"Yo soy una puta traidora, amargada y malfollada". Así respondía Anna Gabriel a los insultos que le profirieron en la red cuando la CUP decidió no dar apoyo a la investidura de Artur Mas. Y es que la diputada cupaire y militante de Endavant-OSAN ha estado en el punto de mira de la caverna mediática, en palabras suyas, y ha sido presentada como la mala de la película. Asegura que le han construido un personaje. Reconoce también, sin embargo, que a veces le gusta chocar incluso con sus compañeros de grupo parlamentario, para simplemente provocar. "Así nos mantenemos activos", explica con una sonrisa en la cara. Sin embargo, asegura que el camino compartido durante los tres meses de negociaciones ha forjado una amistad especial entre los diputados cupaires, y en especial después entre las seis mujeres. 

Educadora social de calle y licenciada en derecho, Anna Gabriel ha mamado desde pequeña la pasión por la militancia. Nacida en Sallent en 1975, las discusiones políticas han formado parte de las sobremesas en su casa desde siempre. Una militancia muy de base, local y comprometida con la lucha de los trabajadores, con gente de la minería, como su padre, que emigró de Huelva, del textil o de la metalurgia. De hecho, está afiliada al sindicato CGT. Sin embargo, su carácter reivindicativo también le viene de su madre, militante del PSUC y concejala de los primeros gobiernos democráticos en Sallent. De hecho, cuando salía de la escuela, explica que en lugar de ir a casa y comer tranquilamente y aprovechar para que su madre pudiera peinarla, ella iba al Ajuntament y hacía los deberes en la sala de plenos. Con 16 años, entró en la Plataforma Antifeixista de su pueblo y entre 2003 y 2011, fue también concejala.

Anna Gabriel guarda en la memoria una decisión que ha marcado, sin duda, su carácter anticapitalista. Todo, por un concurso de redacción de Sant Jordi en la escuela, concurso que siempre ganaba. Excepto una vez, cuando la profesora le obligó a decidir entre su redacción Esperit bolxevic, o ganar. Explica que no fue fácil porque ganar significaba tener libros durante el año. Quizás por esta disyuntiva, la Anna Gabriel de ahora defiende con tanta contundencia sus ideales. 

Militante de la CUP desde 2002, se define como una persona apasionada y emocional, a quien le hierve la sangre y le sale la rabia cuando oye determinados discursos, también en el Parlament. Por ello, defiende aquello en lo que cree con uñas y dientes. Eso no significa que tenga tanto carácter como se nos ha hecho creer, matiza con un hilo de voz y la mirada baja. "Soy una persona muy normal, tengo muchas otras emociones". Explica también, sin embargo, que es de fácil crispación. Anna Gabriel hace las cosas como las siente, así de simple. ¿Y por qué? Pues porque quiere seguir mirándose en el espejo cada día, sin tener que avergonzarse de lo que ve. 

El mandato parlamentario de los diputados de la CUP tiene una fecha de caducidad. Está limitado a una legislatura, y hay que recordar que ésta sólo tiene 18 meses. Anna Gabriel todavía no tiene claro cuál será su futuro, aunque piensa en ello.. Quizás vuelva a la calle como educadora, o se decide por el mundo de la abogacía o la docencia, aunque tampoco descarta darse un tiempo y marcharse fuera. Lo que seguro seguirá haciendo, será viajar al País Vasco. Lo hace desde los 18 años. Y piensa colaborar con todas aquellas causas que defiende, ejemplo de ello son sus camisetas reivindicativas. Reconoce que ha perdido la cuenta de las camisetas que tiene, pero las sigue guardando todas porque más que prendas de ropa, son recuerdos de sus luchas.