Las elecciones primarias para elegir al nuevo líder del Partido Popular se han convertido en un campeonato para ver quién era más radical, más de la derecha extrema y, sobre todo, más beligerante contra el soberanismo catalán. Y se ha producido un empate. Soraya Sáenz de Santamaría y Pablo Casado son igual de bárbaros y tanto da quién finalmente asuma el mando. La derecha española es el animal político capaz de tropezar sistemáticamente con el mismo error estratégico. La bestia que lleva dentro le obliga: se radicaliza y, a continuación, pierde las elecciones.

Manuel Fraga Iribarne fue incapaz de ganar unos comicios ni cuando la UCD de Adolfo Suárez se disolvió. Su extremismo conservador propició catorce años de mayoría socialista. José María Aznar ganó en 1996 no tanto por méritos propios sino porque la corrupción y el escándalo de la guerra sucia hacían imposible la continuidad de los socialistas en el poder. Así y todo el PP ganó con sólo 300.000 votos de diferencia. Aznar se vio obligado a hablar catalán en la intimidad, pactó con Pujol, con Arzalluz y con los sindicatos y fruto de aquel periodo tan centrista y tan centrado, en el 2000 el PP ganó por mayoría absoluta. El ardor guerrero se le volvió a subir a la cabeza y en 2004 les ganó José Luís Rodríguez Zapatero. El PSOE no cayó derrotado hasta 2011, pero no por el PP sino por la crisis que derribó a todos los gobiernos de la época. Y Mariano Rajoy ha vuelto a radicalizar a la derecha y ni siquiera ha terminado el mandato. Así que con Soraya SS o con Pablo Casado el PP no está en el Gobierno ni tampoco se le espera.

La radicalización de la derecha española es la mejor noticia para los socialistas. Cuando la derecha pierde el centro, quien se aprovecha es el PSOE

Desde este punto de vista, la radicalización de la derecha española es la mejor noticia electoral para los socialistas. Cuando la derecha pierde el centro, quien se aprovecha es el PSOE que, de hecho, siempre se ha sentido más cómodo administrando el statu quo sin molestar a nadie. Ocurre, sin embargo, que el bipartidismo ya no es lo que era, las mayorías absolutas ahora son inalcanzables. Para continuar gobernando, el PSOE necesitará apoyos externos y deberá elegir entre continuar con una mayoría como la actual (PSOE, Podemos, vascos y catalanes) o aliarse con Ciudadanos.

Huelga decir que Podemos y el Partido Nacionalista Vasco estarán bien dispuestos a hacer todo lo que sea necesario para impedir el acceso al Gobierno de los neofalangistas que lidera Albert Rivera. No está tan claro, sin embargo, qué harán los soberanistas catalanes. Una cosa es apoyar una moción de censura contra Mariano Rajoy y otra muy distinta apoyar a un presidente del Gobierno que tiene como prioridad impedir que los soberanistas catalanes se salgan con la suya.

Las preguntas son de millón de dólares. ¿Preferirán los soberanistas un Gobierno PSOE-Ciudadanos? ¿Estarán dispuestos ERC y el PDeCAT a desentenderse como si las decisiones del gobierno español no tuvieran consecuencias en Catalunya? ¿Podrán implicarse y mantener al mismo tiempo la hoja de ruta hacia la independencia?... Sí, contra Rajoy todo era más fácil, pero se mire como se mire, serán decisiones que determinarán el curso del proceso soberanista.