El ambiente precongresual se empieza a calentar en la nueva Convergència. El gesto de Artur Mas marcando el camino a una presidencia del partido bicéfala compartida con Neus Munté, y lo que se puede desprender de este anuncio, ha removido una parte de las filas convergentes y ha provocado reacciones en diferentes sentidos.

Nadie discute en CDC el liderazgo de Artur Mas y todo el mundo daba por descontado que, dado que se mantiene como uno de los principales valores de la formación, es la persona tiene que presidir el partido. Tampoco el nombre de Neus Munté despierta ningún rechazo dentro de la formación. El mismo Mas señaló que se trata de una persona de "máxima confianza para mucha gente". Y así es. La consellera no suscita reacciones adversas, más allá de alguna reticencia ante su toma de posición en el debate precongresual.

Lo que sí inquieta es, sin embargo, el hecho de que esta designación pretenda ir más allá de la presidencia. El nombre de Munté se había asociado las últimas semanas con la candidatura del presidente del grupo parlamentario de Junts pel Sí, Jordi Turull, que ha expresado su voluntad de optar a liderar el partido.

Reticencias

Y aquí sí aparecen reticencias. Para determinados sectores del partido Turull no representa las caras nuevas que tenían que impulsar la fundación de este nuevo espacio. Eso es así tanto entre los sectores que encarnan la renovación de la formación como entre aquellos dispuestos a dar un paso atrás para favorecer esta renovación.

Entre estas voces, donde figuran nombres destacados de CDC, no se disimula el malestar ante el hecho de que el gesto de Mas haya creado la impresión de que la nueva dirección se hará siguiendo lo que decida la cúpula del partido y a partir de la candidatura que está armando Turull.

"Teóricamente teníamos que regenerar la política y empoderar a las bases", reprocha un dirigente convergente. Según estos sectores, una propuesta en este sentido conducida desde arriba, que en algún caso tildan de "trágala", no generará un consenso que requiere una propuesta novedosa.

Algunas voces intuyen en el movimiento de Mas la necesidad de blindar el partido con una dirigente consolidada ante el riesgo de que en septiembre el president Carles Puigdemont no superara la cuestión de confianza. Pero incluso en este caso advierten que habría que situar al frente de la nueva ejecutiva una imagen clara de renovación. Nombres como Marta Pascal y David Bonvehí, que hace semanas aparecen como las caras nuevas y que se habían consolidado para encabezar este relevo, aparecen en todas las propuestas.

Dirigentes de partido

Una de las cuestiones que coinciden en argumentar estas voces discrepantes es el hecho de que desde un primer momento se había apuntado la necesidad de que la nueva dirección tuviera una clara dedicación al partido. El famoso régimen de incompatibilidades que tenía que encabezar los debates congresuales. Aquí se recuerda que Neus Munté ya dejó claro que no tenía intención de abandonar el Govern, mientras que Turull preside al grupo parlamentario de JxSí.

De momento, el malestar se concentra en los comentarios internos a la formación, pero desde estos sectores no se descarta la posibilidad de que se presente una candidatura alternativa si es que finalmente el resultado del congreso vierte a una nueva dirección de este perfil.

Por el contrario, desde el entorno de Turull, se ha acogido con mucha satisfacción la elección de Munté. A pesar de asegurar que concentran todos los esfuerzos en los debates de este fin de semana, admiten también que están construyendo su candidatura de 12 nombres. Adelantan que plantean un diseño con perfil colegiado y una renovación a fondo de nombres, para el cual aseguran que les llegan muchos apoyos dentro del partido.

Esta candidatura se vendría a sumar a la que está construyendo el exconseller Germà Gordó, al cual se pronostican pocas posibilidades, especialmente después de que su nombre apareciera en las conversaciones entre el ministro Jorge Fernández y el director de la Oficina Antifrau, y a la que se apunta en el entorno del líder de Reagrupament, Ignasi Planas.

Debate congresual

Todo dependerá de cómo vaya el congreso de este fin de semana. Dado que no se trata sólo de un debate de nombres. De hecho, este fin de semana se debatirá la estructura y los miembros de la ejecutiva no se decidirán hasta el congreso del 23 de julio.

Este es otro de los frentes del debate dado que dentro de la formación también ha provocado malestar el hecho de que los documentos congresuales hayan quedado en manos del aparato de CDC.

De hecho, el mismo Mas ha sido el primero a superar aquellos documentos advirtiendo de que su presidencia no será sólo de representación institucional, sin tareas ejecutivas, como se asegura en los documentos, sino también de "coordinación interna del equipo de dirección ejecutiva". Es decir, que no se limitará a figurar sino que tendrá también un papel a la ejecutiva.

Igualmente el modelo de dirección que integrarán 12 personas provoca discrepancias. Mientras la candidatura que impulsa Turull apuesta por una dirección colegiada y el mismo Mas puso en duda que hiciera falta un secretario general, otras voces reclaman una ejecutiva con una dirección potente y con capacidad de decisión, es decir, con secretario general y secretario de organización muy destacados.

"La sensación es que eso no es lo que se esperaba del congreso y que todo es muy confuso", asegura a un dirigente del partido a modo de conclusión.