El 12 de mayo del 2024, Esquerra Republicana perdió 200.000 votos, 13 diputados y la presidencia de la Generalitat en las elecciones convocadas anticipadamente por el president Pere Aragonès. Aquel día empezó lo que parecía una crisis interna y que se acabó convirtiendo en una guerra fratricida entre compañeros de partidos divididos entre quienes apostaba por la continuidad de Oriol Junqueras como presidente y los que creían (con Marta Rovira al frente) que era el momento de renovar liderazgos y empezar una nueva etapa. La batalla fue larga, pero la ganó Junqueras que recuperó la presidencia del partido a mediados de diciembre y en marzo consiguió aprobar las ponencias elaboradas por la nueva dirección con un gran apoyo.
Así, un año después de aquel 12 de mayo, ERC no es ni mucho menos el partido dividido que fue durante el verano y el otoño del 2024, pero tampoco es monolítico como lo había sido durante la más de una década de crecimiento bajo el tándem Junqueras-Rovira. La prueba es que de aquel convulso congreso surgieron sectores dentro del partido que continúan vivos aunque en marzo enterraron (aunque sea parcialmente) el hacha de guerra, retirando las enmiendas más críticas y que buscaban limitar el poder del renovado presidente republicano y con el alboroto de la comisión de la verdad para aclarar el asunto de los carteles contra los hermanos Pasqual y Ernest Maragall de fondo.

Estos sectores son lo que en su momento lo que representaban las diferentes candidaturas que se presentaron al congreso. Nova Esquerra Nacional, liderada por Xavier Godàs y Alba Camps que fracasaron en el intento de relevar a Junqueras y estaban estrechamente ligados a los posicionamientos de Rovira; Foc Nou, de Helena Solà y Alfred Bosch que ponían el foco en la vertiente más independentista del partido y que no pudieron pasar a la segunda votación y Col·lectiu 1 d'Octubre, que existe desde el 2019 pero que no consiguió los avales necesarios. Además de estas, sin embargo, también hay una cuarta corriente, Àgora Republicana, aunque en este caso no se podría considerar crítico con Oriol Junqueras, ya que está liderado por Joan Tardà, que dio apoyo al exvicepresident del Govern, mientras que este le confió la mencionada comisión de la verdad. Su objetivo es tirar el partido hacia la izquierda y de hecho, Tardà se mostró partidario de cambiar los estatutos para que el partido dejara de ser exclusivamente independentista y se abriera también a los soberanistas, aparte de defender los pactos con los socialistas, una idea que cayó como un plomo en medio del debate y que no fue aceptada por la militancia.
Uno solo partido, pero con corrientes internas
Las primeras palabras de Junqueras al recuperar el mando del partido fueron para dejar claro que el tiempo de las candidaturas había pasado y que ERC volvía a ser un solo bloque después de meses larguísimos de reproches e incluso de insultos. Si bien las candidaturas se habían "disuelto" los sectores todavía son vigentes y, por eso mismo, durante las negociaciones por las enmiendas a las ponencias tanto el grupo de Tardà como Foc Nou y Nova Esquerra Nacional plantearon enmiendas para que el partido recuperara esta figura de las corrientes internas. La formación ya había tenido estos grupos y habían supuesto un grave dolor de cabeza: en el 2007 se formaron las corrientes de Reagrupament y Esquerra Independentista, que después de la victoria de a la candidatura de Joan Puigcercós y Joan Ridao en el convulso congreso del 2008, se acabaron escindiendo.
Los trapos sucios, lavados en casa
Finalmente, la dirección acabó pactando con los diferentes sectores recuperar estas corrientes internas y se incluyó en la ponencia estatutaria que acabó avalada en el plenario del congreso de marzo en Martorell. En los estatutos de ERC queda recogido de la siguiente manera: "Esquerra Republicana reconoce y respeta el pluralismo de las opciones ideológicas, culturales y políticas en su interior como parte indiscernible de su democracia interna, y por eso las personas afiliadas pueden constituirse en corrientes internas". Estos se definen como "agrupaciones internas de personas afiliadas de Esquerra Republicana de alcance nacional que comparten una determinada sensibilidad ideológica, programática o estrategia dentro del marco de los principios y los valores de Esquerra Republicana, plasmados en la Declaración Ideológica". Su finalidad tiene que ser "enriquecer la pluralidad de ideas y contribuir al desarrollo de las propuestas del partido", aparte de respetar la normativa interna de la formación. En una rueda de prensa, el vicesecretario de organización y finanzas de la formación, Pau Morales, dejó claro que tenía que estar el compromiso "que el debate quede canalizado por la vía interna". Es decir, que los trapos sucios se laven en casa.
A la espera del reglamento para tomar la decisión
Con respecto a su constitución, se necesitará, como mínimo, el aval de un 3% de la militancia y el Consejo Nacional los tendrá que ratificar. Con todo, todavía quedan algunos detalles por aclarar y, de hecho, todavía no es posible que las corrientes se formen porque están pendientes de la creación del reglamento final. Inicialmente, se acordó un plazo de seis meses desde el plenario del congreso, de los cuales ya se han cumplido dos. Desde la dirección del partido explican que se está trabajando y que están dentro de los plazos previstos. El reglamento, eso sí, también tendrá que ser avalado por el Consell Nacional de ERC, su máximo órgano entre congresos y que se reúne cada tres meses de manera ordinaria.
Los rivales de Junqueras se lo piensan
De esta manera, los diferentes sectores todavía tienen margen para decidir si se quieren constituir o no como corriente interna. Los únicos que tienen clara su intención de dar el paso es el Àgora Republicana de Joan Tardà, mientras que Nova Esquerra Nacional, Foc Nou y el Col·lectiu 1 d'Octubre tienen más dudas, lo están debatiendo o han dejado la decisión en pausa hasta que el Consell Nacional no valide el reglamento y conozcan exactamente las normas del juego. El mismo día del congreso, Nova Esquerra Nacional, la candidatura de que más cerca estuvo cogerle el mando del partido a Oriol Junqueras (aunque este ganó a bastante distancia) ya expresó sus dudas con respecto a esta posibilidad. En aquel momento aseguraban que su objetivo era "ser partido" y pasando a convertirse en una corriente, podría suponer el riesgo de hacerse más pequeño. De momento, su decisión está parada.
Foc Nou, la candidatura de Helena Solà y Alfred Bosch, se encuentra en una situación similar. En abril, antes de las elecciones en la Federación de Barcelona en que los críticos se impusieron a la candidatura oficialista, hubo una asamblea de la excandidatura para empezar el debate y todavía no lo han cerrado. Por este motivo, prevén nuevas asambleas para seguir discutiendo la cuestión. Finalmente, por parte del Col·lectiu 1 d'Octubre, que llevan desde el 2019 haciendo oposición interna a Junqueras (antes con Rovira como número 2, ahora con Elisenda Alamany) tampoco se terminan decidir. Hasta ahora, dicen, no les ha hecho falta ser una corriente interna para poder mostrar su enfado con buena parte de las decisiones que se han tomado dentro del partido desde que se abrió la apuesta por el diálogo con el Gobierno tras el 1 de octubre. El partido tiene, entonces, hasta después de verano para terminar el documento en cuestión y a partir de aquí se verá cuál es el rastro que quedan de las candidaturas que se enfrentaron a Junqueras sin éxito.