Tensa. Muy tensa. La reunión de la Junta de Seguridad celebrada este jueves en el palau de Pedralbes ha reflejado la tensión extrema que el pulso por el referéndum ha creado entre el Govern y el ministerio del Interior. A estas alturas ya nadie se preocupa por disimular. La intervención del TSJC para asumir la coordinación del operativo conjunto de la cual se había apropiado la Fiscalía no ha tenido ningún efecto en un ambiente ya saturado.

A pesar de la suave placidez que rodea el jardín del palau, cerrado para la ocasión, los saludos previos al encuentro ya han reflejado la distancia sideral entre los convocados. Cuando han aparecido los protagonistas, la temperatura ambiente ha bajado unos cuantos grados. El secretario de Estado de Interior, José Antonio Nieto, el coronel Diego Pérez de los Cobos -nombrado por el fiscal superior de Catalunya como coordinador del dispositivo contra el 1-O-, y el delegado del Gobierno en Catalunya, Enric Millo, han llegado juntos.

A las diez de la mañana, una llamada de Millo había hecho saber que tanto el responsable de la Guardia Civil como el del CNP, Ángel Gozalo y Sebastián Trapote, no asistirían a la cita y que se consideraban representados por los responsables del ministerio.

El último a llegar en los jardines ha sido el president, Carles Puigdemont, acompañado del conseller de Interior, Joaquim Forn. Los saludos han sido puramente protocolarios y, en el caso del apretón de manos entre Puigdemont y de los Cobos, a duras penas ha ido acompañada del imprescindible contacto visual.

Una vez en el interior del palau, las formas se han mantenido durante la sesión fotográficas, a pesar de las caras de circunstancias que nadie se ha esforzado en disimular. La cita se ha celebrado en la biblioteca, un salón rectangular, de paredes blancas y muebles de madera saturados, bien iluminado por grandes ventanas con vistas en los jardines. Se trata de una de las dependencias del palacete en condiciones para recibir visitas, libre de la sarna que desde hace años devora el edificio.

A un lado de la mesa se sentaba, el president y el conseller, con el secretario de Interior, César Puig, el director de la Policía, Pere Soler, la jefa de servicios jurídicos del departamento, Marta Gordi, y el major de los Mossos, Josep Lluís Trapero.

Al otro lado, el secretario de Estado y el coronel Pérez de los Cobos, con el delegado del Gobierno, y el secretario general técnico del ministerio Joan Antoni Puigserver. En los dos extremos de la delegación del Estado hacían guardia las sillas vacías y las carpetas sin abrir preparadas para los responsables de la Guardia Civil y el CNP.

Puigdemont De los Cobos Forn Trapero Millo Nieto Junta de seguridad - Sergi Alcàzar

Una vez se ha cerrado la puerta, las formas han dejado paso a la tensión. Aunque el secretario de Estado ha mantenido la corrección en sus intervenciones, la actitud del coronel De los Cobos ha sorprendido a los representantes de la Generalitat. Ha llamado la atención el tono autoritario con que se ha dirigido al president y al conseller, incluso maleducado, según alguno de los presentes.

Después de que Trapero explicara el dispositivo preparado para el 1-O, el secretario de Estado ha reconocido el trabajo realizado pero ha reprochado que aquella organización era la habitual para una convocatoria a urnas cuando en este caso no se trata sólo de garantizar la seguridad de la jornada sino impedir la votación.

El major ha replicado advirtiendo que, con dos millones de personas acudiendo a los colegios electorales, no se puede generar crispación en la calle.

A partir de aquí se han vuelto a cruzar las posiciones contrapuestas, las mismas que se esgrimen públicamente. Sin ambages. No ha sido, sin embargo, hasta el final de la reunión, cuando el delegado del Gobierno ha tomado la palabra para emplazar a Puigdemont que si quiere evitar problemas de seguridad, la única cosa que tiene que hacer es suspender el referéndum.

Puigdemont ha dejado claro a los representantes del Estado que el Govern no tiene ninguna intención de echar atrás la convocatoria, que el plan de actuación de los Mossos garantiza que no haya ningún problema de seguridad, y ha subrayado la necesidad de evitar la crispación en la actuación para impedir el referéndum, porque en este caso, la ruptura de la convivencia sería responsabilidad del ministerio.