Las elecciones más reñidas, más confusas, más inquietantes, más variables, más decisivas, etcétera, etcétera. Son las elecciones de la pandemia. Las elecciones que parirán al Govern que se encargará mucho o poco de la reconstrucción. Las elecciones de las que depende si Catalunya mantiene el desafío o pasa página. Es lo que repiten todos los partidos y políticos —como siempre, pero ahora encajaba en el momento. También te lo han dicho los diarios en sus editoriales, los columnistas en sus columnas y billetes, los tertulianos en sus tertulias en teles y radios.

En medio de este panorama, TV3 hospedó ayer un debate que pintaba decisivo para muchos. Podía ser flojo pero también clave. El PP se jugaba la vida contra Vox. Ciudadanos con el PSC y también con Vox. Esquerra con Junts y Junts con Esquerra y quizás la CUP. El PDeCAT con Junts. La CUP con Esquerra y los Comuns, y los Comuns con el PSC y Esquerra, quizás la CUP. Los tres primeros partidos se mueven entre el 20% y el 22% de los votos. El resto entre el 7% y el 9% salvo Cs y el PP, que arriesgan más que porcentajes. Un debate bien hecho era una oportunidad fabulosa para rascar un punto o dos y ponerse por delante, tomar la Presidencia, sumar decisivamente por uno u otro bloque, decidir si el Govern es indepe o es de izquierdas. O bien, para otros, sobrevivir, existir, desaparecer.

Pues, no gente. El debate de TV3 no abre ninguna portada de los diarios de Barcelona, excepto la de El Periódico. Todas hablan de la cosa pero no es el tema. El horario no ayuda —tampoco explica ni excusa nada. Si tenemos que fiarnos de los diarios —y tenemos— el pinchazo del debate como tema de interés quizás indica que las mismas elecciones al Parlament han perdido garra, tracción, atractivo. Es material informativo averiado, de poca sustancia. Sufre al lado de la pandemia, las vacunas, la crisis. Todo en medio de un 30% de indecisos. Porque ahora mismo, los que aun dudan si votar y/o qué votar son el partido con más militantes de Catalunya: más de un millón y medio de personas.

¿Qué dice este aparente desinterés por las elecciones en las portadas impresas? Complicado. Es todo un gran quizás, un gran casi. La gente que hace los diarios, los que deciden de qué se habla y cómo, los que editan las portadas, ya descuentan el resultado y piensan en el día después, en los pactos. La segunda parte en los despachos. Les da la impresión que la campaña no moverá mucho la aguja. O que no la moverá en el sentido que esperan. Tampoco les anima mucho: es virtual y restringida, no hay actos, no se tocan manos, no hay contacto personal con los candidatos. La actitud de indiferencia de las portadas con las elecciones no es de hoy, pero hoy se nota más.

David González recuerda en muchas de sus columnas lo de la desaparición de los cuerpos. Aquí se trata de la desaparición de las campañas, esperemos que no de los electores. No será porque las portadas de los diarios se hayan esforzado mucho. No pasa nada. En la película The Report, el jefe de gabinete de Obama, interpretado por Jon Don Draper Hamm, quiere suavizar a los congresistas demócratas cabreados con tanta transacción y les espeta: Democracy is messy! Sí, la democracia, la de verdad, es confusa, compleja, problemática.

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