Albert Rivera es el protagonista de casi todas las portadas de hoy, salvo de la de El Periódico, que le da un papel secundario, y las de Ara y El Punt Avui, que le dan calabazas. Tiene gracia ver cómo los diarios catalanes son los que menos atención le dedican. Bien. Respecto a la prensa madrileña, aquí ya se descodificaron algunas portadas postelectorales como señales de aviso a Rivera: no iba por el buen camino. Ahora da la impresión que el Madrid mediático lo apunta con más decisión. También con habilidad, porque parece que lo defiendan y, en realidad, lo exponen. Tras la portada, el puñal.

Durante meses, Rivera proclamó a los cuatro vientos que jamás de los jamases pactaría con Pedro Sánchez, cosa que aquellos diarios festejaron mucho, hasta el punto de que algunas de sus portadas preelectorales y electorales halagaban al caudillo naranja como el verdadero líder que la derecha española necesitaba: sólido, duro y directo. Ahora lo señalan justamente por encastillarse en aquel rechazo a Sánchez, tan celebrado no hace ni tres semanas.

¿Quién es el establishment?

Como cambian las cosas. Era frecuente reprobar a Rivera con más o menos ironía por su oportunismo. Ahora lo es por mantenerse firme contra lo que llama el "sanchismo". Antes era alabado por reunir en Ciudadanos a personas como Toni Roldán, y al mismo tiempo criticado por ser el caudillo de un partido artificial, impulsado por los intereses del Ibex-35 y el establishment.

Esto también tiene gracia. Toni Roldán, la deserción más sonada de Cs, es hijo de Santiago Roldán, Curri, y Maria Antònia Monès. El padre fue muchos años el lampista económico en la sombra de Felipe González y autor principal del programa económico del PSOE de los 202 diputados de 1982. Después dirigiría Holsa, la empresa que gestionaba las infraestructuras de los Juegos Olímpicos de Barcelona. La madre fue directora del departamento de economía de la presidencia de González entre 1995 y 1996. Después, directora de análisis político y económico del conseller Antoni Castells con el tripartito y los primeros meses del primer gobierno de Artur Mas. En fin, que si se quiere identificar a alguien con el establishment, a buen seguro que Albert Rivera —hijo de una inmigrante malagueña y un comerciante de la Barceloneta— no es el primero de la fila ni, probablemente, el número cincuenta.

La clave

Hablando del establishment, los popes de Ciudadanos que lo encaramaron (Espada, De Carreras, Boadella, Conthe, Garicano...) ahora le llaman de todo: adolescente caprichoso, sordo a la crítica, carácter solitario, arrogante, incapaz, payaso... Espada incluso le ha recomendado "dejar los compromisos con los electores para otro momento" (sic). Y así va. Cuecen a Rivera en el horno del mismo programa que el mismo Rivera ha defendido con uñas y dientes, desde que Cs eran tres diputados en el Parlamento contra la inmersión —y saco de golpes del resto de grupos—, hasta hoy mismo, cuando es el mayor grupo del legislativo catalán. Quizás no entiendas nada. Seguramente Rivera tampoco.

La clave de todo este cafarnaúm naranja —y de todas esas portadas— es un tuit del mismo Toni Roldán en réplica a Albert Rivera:

Según este tuit, la razón de ser de Ciudadanos es bloquear a los independentistas. El resto es negociable, quizás incluso al margen de los compromisos con los cuatro millones de votantes de Cs, entre otros jamás de los jamases pactar con Pedro Sánchez. El "Podemos de derechas" era esto. Así se entiende mejor todo.

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