Un informático, un asesor de empresas, una empresaria jubilada, una farmacéutica... Esta tarde han desfilado ante el tribunal que juzga el procés ciudadanos que el 1-O fueron a votar. Sólo uno de los que ha comparecido en la sesión de la tarde vivió las cargas policiales -"ataques", decía-, pero el resto han acudido a explicar una jornada electoral sin violencia, festiva y con una gran afluencia de votantes.

"Estábamos contentos de poder hacer aquella celebración y creíamos que era la manera pacífica de demostrar lo que queríamos", ha explicado Jordi Cuyàs de Pacs de Penedès, el primer testigo de la tarde.

Un día muy importante

Todos ellos han sido convocados por el abogado Jordi Pina y las acusaciones no se han mostrado especialmente activas. Se han limitado a interrogar sobre cómo habían sido convocados a votar, si alguien les había reclutado para organizar actividades, si había alguna organización previa... "Para mí era un día muy importante. Quería ayudar", ha explicado Enric Climent de la escuela Turó del Cargol de Barcelona al fiscal Jaime Moreno.

"La gente estaba contenta porque podía votar", ha insistido Maria Dolors Prats del colegio Ausiàs March del barrio de Les Corts de Barcelona, que ha relatado colas de tres horas.

El presidente de la sala, Manuel Marchena, que el lunes protagonizó un tenso rifirrafe con Marina Roig, abogada de Jordi Cuixart, cuando intentaba que el líder de CCOO explicara las razones del apoyo del sindicato a las movilizaciones del 20-S, ha encajado con filosofía las reivindicaciones de los testigos que han ido desfilando con lazos y pañuelos amarillos. Uno de ellos, ha comparecido con una chaqueta amarilla que ha colgado convenientemente en la silla.

"Un día de fiesta familiar y un cierto miedo por las imágenes vistas por la televisión y las despedidas de los cuarteles con el a por ellos", ha explicado Xavier Almirall del centro L'Olivera de Cabrils, mientras que la Míriam Camp que pasó la jornada en Arenys de Munt ha relatado que a las 8 de la mañana cuándo llegaron los Mossos se había organizado en el colegio una chocolatada a la cual acudió casi todo el pueblo y al mediodía una comida popular: "Fue una fiesta, estaba todo el pueblo, hicieron una gran paella en medio de la calle principal".

Vox por imperativo legal

Cuando Jesús Bricollé de Sant Vicenç de Castellet, que llevaba un lazo amarillo y uno morado, ha explicado antes de empezar a su testimonio que respondería a la acusación popular de Vox por imperativo legal el presidente de la sala ha replicado con uno "muy bien, hace muy bien".

Igualmente, Marchena ha encajado sin más comentarios cuándo Agustí Ferrer de El Catllar ha respondido a la obligación de decir verdad con uno "espero que la verdad los hará libres".

No obstante, después de siete declaraciones, este octavo testigo sí ha rozado el límite de la paciencia del juez. Lo ha cortado las dos veces en que ha insistido en que la voluntad de la gente que llenaba el colegio era "dar una muestra de dignidad". "¿Tiene otra pregunta letrado?", ha reclamado Marchena, síntoma inequívoco de impaciencia.

De nuevo la abogada del Estado, Rosa María Seoane, ha acabado recibiendo y sus preguntas sobre el material electoral y las urnas han provocado una nueva interrupción del juez. "Si las urnas eran de metacrilato o de material transparente no afecta a la valoración jurídica de los hechos", ha cortado.

Uno tras el otro los testigos han asegurado desconocer quién había organizado las votaciones, cómo y de dónde habían aparecido las urnas, todos ellos han explicado que acudieron al colegio en que habitualmente votan, que las actividades nocturnas habían sido autoorganizadas o impulsadas por las asociaciones de padres de las escuelas...

"Pasé mucho miedo"

El episodio de violencia de la tarde lo ha relatado Antoni Taulés de l'Escola Joventut de Callús que ha explicado como llegaron 35-40 furgonetas de la Guardia Civil al centro de votación donde había entre 70 y 80 personas en un pueblo de 1.500 habitantes. Taulés ha explicado que, ante la gente en silencio, los agentes tiraron por el suelo al alcalde. "A una señora le partieron el escudo en la espalda", ha recordado a pesar de asegurar que en ningún momento hubo agresión por parte de los presentes. De hecho, ha atribuido los posibles heridos a lesiones hechas entre los mismos agentes.

"Pasé mucho miedo. Por el acompañamiento que llevábamos todos, aguanté, pero había gente que no podía aguantar y salía por su propio pie", ha admitido.

El testigo ha explicado que a las 5 de la mañana ya estaba en el colegio electoral. "Queríamos salvaguardar nuestros derechos", ha argumentado cuando la fiscal Consuelo Madrigal ha querido saber por qué fue tan pronto al colegio. "Pero, tan pronto"?, ha insistido la fiscal.