El juez del Tribunal Supremo Pablo Llarena ha hablado en una revista hecha por presos de Burgos de por qué no ha podido con el president en el exilio, Carles Puigdemont. Ha asegurado en este sentido que, cuando empezó a estudiar el caso, ya sabía que el procés sería "un asunto en el que era muy difícil que no se produjera una deflagración y me quemara hasta las pestañas".

Llarena incluso evita responder afirmativamente en la entrevista en La voz del patio a si ha valido la pena instruir la causa del procés independentista. "Lo frecuente es que conteste que sí, pero no es seguro", señala con dudas.

"Probablemente el procés haya sido uno de los asuntos más complejos de toda la historia de nuestra democracia. Verte inmerso en este lío lleva como consecuencia dificultades personales, familiares y jurisdiccionales, y al final eso te pesa. A medida que vas trabajando va cambiando tu personalidad. Es muy duro levantarte una mañana y ver que todos los diarios de España hablan de ti, que todas las noticias de España hablan de ti. Eso era presión. Y ver manifestaciones, como había en Catalunya al principio, de 800.000 personas con velas en la Diagonal, porque no se digiere fácilmente. O que cuelguen muñecos de ti en los puentes, y quemen tu fotografía o empapelen los alrededores de tu casa con carteles con tu cabeza al revés, tampoco. O que te insulten y quemen los muñecos que te representan, tampoco. Pero no lo podía eludir", añade.

Los presos preguntan también a Llarena por si se siente incomprendido por los reveses judiciales que ha sufrido en Europa, en la persecución a Puigdemont. "Incomprendido, depende. Hay muchas ocasiones en las que la revocación de una resolución va determinada por una interpretación de la norma jurídica diferente de la que tú has hecho y entonces allí están las razones. Si las razones jurídicas que te dan son sólidas, no tienes ningún problema. Cuando se trata de una valoración de cómo crees tú que pasaron las cosas, sí que es verdad que un juez puede sentirse más incomprendido porque él ha leído de una forma la prueba y el otro de otra. Pero al final los jueces nos acostumbramos a que otros jueces lo vean de otra manera", señala.

Llarena explica a los presos qué haría si un día el president, que puede circular libremente hasta la frontera, la cruzara y se presentara por ejemplo en Girona. "En este momento tendría que pedir la autorización para procesarlo al Parlamento Europeo. Y si algún día el Parlamento Europeo levantara su inmunidad, entonces ya podría ser detenido en el extranjero, y volveríamos en donde estábamos, a ver si los países europeos, una vez lo tienen detenido, lo quieren entregar [a España] o no", indica.

Según el juez, Puigdemont sólo podrá quedar libre para España en tres casos, siguiendo las tesis judiciales españolas: "Que su huida dure más tiempo de lo que dura el plazo de prescripción de delito; que se apruebe una ley de amnistía, o que se modifique el Código Penal hasta el punto de que los hechos a los que él se enfrenta sean claramente no constitutivos de delito".

Después de criticar el uso de expresiones como presos políticos y de rechazar hablar de trato de favor a los condenados por sedición —"sería tremendamente imprudente"—, el magistrado ha comentado que los jueces "no pretenden solucionar el problema" de fondo en Catalunya. "La justicia a lo que aspira es a que se cumpla la ley y después los problemas los tienen que solucionar otros", ha apuntado.