Catalunya ha brillado por su ausencia en las dos horas de discurso de investidura de Pedro Sánchez. Ha habido espacio para hablar de bolsas de plástico, del bienestar animal y del big data. Se han escuchado referencias a Venezuela, a China o a África. Pero, ni un minuto para abordar la situación en Catalunya en una intervención donde tampoco Podemos ha salido bien parada. Aparte del pressing a la formación morada que ha sobrevolado toda la intervención, el llamamiento explícito al apoyo del grupo de Pablo Iglesias ha tenido casi el mismo protagonismo que la apelación que ha lanzado a la derecha.

El discurso del candidato se ha puesto en marcha pocos minutos después de la hora prevista. Traje negro, camisa azul cielo y corbata granate. Desde la primera sílaba que ha soltado, los escaños socialistas no han disimulado las ganas de aplaudir a su candidato. Todavía no hacía tres minutos que hablaba y ya le han interrumpido con un batir de manos. El aplauso de los escaños socialistas ha vuelto a estallar repetidamente, a lo largo de las dos horas, y a cada promesa del candidato, alguna de potencia tan imperial como la Ley de plásticos de un solo uso. Pero al mismo tiempo, las caras de perplejidad se iban imponiendo por el resto de grupos donde los diputados procedían a entretenerse con los móviles.

A la incomodidad de Podemos, que apenas ha aplaudido a las referencias a la lucha contra la violencia machista, se han sumado la perplejidad de los independentistas ante la vacía ligereza con que el candidato se ha ventilado el debate territorial, y los comentarios irónicos de la derecha. El entusiasta revival del programa electoral del PSOE que ha desplegado Sánchez ante del hemiciclo ha coronado la cumbre cuando ha proclamado que el mejor momento de España todavía no ha llegado y ha pedido el apoyo para construir una nueva España de hombres y mujeres libres. "¡Muy bonito!", ha soltado alguien desde los escaños de las derechas provocando risas por todos lados.

Ha sido justo en el único gesto de Sánchez hacia Podemos y su líder, Pablo Iglesias, que ha llegado en los últimos minutos de la intervención, cuando ha agradecido a la formación morada su disposición a negociar. Sánchez ha admitido que se habla mucho de las diferencias que les separa pero ha subrayado que nada que merezca la pena es fácil.

El protagonismo de Podemos ha resultado tan breve como el tiempo que ha tardado el candidato a girar el rostro hacia la bancada de la derecha y confesarles que no les pide el apoyo pero sí que retiren "las barreras" y permitan que España tenga un gobierno.

Desde la parte alta del hemiciclo seguían la intervención el grupo de ERC, con el primer escaño vacío y con flores amarillas. Más atrás, los diputados de JxCat han depositado las carteras de sus diputados sobre el escaño con lazos amarillos. Demasiado lejos para ser visibles.

Al abandonar el hemiciclo, con ademán serio, Gabriel Rufián se ha limitado a lamentar un: "Decepcionante. Esperemos que lo arregle después". Desde el atril del Congreso, el diputado republicano ha tenido que admitir que el líder socialista no les ha puesto fácil el acuerdo. No obstante, al grupo de Puigdemont profundamente dividido entre la abstención y el no, la chapucería de Sánchez les puede facilitar la decisión.

Para Podemos el debate se complica por momentos, el diputado morado Rafa Mayoral estallaba en Twitter: "Solo tenemos dos mejillas". En el patio del Congreso, un veterano socialista sacaba hierro. "No es en el hemiciclo donde se negocia. Aquí lo que tocaba era no cometer ningún error". Esta tarde seguirá el debate con el turno de los grupos.