Gonzalo Boye Tuset (Viña del Mar, Chile, 1965) es el cerebro jurídico de la estrategia de defensa del president Carles Puigdemont y los consellers exiliados que ha puesto en jaque al Estado español en los tribunales de media Europa. Su madre, nacida en Chile, era hija de un catalán de Gràcia y su padre era de origen alemán. Boye estudió Ciencias Políticas y Economía en Alemania, el país donde ahora hace un año Puigdemont fue detenido, encarcelado y después puesto en libertad. También él fue detenido en 1992, en España; en su caso, acusado de colaborar con ETA, lo que siempre ha negado. Estuvo casi ocho años en prisión y, en ese tiempo, se licenció también en Derecho. Ya en libertad, se especializó en derecho penal y penal internacional. El abogado recibe a El Nacional en un hotel de Barcelona. Acaba de publicar un libro que titula con la enigmática frase con la que suele avanzar en Twitter las novedades inminentes en la batalla jurídica del procés: …Y ahí lo dejo. Crónica de un proceso (Roca Editorial). La obra ya va por la segunda edición.

Gonzalo Boye advocat - Sergi Alcàzar

En el prólogo de su libro usted se declara “antisistema”, “internacionalista”. ¿Qué le llevó a asumir la defensa de Carles Puigdemont, un político de centroderecha, soberanista catalán?

Digo más cosas. Se me acusa de ser radical y soy radical porque me gusta ir a la raíz de los problemas. Hoy, el concepto de internacionalismo tiene que ver más que con el concepto de naciones con el de ciudadanos y, en este caso, hay una clara vulneración de derechos fundamentales. Es un caso más en el que defendemos los derechos básicos de la gente.

El 28 de octubre del 2017, el día después de la declaración de independencia, le llamó Jaume Asens y le preguntó qué haría usted, en referencia a los políticos del Govern. “Irme”, le contestó. ¿Los que se quedaron se equivocaron?

Son decisiones personales y ellos tendrán que analizar si se equivocaron o no. Pero evidentmente, si todos hubiesen estado fuera, hoy la historia sería de otra manera.

Si todos los políticos independentistas hubiesen estado fuera, hoy la historia sería de otra manera

Dice en su libro que los políticos que sí que fueron a declarar a la Audiencia Nacional el 2 de noviembre, no contemplaban que irían a prisión. Usted sí que lo vió…

Yo lo puse por escrito el día 28 o 29 de octubre, está en un documento. Dije: lo que va a pasar en los próximos días es… Ese es el documento que Jaume [Asens] le entrega a Toni Comín y Toni Comín discute con el resto de los exiliados incluído el president Puigdemont. Y toman la decisión de irse… Ellos ya estaban fuera. Pero también hay gente que vuelve…

Joaquim Forn…

Por ejemplo

¿Y cree que el hecho de que los exiliados ahora mismo estén libres en Europa puede influir positivamente en la situación de los que están encarcelados y ahora están siendo juzgados en el Tribunal Supremo?

Si no existiera ese exilio probablemente no habría margen de defensa más allá de lo que se está haciendo en el juicio del Tribunal Supremo. Lo que se ha hecho fuera es una de las cosas que ha puesto más en evidencia las contradicciones que se están viendo en el Tribunal Supremo y en la forma de operar en esta causa de la Audiencia Nacional. Si no estuvieran el president Puigdemont y los exiliados fuera… ¿cómo se explicaría esto fuera? Habría un discurso monocolor, emitido por el Estado; Borrell iría país por país explicando ‘mire, esta gente es muy peligrosa’… Sin embargo, estando ellos fuera han explicado su propia versión. Y los políticos, las autoridades, los jueces, los ciudadanos europeos han tenido la posibilidad de escuchar las dos versiones.

Si no existiera el exilio probablemente no habría margen de defensa más allá de lo que se está haciendo en el juicio del Supremo

Por tanto, ahora que ya ha pasado un cierto tiempo, ¿llegaría a la misma conclusión? ¿Que debían irse?

