, el economista británico: "Lo importante del gobierno no es hacer cosas que ya hacen los individuos y hacerlas un poco mejor o un poco peor; es, más bien, hacer cosas que ahora mismo no se hacen en absoluto". Pues eso.

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