El alcalde de Elna, Nicolás Garcia, ha pedido a la cantante catalana Rosalía que cancele su actuación en el festival de Les Déferlantes el próximo 9 de julio. El motivo es porque este festival de música, uno de los mayores de Francia, que hasta ahora se celebraba en Ceret (Vallespir), ahora se ha trasladado en Perpinyà "en un espacio del Ayuntamiento en manos de la extrema derecha". "Es como aceptar cantar por un ayuntamiento dirigido por Vox", ha escrito Garcia en su cuenta de Twitter.

El festival Les Déferlantes se celebrará del 6 al 9 de julio de 2023 en Perpinyà. En 2022, Los Déferlantes Sur de France celebró dignamente su 15.º aniversario acogiendo a más de 100.000 asistentes durante 4 días, convirtiendo este festival en el más importante de Occitania, región que desde hace algunos años incluye la Catalunya Nord. A pesar del gran seguimiento, alguno de los asistentes manifestó dificultades a la hora de llegar hasta Ceret, y es por esta razón que se ha decidido trasladar a Perpinyà, donde reside más del 50% de los asistentes habituales. El fundador del festival, David Garcia, denuncia además que Ceret ha abandonado el compromiso con el festival, y por eso van a Perpinyà.

Cordón sanitario a la extrema derecha

En el Estado francés es usual realizar el cordón sanitario a la extrema derecha. El cordón sanitario designa la política de acuerdos entre partidos para aislar e impedir el acceso al poder de otro partido o ideología incompatibles con sus valores. Desde que empezó a popularizarse la expresión en los años ochenta, en países como Bélgica o Francia, se aplicó a la extrema derecha. El año 1983, el Frente Nacional de Jean-Marie Le Pen entró por primera vez en un gobierno municipal, y solo un año después, en 1984 obtuvo 10 diputados en las elecciones europeas. En 1986, gracias al nuevo sistema de elección legislativa proporcional impulsado por el presidente socialista François Mitterrand, el FN sacó 35 diputados en la Asamblea Nacional.

Actualmente esta práctica se mantiene en Francia, y cuando el pasado mes de abril se conocieron las primeras estimaciones de las elecciones presidenciales en Francia inmediatamente empezaron a aparecer en público la mayoría de candidatos derrotados para forjar un "frente republicano" contra la extrema derecha. Lo hacía Valérie Pécresse, de la derecha tradicional: "Votaré en conciencia a Emmanuel Macron para impedir la llegada al poder de Marine Le Pen". Se adhirió la socialista Anne Hidalgo: "Les pido seriamente que voten contra la extrema derecha de Marine Le Pen, utilizando la papeleta de Emmanuel Macron". Y, a su manera, también Jean-Luc Mélenchon, de la izquierda radical, que repitió hasta cinco veces que "ningún voto" tenía que ir "a la señora Le Pen".

Finalmente, Macron tuvo que enfrentar su segundo mandato sin la mayoría absoluta parlamentaria que tenía, perdida en la segunda vuelta de las legislativas por la unión de la izquierda, convertida en la primera fuerza de oposición, y por el avance histórico de la ultraderecha. Las fuerzas coaligadas que dan apoyo a la política del Elíseo perdieron más de un centenar de los 350 diputados que tenían y se quedaron lejos de los 289 que le permitirían sacar adelante las leyes sin la aportación de otros grupos. Con todo, el legislativo francés esta más dividido que nunca en un sistema que prioriza las mayorías y obliga a Macron a buscar apoyos externos para sacar adelante sus proyectos.