Sin duda.

Este lunes ha regresado usted a Neumünster, en Alemania, a la cárcel donde el president Puigdemont fue ingresado después de ser detenido, hace un año. ¿Cómo lo ve, al president?

Muy fuerte, muy claro, muy decidido, muy comprometido. Con las ideas muy claras. La directora de la prisión nos dijo: ‘Para nosotros es un orgullo tenerle aquí porque los presos cuando salen nunca quieren volver, y usted ha venido incluso a darnos las gracias y a traer libros para nuestra biblioteca'. Ella estaba reconociendo algo que ya sabía: sabía desde el comienzo a quién tenía en la prisión. Y no le gustó. Estaba muy incómoda de tener a una persona como el president Puigdemont por estos hechos allá dentro.

La directora de la prisión de Neumünster nos dijo que para ella era un orgullo la visita de Puigdemont

Usted conoce esa experiencia: estuvo casi 8 años en prisión. ¿Eso da una perspectiva diferente, especial, sobre el ejercicio del Derecho y sobre este caso en particular?

Cuando entré en prisión yo no era abogado. Y ahí me puse a estudiar Derecho para saber por qué estaba en prisión. A partir de ahí siempre he tenido una visión muy crítica de cómo se hace el Derecho en las altas instancias jurisdiccionales. Yo creo que en España hay dos derechos: el que hacen los jueces todos los días y el que hacen unos pocos en función de la posición que ocupan.

Entiendo que se refiere a toda la cúpula del Tribunal Supremo…

Y de la Audiencia Nacional. Siempre se nos vendió que la Audiencia Nacional era un tribunal especializado en terrorismo, pero ahora se nos dice que hay que mantenerla porque tiene otras especializaciones. Y a la mayoría de la gente que llega a la Audiencia Nacional no se le conocen esas especializaciones.

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¿La justicia española está tratando a los políticos independentistas catalanes de la misma manera que le trató a usted en los llamados años de plomo de ETA? A usted le condenaron y fue a prisión…

Yo haría una diferencia. En cuanto al trato personal no, en cuanto al jurídico, es el mismo. El Estado, es decir, este tribunal [el Supremo], va a implantar un relato de hechos que no tiene nada que ver con la realidad.

El 5 de abril de 2018 lanzó un “... Y ahí lo dejo” en Twitter y Puigdemont quedó en libertad, en Alemania. ¿Eso fue una intuición? ¿O no podía ser de otra manera?

Hay una mezcla de todo. El 5 de abril teníamos que presentar ante el juez de guardia en Bélgica a Lluís [Puig], Meritxell [Serret] y Toni [Comín]. Hablamos con las autoridades belgas de presentarlos ese día y sabíamos que iba a ser bueno por ahí... Pero, además, cuando terminamos el día 4 el escrito [para pedir] la libertad del president Puigdemont, llegamos a la conclusión que no cabía mucho margen de discrecionalidad. En los países democráticos la justicia es previsible. Y eso tiene que ver con una cosa que se llama seguridad jurídica. Me sorprende que los empresarios, y los empresarios extranjeros también, con respecto a España no pidan más seguridad jurídica. Eso tiene que ver con que las leyes sean claras y su aplicación también. Nosotros sabíamos que al president Puigdemont le tenían que dejar en libertad con unas o con otras condiciones y que eso iba a tardar pocos días.

El Supremo va a implantar un relato de hechos que no tiene nada que ver con la realidad

Y por la noche hizo otro tuit…

…diciendo ‘hoy ya es un gran día’… Fue por la tarde, una vez me llega la notificación del auto de libertad. Informé a Elsa Artadi de la situación a efectos de conseguir la fianza y se desencadenó toda una reacción en Catalunya que yo no era consciente de que podía existir.

Una ficha de dominó que tumbó a otra… Usted tiene toda una estrategia diseñada en ese sentido, la llama “el efecto dominó”. Hasta ahora, sus previsiones se han ido cumpliendo. ¿Cuál va a ser el próximo movimiento de fichas?

