Un cronista quebequés, Mathieu Bock-Côte, ha alertado que la prohibición de entrada del presidente Carles Puigdemont en el Quebec no solo "es inadmisible en sí misma", sino que es "contraria a la tradición política canadiense".

En un artículo publicado en el diario Le Journal de Montréal destaca que la denegación de entrada al presidente coincide en el momento en que España lleva a cabo el juicio al procés "para decapitar legalmente el nacionalismo catalán". Puigdemont tenía prevista una visita al Quebec, invitado por el presidente de la Société Saint-Jean-Batiste de Montreal (SSJB), Maxime Laporte, pero las autoridades canadienses rechazaron su derecho a viajar justo un día antes de la fecha prevista para la salida. Desde el entorno de Puigdemont se considera "arbitraria" la decisión, por lo cual el presidente ha presentado este lunes un recurso ante un tribunal federal. El gobierno canadiense, a su vez, no ha dado ninguna explicación para revocar el permiso que había sido concedido previamente al presidente.

El artículo de opinión, que se titula Homenaje a Catalunya igual que el libro de George Orwell donde relata sus experiencias personales en la Guerra Civil, recuerda que en Canadá se permitió la celebración de dos referéndums sobre la independencia del Quebec, uno en 1980 y el otro en 1995.

Artículo opinión Le Journal de Montréal

Aunque los referéndums quebequeses fueron criticados desde algunos sectores, escribe el cronista, "se celebraron legalmente". Los quebequeses pudieron votar "sin ser golpeados" y "los líderes separatistas" no fueron "encarcelados", indica. En esta perspectiva, Bock-Côte considera que el gobierno federal habría podido dar la bienvenida al presidente catalán.

El periodista compara la reacción del gobierno canadiense y el español ante el derecho a la autodeterminación. El gobierno de Ottawa no respetó las reglas del juego e hizo todo el posible para "demonizar el nacionalismo del Quebec", explica. No obstante, no lo "reprimió" ni pretendió prohibir la consulta enviando a la policía, admite.

Un año y medio más tarde, a Puigdemont le ha tocado pagar el pato. "Carles Puigdemont intentó conducir democráticamente su pueblo a la independencia", escribe el opinador, que "por lo visto, era inaceptable."