Fernando Grande-Marlaska repite, y repite con la cartera que ha tenido hasta ahora, al frente de Interior. El presidente Pedro Sánchez había tirado en varios foros el globo sonda que el de Bilbao, de 61 años, no repetiría, pero finalmente este lunes, cuando se han conocido todos los nuevos miembros del Consejo de Ministros, se ha sabido que el magistrado mantendrá Interior. Contra pronóstico, Marlaska.

Se daba por hecho que podría cambiar de cartera e incluso, intercambiarla con Robles, que ostentaba, y seguirá ostentando, Defensa y el control de las fuerzas armadas españolas, pero Fernando Grande-Marlaska seguirá como ministro del Interior en el nuevo gobierno de Pedro Sánchez. Y si no hay ningún descalabro, a principios de 2024 se convertirá en el ministro del Interior español que más tiempo habrá estado en una silla caliente que quema políticos y donde sus titulares prefieren estar poco tiempo y saltar a otros lugares más tranquilos.

José Barrionuevo, también socialista y condenado por el terrorismo de estado de los Grupos Antiterroristas de Liberación (GAL), estuvo en el cargo desde el 2 de diciembre de 1982 y hasta el 11 de julio de 1988, cinco años y casi ocho meses, oye, hasta ahora, al ministro más longevo. José Luis Corcuera, también del PSOE y ahora enfrentado al presidente español, estuvo en el cargo algunos meses menos que Barrionuevo; del 12 de julio de 1988 y hasta el 25 de noviembre de 1993. Marlaska es ministro del Interior desde el 7 de junio de 2018, cuando sustituyó al popular Juan Ignacio Zoido, el responsable de las cargas del Primero de Octubre y actualmente aparcado en el Parlamento Europeo.

Interior, lejos de ser un balneario

Interior, bajo la batuta de Grande-Marlaska, no ha sido nunca un balneario, pero Sánchez renueva la confianza en él, independiente, pero cuota PSOE, en este nuevo gobierno, el segundo de coalición de la historia, con los socialistas españoles y la izquierda alternativa de Sumar (y Podemos). Ni su silencio sobre la amnistía ni tampoco los incidentes que ha tenido que cabecear —el último, las cargas de Ferraz— ni tampoco que tiene la policía y la Guardia Civil en pie de guerra han debilitado su fuerza para seguir en la mesa de ministros españoles.

Como responsable de Interior tampoco ha podido controlar la frontera española y Canarias se han convertido en la Lampedusa española con una crisis migratoria como nunca se había vivido, el acercamiento de los presos de ETA en el País Vasco y también ha vivido un revés judicial después de la destitución, finalmente ilegal, del coronel Diego Pérez de los Cobos. Ninguna de estas guerras le ha costado el cargo. Ha salido del fuego sin caer en las brasas. El de Bilbao ha caído de pie, otra vez.

Dos carpetas: el retorno y el escolta de Puigdemont

En clave catalana, cuando vuelva al despacho, después de dejar de ser ministro en funciones, y ya como responsable de Interior de pleno derecho, se encontrará sobre la mesa dos carpetas. La primera, la gestión del posible retorno del presidente Puigdemont después de la amnistía y de año de exilio en Bélgica y cómo se gestionará la llegada al Estado, sea antes o después de la aprobación definitiva de la ley de amnistía que el PSOE ha pactado con Esquerra y Junts.

Al mismo tiempo, y mientras eso no pase, Marlaska tiene sobre la mesa la petición de la conselleria de Interior catalán para autorizar a agentes de los Mossos a dar protección al president Puigdemont en Bélgica, tal como tienen todos los otros expresidentes de la Generalitat. Desde Junts, el partido de Puigdemont, se ha alertado de que hace meses que las amenazas contra el expresidente se han incrementado y que son casi diarias.