[Ríe] Bueno, tenemos una estrategia global, a largo plazo, que requiere de muchas tácticas para irse implementando en cada momento. Los buenos análisis se hacen desde la frialdad y el desapasionamiento y en España se ha reaccionado muchas veces de forma visceral, apasionada. No han calibrado bien los elementos que están en juego. Y, sobre todo, cómo lo van a ver fuera.

Pero usted recomendó “irse” a algunos países, como Alemania, o Bélgica, pero no a otros: Francia, Italia…

No recomendé Francia porque existen convenios específicos de persecución en caliente. Y no soy partidario del sistema italiano de euroorden. Donde quiero llegar es que estos hechos [la acusación que se realiza en España] en otro país no son delictivos y eso tiene que ver con muchos factores, y uno es la cultura democrática. El Reino Unido tiene un sistema específico de aplicación de la euroorden, pero por otra parte, ¿qué británico va a considerar que convocar un referéndum sea delictivo? Escocia, después el Brexit… El sábado pasado había millones de personas en las calles de Londres pidiendo un referéndum. Aquí los hubieran metido en el furgón y se los hubieran llevado a prisión a todos.

Lo que es delito para el Supremo español no lo es para la justicia alemana…

El Tribunal de Schleswig-Holstein ya lo ha dicho: estos hechos no son delictivos conforme al ordenamiento alemán y no lo son porque son expresiones democráticas que todo Estado democrático tiene que tolerar si quiere seguir siéndolo.

Luego puede ser que los políticos independentistas sean condenados en España por lo que en Alemania en ningún caso se considera delito…

Así es

¿Y, eso, cómo se come?

Bueno, eso se lo plantearemos al Tribunal de Justicia de la Unión Europea y al Tribunal de Estrasburgo. El Tribunal Supremo de España no es consciente de encontrarse en un club que tiene unas reglas. Y su principio fundamental es el de la creación de un espacio único donde pueden circular las personas y las mercancías, el dinero, con absoluta libertad. Cualquier cosa que se oponga a ello es contraria a los principios de la Unión Europea. Si se determina que beber cerveza es delictivo en España eso afecta a la circulación de las personas y las mercancías. Pero si manifestarse, hacer una consulta popular, reunirse, protestar, es delictivo en España, eso va en contra de la esencia misma de un espacio común que tiene que ver con principios democráticos. La Europa de los ciudadanos, de las libertades, se enfrentará con un procedimiento que ataca a la línea de flotación de todo el sistema.

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Dice en su libro que tuvieron en el juez Llarena a su mejor aliado. Retirada de euroórdenes, libertad de Puigdemont y el resto de exiliados…

Lo sigo sosteniendo. Llarena reúne muchos de los problemas que tienen las instancias judiciales españolas.

Usted atribuye los reveses de Llarena en Europa a una quiebra de la confianza en la justicia española de las justicias europeas implicadas. ¿Eso es ya irreversible?

Es más fácil perder o ganar la confianza que reconstruir la confianza. Cuando ellos vayan por tercera vez con la euroorden, el comentario será: ¿en serio?

España presentará la tercera euroorden después de la sentencia del Supremo

¿Cree que España cursará esa tercera euroorden?

Sí, sin duda

¿Cuándo?

Creo que después de la sentencia [del juicio del Supremo]

Es decir: la tercera euroorden se basará en la sentencia... 

Retiraron la primera euroorden para que estuviera más consolidada una vez hubiera acto de procesamiento; después, para evitar un juicio disímil, que Puigdemont fuera por malversación y no por rebelión. Vale. La tercera la van a sostener en la sentencia condenatoria, pero es que esa sentencia incluirá los mismos hechos que la primera y la segunda. Y no entienden que los hechos chirrían.

¿La sentencia del Supremo va a ser condenatoria?

Sin duda.

