El president, Carles Puigdemont, se resiste a hablar de unilateralidad. Desde el Govern se considera que se trata de una etiqueta que puede aportar argumentos para atacar al procés y al mismo tiempo impide, en un momento crucial, sumar apoyos tan significativos como el de la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, y Podemos.

La tesis es que el discurso del Govern se ha basado siempre en defender la obediencia a la legalidad que emana del Parlament y un desafío unilateral hace chirriar este argumento.

Vinculante y con garantías

En este contexto, Puigdemont defendió ayer en declaraciones en Catalunya Ràdio que el referéndum que pretende convocar el Govern tiene que ser "vinculante" y con "los estándares aceptados por el mundo en términos de participación, validación de los resultados, garantías...". "Tiene que superar todas las pruebas de estrés que un mecanismo de estas características se tiene que someter", remachó.

En caso de que esta vía no fuera "factible", recordó que la hoja de ruta "prevé elecciones constituyentes". Su compromiso es que, por una vía u otra, se completará "la culminación plena de este proceso".

Negociación

De momento, el president anunció el domingo que reiterará en el marco de la cuestión de confianza del próximo día 28 su propuesta de un referéndum pactado con el Estado, consciente de que la posibilidad de que esta vía prospere es casi imposible. De hecho, ayer la respuesta del ejecutivo español fue de nuevo orientada a despreciar la Diada o, sencillamente, ignorarla, como hizo el presidente Mariano Rajoy.

Una vez fijada esta prioridad, el Govern tiene previsto negociar con las formaciones que impulsan el procés y las entidades independentistas la forma cómo se concretará el despliegue de la hoja de ruta. En principio, este tema se empezará a cerrar en el debate de Política General que se convocará una vez superada la cuestión de confianza.

Colau y Podemos

La voluntad de insistir ante el Estado en la posibilidad de un referéndum pactado no provoca un especial rechazo de los socios cupaires –aunque insisten en la vía de la desobediencia–, pero consigue retener dentro de la reivindicación del procés a Ada Colau, así como a los dirigentes de En Comú y Podem, algunos de los cuales, como Albano Dante Fachín, estaban el domingo en la manifestación.

Incluso el secretario de Organización de Podemos, Pablo Echenique, aseguraba ayer que los dirigentes de su partido participaron en la Diada para defender la "única solución viable" para la cuestión de Catalunya que es el referéndum.

Diada superada

El Govern hace una valoración positiva de la manifestación. A pesar de admitir que no ha registrado la participación de años anteriores, fuentes del Ejecutivo reconocen que se ha superado el riesgo de un fracaso que habría podido obligar a cambiar la estrategia ante el procés. No obstante, las calles se llenaron de nuevo, lo cual permitió enviar al mundo una imagen de movilización.

Puigdemont ha aprovechado además la cita para marcar –y controlar– de nuevo los ritmos. Durante el habitual encuentro con los medios extranjeros con motivo de la Diada, dejó claro que el septiembre del próximo año su gabinete, probablemente, estará ya en funciones, dado que la hoja de ruta prevé que la aprobación de las leyes de desconexión será efectiva antes del verano.

El político gerundense salía así al paso de algunas voces dentro de JxSí que apostaban por alargar la legislatura más allá de los 18 meses que prevé la hoja de ruta.

El calendario enfila el tramo final y el más complicado. Puigdemont tiene en frente las próximas semanas la cuestión de confianza, el debate de política general y los presupuestos. Un fracaso en cualquiera de las tres citas podría hacer descarrilar el procés. No obstante, una vez superadas, todavía le quedará el choque definitivo con el Estado.