El independentismo norcatalán no ha dejado pasar la oportunidad de hacerse notar durante la visita de Pedro Sánchez a Catalunya Nord. Si la idea del presidente español era reconocer el republicanismo español, con lo que se ha encontrado, cara a cara, ha sido el republicanismo catalán.

En primer lugar en Cotlliure, donde unas doscientas personas han aguantado en la calle las más de dos horas de retraso con que ha llegado el presidente del Gobierno a la localidad, con la intención de visitar la tumba de Antonio Machado. Su llegada ha estado acompañada de un sonoro abucheo.

Bien diferente ha sido lo sucedido en Argelers de la Marenda, donde dos grupos de independentistas han esperado al presidente español junto al monolito en recuerdo de los exiliados, lugar donde Sánchez ha hecho una declaración institucional.

Uno de los grupos se ha colocado prácticamente a cinco metros de Sánchez, separado tan solo por un matorral. Quizás ha sido en Catalunya Nord donde el presidente del Gobierno ha notado de más cerca que, al fin y al cabo, la república catalana sí existe.

Eso sí, desde la distancia, porque un nutrido dispositivo de la Gendarmería ha evitado que ningún independentista se encontrara a menos de cien metros de Pedro Sánchez.

Cuando ha llegado Sánchez, el abucheo ha sido tan ruidoso que el presidente español ha tenido que parar su discurso hasta que los gendarmes, de forma expeditiva, han alejado al grupo de independentistas más próximo a la comitiva oficial.

En grupos reducidos y muy activos, los independentistas, la mayoría de la misma Catalunya Nord, han demostrado que quizás son pequeños, pero peleones.