Sostiene que Puigdemont, si es elegido eurodiputado, podrá volver a España y España si lo detiene deberá ponerlo en libertad. ¿Está seguro?

Es más. Estoy convencido de que gran parte de los abogados y los juristas del Estado también lo están. Otra cosa es que no lo digan. Porque la norma es muy clara. Es decir: la condición de diputado electo ya proporciona la inmunidad… En relación con el Parlamento europeo. Si se me permite el término, son elecciones “por encargo”. Europa encarga a los estados miembros que celebren en su ámbito territorial elecciones al Parlamento europeo. No son convocatorias que hace el Estado, las hace Europa. El Estado actúa como una suerte de 'recadero', o 'mandado' para hacer algo que tiene que ver con la soberanía europea, no la estatal. Y eso se nos olvida.

Gran parte de los abogados y juristas del Estado también están convencidos que Puigdemont puede volver si es eurodiputado

De la misma manera que la Junta Electoral Central (española) valida las candidaturas al Parlamento europeo, es la que valida los resultados…

Los resultados. Punto. Artículo 3.1 del reglamento del Parlamento Europeo: "transcurridas 48 horas de celebradas las elecciones, los estados miembros notificarán al Parlamento los resultados..." 

En el caso español, hay que recoger el acta de eurodiputado ante la Junta Electoral Central, en Madrid... 

Eso es lo que dice la Junta Electoral. ¿Y que más dice? Que hay que jurar la Constitución.

O prometerla….

O prometerla. En esas elecciones también se pueden presentar candidatos no españoles. ¿Correcto?

Sí.

En España, por ejemplo, un alemán. Y si ese alemán es elegido tiene que jurar la Constitución española. O prometerla. ¿Y por qué, si ya lo ha hecho con la suya propia? Ese es un peaje que no está en el reglamento. En mi caso no podría jurarla, porque estaría incurriendo en una ilegalidad en Alemania. ¿Voy a servir otra bandera si tengo un compromiso con la bandera alemana? ¿Se nos ha ido la olla? En el Reino Unido -olvidemos ahora el Brexit- tendrá que jurar la Constitución. ¡Pero no hay Constitución¡ Es decir, la promesa o jura constitucional es un requisito nacional español, simplemente. Pero eso impide que se ejercite una soberanía directa, del ciudadano, con respecto a la persona que se ha elegido. No me preocupa la norma española.

Pero…

Mire [Boye muestra su documento nacional de identidad alemán]: yo no soy español. Y todavía tengo tarjeta militar en vigor. De Alemania. ¿Cómo m… juro la Constitución española sin cometer un delito en Alemania? Y hasta los 55 años soy reservista, como todos los alemanes de mi generación. Entonces: cuando llevas la norma al absurdo, entiendes si está bien hecha o mal hecha. La norma no es conforme al tratado europeo. La norma previa [europea] es que tú vives aquí, en Marbella, eres ciudadano holandés…

Pero Puigdemont es ciudadano español…

Bien. ¡Pero las reglas tienen que ser para todos iguales! La interpretación que se está haciendo de estas reglas únicamente tiene que ver con que se trata de Puigdemont. En España ha existido el caso Ruiz Mateos, en el 2014 un diputado del Partido Popular tomó su acta de diputado, nacional, a través de un procurador, no fue en persona…

¿Y cree que va a volver Puigdemont, a recoger su acta de diputado si es elegido, en España?

Él tendrá su estatuto de diputado…

Pero ¿cumplirá ese trámite en España o no?

No creo que haya que cumplirlo.

En teoría sí. La última vez que hubo elecciones europeas todos los diputados elegidos en el Estado español fueron a la Junta Electoral Central… En teoría, la última vez que hubo un referéndum en Catalunya no encerraron a nadie… el 9-N. Estamos en un escenario nuevo. El president hará lo que considere oportuno. Él tiene el informe jurídico y desde el momento que una persona resulta electa, tiene inmunidad.

¿Y si vuelve y es detenido por las autoridades españolas?

