Queridos amigos y amigas todos: Bienvenidos a la 67ª. Noche de las Letras Catalanas.

Son las 8 de la noche del 4 de diciembre, el día que el juez ha decidido mantenernos en la prisión provisionalmente. Os escribo desde la celda de Soto del Real. Permitidme enviar todo mi amor a Oriol, Quim y Jordi, así como a todos sus familiares y amigos, muy especialmente a los más pequeños de cada casa: tanto vuestros padres como yo somos buenas personas, que os amamos mucho y que precisamente por eso queremos un mundo mejor y más justo para todo el mundo.

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Os quiero agradecer nuevamente todas las muestras de apoyo; esta ternura nos hermana más. La ventana de la celda está encarada al este y ahora mismo veo la luna a punto de hacer el pleno; eso me hace pensar en aquellos hombres y mujeres que remontaron la carena hace más de 80 años, y creedme si os digo que también es por ellos que todo este cautiverio toma el mayor sentido: la lucha por la democracia.

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Bienvenidos a la 67ª Noche de las Letras Catalanas. La literatura ha sido muy a menudo una herramienta de transformación en momentos difíciles. Esta velada nació precisamente para normalizar la lengua y la cultura catalanas en el conjunto de los Països Catalans. Para compartir el catalán en un país que sólo tiene un orgullo: su hecho migratorio como elemento estructural. Gente venida de mar o montaña, de todo el Estado, del Mediterráneo o del resto del mundo, en busca de un futuro más digno para sus familias. Y digo que tenemos un orgullo porque el resto es todo autoestima. Autoestima de estar hoy en Nou Barris, un barrio formado por hombres y mujeres que asfaltaron -literalmente calles y plazas con sus manos. Hoy entregamos los premios más importantes de la literatura catalana y, al mismo tiempo, bautizamos el premio de comunicación con el nombre de Muriel Casals. Estimada Muriel, sabes que estoy sereno, no sufras: nunca podrán encarcelar las ideas.

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Como décimo presidente de Òmnium Cultural, en estos momentos difíciles os pido que nos ayudéis a seguir fortaleciendo el sentimiento de pertenencia colectiva, donde cada uno se pueda ver reflejado sin ninguna renuncia y con toda la ambición del mundo. [...]

En Soto del Real ahora son las 12 de la noche. El azar ha hecho que hoy, por primera vez, una calefacción a medio gas haya roto el frío de la celda, pero podéis estar bien tranquilos porque desde el primer día de la prisión siempre he notado vuestro calor. Y dejadme que os pida una última cosa: seguimos compartiendo todo este amor y bondad por todas partes. Somos gente de paz: que nunca nada ni nadie nos orbe la sonrisa.

 

¡Viva la Cultura, la Paz y la Libertad! ¡Viva Nou Barris! ¡Viva Catalunya!