El procés se pasea por Madrid de la mano del delegado de la Generalitat, Ferran Mascarell, nombrado por el president Carles Puigdemont, para tender puentes de “diálogo y razones entre Catalunya y España". Llegado hace dos meses y pico a la capital, Mascarell ha participado esta mañana en un desayuno en el Foro de Europa, donde ha citado las causas que han llevado a los catalanes a caer en un “cisma político y emocional que muy pocos entendieron”, después de que el Tribunal Constitucional tumbó el año 2006 un Estatut “que suponía un proyecto y anhelo reformador”.

El representante de la Generalitat ha mantenido un tono pausado y cordial en todo momento ante la atenta mirada de los asistentes. Eso no le ha dificultado afirmar que es “la baja calidad del Estado y de las instituciones” lo que ha profundizado el malestar y las dificultades de relación entre Madrid y Barcelona. “Es un problema de todos”, ha explicado, citando a Luis GaricanoDaniel Innerarity entre otros pensadores “no independentistas”, en sus posicionamientos donde detectaban los déficits del Estado: “La corrupción y el clientelismo” o la renuncia a “ser un país del norte y de los punteros de Europa”, ha dicho.

Precisamente, el delegado ha querido exponer el clima que se respira en Catalunya, en relación con la política aplicada por el Estado. “Nos sorprende que un antiguo presidente diga que el problema se puede resolver volviendo al Estatut, como nos sorprende el paternalismo cuando se habla de ‘crisis de convivencia’, la judicialización de la vida política, el Consejo de Ministros de cada viernes, y nos sorprende que quieran resolver el hecho sin el método democrático”, ha expuesto ante los embajadores, políticos y periodistas asistentes al hotel Ritz.

“Tenemos por delante un reto colectivo. Un deber que nos aproxime sin reproches”, ha indicado a estos efectos. Según el delegado, existe un “déficit crónico de acomodación” a España, que habría que resolver a través de una defensa “radical de la democracia” y no con “paripés” y “gesticulaciones”. El delegado se ha confesado independentista y defensor del referéndum, motivo por el cual ha insinuado que contemplaba en Podemos una vía para conectar el Estado con las demandas catalanas. “¿Qué quiere que le diga que no sepa ya?”, ha respondido al periodista que conducía el acto cuando le preguntaba cuál sería la solución.

Constitución e inversiones

Preguntado sobre el Estado de las finanzas catalanas y la economía, Mascarell ha desmentido que haya disminuido la inversión en los últimos años, o que se haya producido deslocalización de empresas. “Apareció en un diario económico importante que Catalunya es la cuarta región de Europa en inversiones extranjeras”, se ha defendido el delegado. A estos efectos, ha indicado que la caída de la consideración del rating “no es más que una expresión más de la trágica mala financiación a que ha sido sometida Catalunya en los últimos años y de la imposibilidad de financiar correctamente la economía”.

Ante el suceso de la simulación de una quema de la Constitución española por la periodista Empar Moliner, hace unos días, en un espacio humorístico de TV3, Mascarell ha dicho que no le gustaría que eso hubiera pasado con la bandera catalana, a la vez que tampoco con la carta magna, y ha reprobado el hecho. Ahora bien, ha hecho una defensa del significado del gesto. “Pobreza energética no cabe en una Constitución” es, según el delegado, aquello que Moliner quería defender.

Cordialidad en el Ritz

El secretario de Estado de Cultura, José María Lassalle, ha empezado el desayuno explicando las diferencias ideológicas que separaban él de Mascarell, a pesar de las sintonías intelectuales que mantienen. El delegado de la Generalitat ha aclarado que es “un federalista que ahora mismo votaría independencia”. Precisamente, alguien le ha preguntado cómo Artur Mas lo había seducido para hacerse independentista. “El primer político que reconoció la magnitud de la tragedia fue el presidente Mas”, ha defendido.

El delegado ha querido desmitificar una serie de “tópicos”, como ha dicho, para romper el hielo, como que los catalanes “no tienen dificultades con el castellano”, o “saben diferenciar muy bien los déficits del Estado con los de España”. Mascarell ha tildado de “buena gente” a los ciudadanos que representa, aclarando que actuaban “por razones de convencimiento”, sobre todo en las “movilizaciones democráticas y pacíficas” independentistes que han tenido lugar desde el 2010.