Las críticas sin matices contra las reivindicaciones catalanas son un clásico en los hits de campaña -y de no campaña. La presidenta andaluza, Susana Díaz, no hace más que recoger una larga tradición tanto de dirigentes socialistas como populares a la búsqueda del voto anticatalán.

Precisamente, en este punto sobresalieron de manera especial gracias a la coincidencia en el tiempo durante el cambio de siglo, los presidentes de Andalucía, Manuel Chaves; Extremadura, Juan Carlos Rodríguez Ibarra, y Castilla-La Mancha, José Bono. El éxito de los tres políticos, tres barones territoriales que se convirtieron en un contrapoder dentro del PSOE, los hizo merecedores del sobrenombre de los tres tenores.

El extremeño Ibarra es, posiblemente, quien lidera el ranking por las sus cargas sin ambages contra las reivindicaciones catalanas de cariz económico.

“Dejemos que los de las balanzas fiscales se recreen en qué son más ricos que los otros, dejemos que se sientan superiores y les concederemos la medalla de Extremadura por lo bien que se portaron con nosotros”, aseguraba Ibarra en Badajoz, el 18 de Julio 2008, después de manifestar que sentía “vergüenza” de la actitud de los que describía como “ricos segregacionistas”.

“Que se metan los cuartos donde les quepa”, decía en mayo del 2005 en respuesta a una propuesta de Catalunya sobre financiación.

“Me importa un pepino y tres leches lo que pacten Pasqual Maragall, Artur Mas o Josep Lluís Carod-Rovira, porque ya estoy hasta arriba”, argumentaba en noviembre de 2003.

“Al señor Pujol se le olvidó decir que Catalunya es una región con un enorme potencial de riqueza porque ha habido regiones como la extremeña con gran capacidad de espolio por parte de otras comunidades”. Así respondía el 8 de mayo de 1991 a la petición del entonces president de la Generalitat de un trato diferente del Gobierno español para Catalunya en relación al resto de comunidades autónomas.

"Como siempre si hay ricos es porque hay pobres. Y algunas regiones del Estado español no son más ricas que nosotros porque les ha tocado la Bonoloto sino sencillamente porque han usado, abusado y expoliado los recursos de las regiones como la extremeña y que por desgracia no hemos sido capaces de poner en sitio seguro”, añadía.

El trasfondo económico aparecía, incluso, cuando se hablaba de política. En plena crisis entre PSC y PSOE por el tripartit, en 2003, Ibarra aseguró sobre el president Pasqual Maragall: “He estado comiendo varias veces con él, y en los postres se ha levantado y se ha marchado y me he quedado con la factura, así que yo no me jugaré nada con Maragall porque nunca paga”. La crítica política a las propuestas catalanas se ha ligado a menudo a una crítica personal.

Tampoco Bono se quedaba atrás. Aparte de las cargas que protagonizó como ministro de Defensa durante el debate del Estatut, desde su función de presidente de Castilla-la Mancha llegó a diagnosticar en RNE a raíz de una propuesta para incrementar las pensiones a las viudas, que al entonces president de la Generalitat, Jordi Pujol, “no le rige la cabeza”. 

Sin embargo, una de las salidas de tono más descarnadas que se recuerdan contra un president catalán fue la del jefe del ejecutivo murciano, el popular Ramón Luis Valcarcel, que replicó a los argumentos del president Pasqual Maragall contra el trasvase del Ebro, en 2004, asegurando: “Entendería la posición de Maragall si habláramos de vino, porque bebe muchos hectolitros al día”.