Hoy hace un mes que Jordi Sànchez y Jordi Cuixart entraron en la prisión de Soto del Real. Eran las once menos cuarto de la noche cuando dos furgonetas de la Guardia Civil salían de la Audiencia Nacional dirección a la prisión.

Algún grito espontáneo de "viva España", que los funcionarios supieron apagar enseguida, recibió a Sànchez y Cuixart al bajar de las furgonetas. Después de eso, ninguna señal más de hostilidad, al menos hacia Cuixart.

El 16 de octubre, Jordi Sànchez y Jordi Cuixart entraban juntos en la Audiencia Nacional alrededor de las 9 de la mañana. Era la segunda vez que iban. La primera vez se aplazaron las declaraciones a petición del fiscal para tener tiempo a valorar un nuevo informe de la Guardia Civil.

Sànchez y Cuixart se acogieron a su derecho a no declarar y el fiscal pidió prisión incondicional, y la jueza la concedió.

En la misma Audiencia Nacional les quitaron los móviles, los cordones y los cinturones. Cuixart llevaba botines y se ahorró esta incomodidad que tiene un tono humillante para los presos que van esposados arrastrando los pies y tratando de no perder los pantalones porque también les hacen sacar el cinturón. Son las medidas de seguridad propias que se emprenden con los detenidos, aunque si no hay peligro, se pueden hacer excepciones.

Sánchez i Cuixart Audiència Nacional / EFE

Un mes después, Cuixart "continúa firme y sereno. Y asumiendo la situación que tiene encima", explica su abogada. Marina Roig lo visita una vez por semana en la prisión de Soto del Real. Lo que hace con otros clientes en unas horas, con Cuixart supone todo el día porque tiene que hacer más de 600 kilómetros. Sin embargo, "los damnificados son la familia", dice Roig, que sólo tienen 40 minutos a la semana para hablar con él.

Jordi Cuixart está feliz en su reclusión en la prisión. Todo lo feliz que puede estar una persona encerrada acusada por un delito que supone 30 años de prisión. "Está igual que siempre", dice la abogada.

El día a día en la prisión del presidente de Òmnium Cultural pasa entre las muchas cartas que recibe, las largas horas para leer y escribir, para estudiar y para ir al gimnasio.

De la prisión destaca el trato correcto. No tiene ninguna queja, más allá de estar encerrado.

No se ven ni en misa

Prácticamente no se ve con Jordi Sànchez. El presidente de la ANC también está encarcelado en Soto del Real pero en otro módulo. Los separaron después de pasar juntos la primera noche.

Sànchez está en el módulo 4, en la celda 213. Cuixart, en la celda 203 del módulo 1. Si quieren coincidir lo pueden hacer los domingos, a la hora de Misa. Pero Jordi Cuixart no va cada semana y eso hace que prácticamente no se vea con Sànchez.

El no a la política

En prisión Cuixart ha decidido que no irá en ninguna lista electoral. "Es una decisión personal suya. Se siente parte de la sociedad civil, no de un ente político", explica su abogada que desvicula la decisión a cualquier afectación que pueda tener en el proceso judicial.

"No tiene ninguna incidencia en el procedimiento, ni positiva, ni negativa. Y su decisión no tiene nada que ver con el procedimiento", añade Marina Roig, que captó la idea de Cuixart que él era más "útil" como presidente de Òmnium trabajando por la lengua, la cultura y el país.