Las elecciones del 21-D fueron convocadas de manera excepcional. Y la sesión constitutiva del Parlamento también ha sido excepcional. Porque no estaban todos, sino que faltaban ocho diputados electos, todos ellos independentistas: los tres encarcelados y los cinco exiliados. Es por eso que los grupos parlamentarios de Junts per Catalunya y Esquerra Republicana de Catalunya han decidido colocar grandes lazos amarillos en los escaños que tendrían que ocupar, que han dejado una imagen bien singular.
Cuando han leído sus nombres durante las votaciones del presidente de la cámara, han sido aplaudidos por la bancada izquierda, donde se sitúa la mayoría independentista y los comuns. En el caso de los tres diputados encarcelados, han delegado su voto: Oriol Junqueras en Marta Rovira y Joaquim Forn y Jordi Sànchez en Jordi Turull. La Mesa de Edad ha aceptado la delegación, hecho que ha provocado la protesta de Inés Arrimadas (Ciudadanos) y Santi Rodríguez (PP), que han pedido la reconsideración, que no ha sido aceptada. El socialista Miquel Iceta se ha desmarcado: ha intervenido para mostrarse conforme a la delegación de voto.
En su discurso, el presidente de la Mesa de Edad, el republicano Ernest Maragall, ha tenido un recuerdo especial por la ausencia de los diputados encarcelados y exiliados.
Ha constatado que la bancada del gobierno estaba vacía en esta sesión constitutiva. Ha denunciado la falta de voluntad política del Estado español para iniciar un diálogo político: "El Estado español no sabe ganar, sabe derrotar".