Los resultados del 26J han supuesto para encuestadores y analistas el ridículo más absoluto. De los 65 sondeos publicados antes de las elecciones ninguno se ha acercado al resultado final. Es más, durante los últimos ocho días de campaña (contando las famosas encuestas andorranas) se publicaron más de 20 sondeos que tampoco han acertado el resultado. Lo ocurrido es difícil de justificar y obliga a muchos politólogos y sociólogos a hacer examen de conciencia.

No es la primera vez

Ttres ejemplos recientes son equiparables al ridículo de las encuestas del 26J: las elecciones al Parlamento Británico de 2015, las elecciones catalanas de 2012 y la encuesta que publicó El Periódico justo después de las municipales de hace un año.

En el caso del Reino Unido, las encuestadoras no captaron las dinámicas electorales e ignoraron las claves de un sistema mayoritario first past the post como el británico, donde el que obtiene más votos en el distrito, aunque sólo sea uno más, se lleva el escaño. Los tories de David Cameron aprovecharon la situación de Escocia (donde los laboristas lo tenían todo perdido ante el Scottish National Party de Alex Salmond) para centrar sus esfuerzos de campaña en los distritos que en el sur de Inglaterra les disputaba UKIP, el partido xenófobo y anti-UE.

Los conservadores aseguraron esos escaños y ganaron así la mayoría absoluta cuando todas las encuestas pronosticaban un escenario abierto cin mayorías. El diario The Daily Telegraph explicó muy bien esa estrategia en el artículo Secrets of the Tories election "war room". (Los secretos de "la oficina de guerra" conservadora).

El año 2012 en Catalunya ninguna encuesta acertó porque gran cantidad de electores que seguían indecisos a última hora. Eso, sumado a que las encuestadoras no sabían como calibrar la Intención Directa de Voto (IDV) de ERC y de la CUP, provocó muchas sorpresas cuando las televisiones y radios emitieron la encuesta a pie de urna a las ocho de la noche.

En el caso de El Periódico, el diario prefirió marcar el marco (frame) político contraviniendo una máxima de la politología: no hacer encuestas aprovechando el tirón poselectoral. Así, poco después de la victoria de Ada Colau en Barcelona, el diario encargó una encuesta donde una supuesta "Catalunya en Común", una coalición inexistente, ganaba las elecciones al Parlament (y la presidencia de la Generalitat) a la alianza de CDC y ERC. No fueron pocas las personas que en el septiembre siguiente hicieron mofa de aquella encuesta en las redes sociales cuando aparecieron los resultados reales de las elecciones

¿Qué ha pasado?

El resultado del 26J tiene una explicación clara si echamos un vistazo al mapa de participación publicado por el Ministerio del Interior a las doce del mediodía del domingo: la participación caía en zonas urbanas, o sea en los feudos de la "nueva política" y de sus marcas blancas: Madrid, Valencia, Barcelona y parte del País Vasco.

Esta situación, en espera de que se publicaran en abierto las encuestas a pie de urna, ya dejaba entrever que la repetición de las elecciones había desmotivado al electorado urbano (joven y con tendencia a votar Podemos y Ciutadans) y había provocado el traspaso de votos hacia la abstención (y, en parte, de Ciutadans al PP), hechos que tuvieron un efecto multiplicador en el resultado de los de Mariano Rajoy. Además, como pasó en Catalunya en 2012, se ha demostrado que las encuestadoras no han calibrado bien la IDV de los nuevos partidos.

¿Y en Catalunya?

En Catalunya las encuestas también se han equivocado de pleno y la abstención ha tenido efectos inesperados. El motivo se explica en la siguiente gráfica:

Los principales perjudicados han sido En Comú Podem y Ciutadans, pues se ha repetindo el esquema de caída vivido en las zonas metropolitanas españolas. Eso ha ayudado a CDC a detener su caída (con votos que han ido a ERC y a la abstención), salvara los resultados y se mantuviera el bloque independentista. Una combinación que provoca que tanto ERC como CDC tengan de nuevo la capacidad de bloquear el Congreso de los Diputados.

Los resultados del 26J han puesto en evidencia las taras de la demoscopia. El show de las encuestas se debe a no saber como interpretar la Intención Directa de Voto y a la abstención en zonas urbanas. Por lo tanto, y al contrario de lo que pasó con el Brexit, todo indica que los jóvenes votantes de Podemos y Ciutadans hipotecaron su futuro al preferir la playa a las urnas o la abstención por la participación.