Entonces el problema ya no es nuestro, es de España.

La pregunta es si España quiere ser un país africano, una monarquía bananera, o un miembro del club europeo

Pero, ¿quién obliga a las autoridades españolas a dejarlo en libertad?

Existe una cosa, por ejemplo, que se llama artículo 7 del Tratado de la Unión que puede implicar incluso la suspensión de derechos de los Estados incumplidores. La pregunta es si España quiere ser un país africano, quiere ser una república bananera… bueno, una monarquía bananera. O quiere ser miembro de este club [europeo]. Es un club tremendamente complejo. Tiene unas reglas básicas, muchísimas más reglas generales y después una cantidad de reglas con letra pequeña que ni Dios se ha leído. Pero todas apuntan a una esencia misma: se supone que es un espacio común, de integración, basado en principios democráticos, de respeto a una serie de derechos.

Gonzalo Boye advocat - Sergi Alcàzar

¿El resultado de las próximas elecciones españolas puede influir en el escenario?

Como ciudadano europeo residente en España confío en que el resultado electoral permita que no haya un ‘trifachito’ gobernando España porque eso sería nefasto, para España, para Catalunya y tremendamente nefasto para Europa también. A ningún club le gusta tener un miembro en esas condiciones. Un escenario en el que gane la derecha sustentada en los apoyos de la extrema derecha sería muy mala noticia.

Confío que no haya un 'trifachito' gobernando España

¿Iría a peor la situación de los exiliados y de los presos?

Los exiliados no, pero en términos generales es mala noticia y en términos particulares de las personas que se encuentran en prisión me parece muy peligroso.

Dice que habrá condenas en el juicio del Supremo. ¿Eso no va a rearmar la posición española ante la justicia alemana o belga?

No, porque el problema no es el nombre que le pongan a los hechos sino los hechos. Y los hechos son infumables. En Alemania… En Europa. Si cruzamos la frontera y le preguntamos al primer francés que encontremos: ¿tú qué harías con esta gente? Pensaría que estamos locos. ¿O acaso no hemos visto las manifestaciones de los chalecos amarillos? Si alguien se ha excedido se le han pedido responsabilidades individuales y personales. Pero aquí estamos hablando de personas elegidas con un programa de gobierno que ya decía todo lo que ha pasado. Ellos han actuado por delegación o 'en representación de'. Lo que pasa es que el Estado no podía sentar a 2 millones de catalanes en el banquillo.

No veo ninguna posibilidad de que el Supremo absuelva a los acusados

¿Ve alguna posibilidad de que sean absueltos, los líderes juzgados en el Supremo?

No. Ninguna.

¿Qué penas prevé?

Las penas van a ser elevadas. Lo que me imagino que está en discusión es el nombre jurídico que le pondrán.

¿Cómo valora la estrategia de las defensas?

Los compañeros están haciendo distintas estrategias y lo mejor que pueden dentro de un esquema absolutamente hostil. Pero ese juicio se sabía que iba a ser hostil. 

¿Se ha pecado de ingenuidad en algún momento en la sociedad catalana? ¿Por parte de los propios procesados?

Una parte de la sociedad catalana ha pecado de ingenuidad pensando que no iba a haber la reacción que ha habido por parte del Estado. Antes del 25 de octubre fui muy crítico porque pensaba que las cosas se podían haber hecho de otra forma. Pero una cosa que he descubierto con el tiempo es que nunca se pensó que el Estado iba a reaccionar así. Yo siempre pensé que el Estado iba a reaccionar así.

¿Ello ha determinado también las estrategias de unos y otros procesados?

Sin duda

¿La cúpula judicial española está actuando como un Estado dentro del Estado?

¡Sin duda! Ellos han votado en las elecciones catalanas del 21 de diciembre. Con gente que no pudo hacer campaña; en la investidura de candidatos: Puigdemont no, Sánchez no, Turull…Yo creo que ellos han votado tres veces en esas elecciones, los catalanes una.

