Podemos asume la conversión "de partisano a ejército regular", superada la fase de la guerra relámpago. La formación morada encontró en la movilización del 15-M del 2011 una grieta con que "asaltar la crisis del régimen", como ellos mismos han descrito. Las elecciones europeas, municipales, autonómicas y estatales les hicieron avanzar rápidamente, como partido de resistencia. Ahora, con el cierre del ciclo electoral, los podemitas deben convertirse en "un partido normal". La duda es si la normalización parlamentaria y la estancia en la oposición les harán perder apoyo, o si se consolidarán para gobernar.

"Puede que ganemos las elecciones en cuatro años o que nos demos una hostia de proporciones bíblicas", aseguraba el secretario general del partido, Pablo Iglesias, en la inauguración de un curso de verano en El Escorial. Iglesias iba acompañado por su jefa de gabinete, Irene Montero, el secretario político, Íñigo Errejón, y el exmiembro del partido Juan Carlos Monedero. El debate de la formación se centra en articular una fórmula a medio camino entre ser la oposición en el Congreso y la relación con las luchas populares.

Iglesias es doctor en Ciencia Política y conoce de primera mano los retos a que se enfrenta toda organización. Él apuntó la burocratización, recordando al filósofo Robert Michels. A finales del siglo XIX Michels estudió el partido socialdemócrata alemán. Le sorprendía que una fuerza progresista funcionase internamente como una conservadora. Una de las conclusiones a que llegó es que muchas estructuras políticas se desvirtúan como medio, para priorizar su supervivencia como fin.

Hay un componente coyuntural de fin del período electoral en sus riesgos. Podemos basó su crecimiento desde 2014 en la fórmula de la "máquina de guerra electoral". Pero los miedos sobre la pérdida de autenticidad no se alejan de la mar de fondo sobre fines y esencia. Errejón no descarta que el partido pueda llegar a gobernar. Sin embargo, considera que debe moderar la forma para atraer a los ciudadanos a quienes puede causar temor. "No queda ni mucho menos excluida la posibilidad de que Podemos gobierne en España, pero será otro Podemos, otra cosa. Más predecible, menos sexy, y que genere menos miedo, menos incertidumbre", preconizó el estratega de la formación.

Errejón tiene una visión pragmática de la política. Este marco le ha permitido llegar a los 71 escaños con las tesis sobre transversalidad. Sentados ya en el escaño, operan ya en la dinámica clásica derecha-izquierda, por lo que su eje "los de arriba y los de abajo" ha perdido fuerza. Así las cosas, el viraje hacia los ciudadanos que "sólo se decantan por una u otra formación política cuando cree que ganará" se prevé inminente. Es decir, hacia quienes no compran relatos sobre "pueblo y patria", sino resultados porque miran lo público desde la distancia.

Iglesias asume el papel de oposición con temor. "No está claro que podamos articular todo esto. Estoy acojonado", confesó el líder. "Las cosas se cambian desde las instituciones. Cuando éramos de izquierda radical creíamos que la lucha estaba en la calle y no en el parlamento", añadió con socarronería.

Irene Montero acepta también que si de ahora en adelante sólo miran hacia sus activistas y hacia quienes tienen una afiliación sentimental hacia ellos, estarán "abocados al fracaso". Sin embargo, ella apuesta más firmemente por no obviar las luchas en la calle. "No podemos parlamentarizar nuestra actividad de forma que los sectores populares queden de nuevo fuera de la vida política de nuestro país. De forma que se sientan excluidos", dijo.

Más allá de los escaños, el partido no duda de su hegemonía cultural. Lo teorizaba otro de sus referentes, el filósofo italiano Antonio Gramsci. "Hemos podemizado a España a la vez que nos hemos impregnado mucho más de nuestro país. El Podemos de hoy se parece mucho más a España que el Podemos hace dos años", indicaba Errejón. Entre la guerra y el relato es donde Podemos busca la paz como fuerza de oposición con vocación de gobernar.