La cúpula judicial española actúa como un Estado dentro del Estado

¿La democracia española está en manos de una cúpula judicial?

Hay una necesidad democrática urgente de reformar las altas instancias judiciales y el proceso penal, que es demasiado anticuado. Estamos con un procedimiento del siglo XIX del cual se han aprovechado en este juicio. Estamos en un punto de inflexión en el que España va a tener que tomar una decisión de hacia dónde quiere ir: a una consolidación y profundización de la democracia o una reversión de todo lo que se haya podido avanzar desde el 78.

¿Cómo valora la actuación en el juicio del presidente del tribunal, Manuel Marchena?

Para mí, Marchena es un gran jurista. Y es un caballero. Siempre lo he dicho y lo voy a decir. Pero discrepo profundamente de sus interpretaciones jurídicas y creo que en este juicio no ha tenido un papel imparcial en ningún momento.

El papel de Marchena en el juicio no ha sido imparcial en ningún momento

Usted estuvo también en la cárcel, condenado, casi 8 años. ¿Se está desquitando del Estado español, con todo esto?

No. Yo incluso hice el juicio del 11-M como acusador particular, en representación de víctimas chilenas, con la fiscal que me acusó a mi. Trabajamos codo con codo durante muchos meses. Yo me eduqué en Chile, donde hay una cultura muy potente de la transversalidad. Siempre es bueno pasar página, en lo personal. Yo no paso página de que no hice aquello por lo que fui condenado. Y, segundo, tengo una concepción de lo que tiene que ser una democracia que muchas veces choca con visiones antiguas, retrógadas, que existen en España. Yo tengo un compromiso claro de empujar todo lo que se pueda para un cambio democrático. En España hay una democracia, pero no es una democracia sólida, madura. Una democracia madura no vería jamás un recurso ante el Tribunal Supremo para cambiar de fosa a los restos de un dictador.

Franco...

Así es. Una sociedad madura no permitiría que aún haya muertos en las cunetas; que personas que han practicado la represión y la tortura no sean enjuiciados por una ley que se ha transformado en una ley de autoamnistía. La última condena en Chile por crímenes cometidos en la dictadura fue la semana pasada. Los países tienden a avanzar revisando sus propios errores.

Usted explica en el libro que a su hija Elena, de 10 años, le hicieron bullying en el colegio porque sus padres son abogados que defienden a los políticos exiliados catalanes. ¿Cómo se encuentra su hija ahora?

Ahora bien, gracias. Está en un nuevo colegio, con nuevas compañeras… Ella es muy fuerte, una chica muy madura. La primera reacción fue ‘no lo entiendo’. Cuando se le explica, ella lo entendió.

¿Pensó en esos costes personales cuando asumió la defensa de los líderes independentistas exiliados?

Sí. Llevo muchas causas que siempre tienen un coste. Uno se mete o no se mete, pero si se mete con miedo, no puede trabajar.

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Solo mentes muy deterioradas pueden acusarme de trabajar para el CNI 

Se llegó a decir que usted trabajaba para el CNI…

Sí, lo cuento en el libro. Eso es una periodista y un periodista que se dedican a desprestigiar a la gente sin medir las consecuencias. Yo lo puse en la mesa para que mis defendidos lo tuvieran presente. Ni tengo un carnet del CNI ni un carnet que diga que no lo soy. Cada cual que saque sus propias conclusiones. Me causó hilaridad. Solo mentes muy deterioradas pueden hacer un planteamiento así.

Se están enfrentando a todo un Estado. ¿Ha temido por su seguridad en algún momento?

Con el miedo no se puede trabajar. Pero percibir situaciones complejas… claro que las he percibido. Ignorarlas también es de irresponsables. ¿Que hay locos? ¡Claro! Que una parte profunda del Estado puede jugarte una mala pasada… también. Hay estados que te la juegan, España ha tenido esas tradiciones.

¿Para cuándo el próximo “... Y ahí lo dejo"?

En breve. Y ahí lo dejo.