Barcelona, 1 de marzo del 2017. Siete meses después se celebraría el referéndum del 1 de octubre y la Declaración de Independencia, que desembocarían en la destitución del Gobierno y la intervención de la Generalitat por parte del Estado por la vía del 155. Las relaciones entre los gobiernos español y catalán ya estaban en aquel momento bajo mínimos, pero, sin embargo, la jornada deparó una imagen impensable: el presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, el rey de España, Felipe VI y la vicepresidenta del Gobierno español, Soraya Sáenz de Santamaría, en el mismo escenario. ¿Milagro? Celebración del centenario del bufete de abogados Cuatrecasas, que estrenaba sede en el distrito 22@ de la capital catalana.

Justo dos años después de aquel acto en el que los rostros de los participantes evidenciaban el alto grado de tensión política e institucional, Puigdemont está en el exilio en Bélgica y Santamaría, la entonces número dos del gobierno de Mariano Rajoy... ha vuelto a Cuatrecasas para quedarse, como socia y miembro del consejo de administración. Tan sólo hace 9 meses que Soraya, abogada del Estado, dejó la política después de que el PP perdiera la Moncloa por la moción de censura de Pedro Sánchez y la vicepresidenta fuera derrotada por Pablo Casado en el congreso de la sucesión.

La fotografía del 1 de marzo en el acto de Cuatrecasas explica en buena medida el aterrizaje fulgurante de la ex número dos del Gobierno español en la firma barcelonesa de abogados. La compañía que tiene como presidente de honor a Emilio Cuatrecasas habría participado en intentos de mediación entre los ejecutivos español y catalán. El bufete era uno de los actores de la sociedad civil que la vicepresidenta tenía como a referentes en su fracasada Operación diálogo, con la cual intentó desactivar apoyos sociales, políticos y económicos al independentismo desde un despacho en la Delegación del Gobierno en Catalunya que encabezaba Enric Millo. En diciembre del 2016, Soraya recibió allí a Inés Arrimadas (Cs) y Miquel Iceta (PSC), líderes catalanes de los después partidos socios del PP en el bloque que decidió la aplicación del 155.

Pero la relación entre Santamaría y Cuatrecasas va más allá del político / institucional. Según destacaron diversos medios, la fiscalía se querelló contra Cuatrecasas en 2011 por 8 delitos fiscales y reclamó penas de prisión. Emilio Cuatrecasas dimitió de la presidencia del bufete en 2014 y se desvinculó. Pero en 2015 llegó a un pacto con la fiscalía: aceptó 2 años de prisión que no cumplió y una multa de 1,5 millones de euros. Retornó a la hacienda pública 4,1 millones. El pacto fue bendecido por la abogacía del Estado, que entonces dependía de la vicepresidenta Santamaría.

El marido de Santamaría y las operaciones en Brasil

El portal Moncloa.com, que se ha vinculado al ex comisario de policía José Manuel Villarejo -en prisión por varias tramas relacionadas con las cloacas del Estado y que ha denunciado negocios de Juan Carlos I mediante grabaciones hechas a la amiga del rey, Corinna zu Sayn-Wittgenstein- ha señalado en las últimas horas otra conexión entre Soraya y Cuatrecasas. El bufete barcelonés ha hecho importantes operaciones de asesoramiento en los últimos años con Telefónica, donde trabaja como asesor jurídico Iván Rosa Vallejo, el marido de Santamaría.

Telefónica fichó en 2012 a Rosa, abogado del Estado como Santamaría, lo que obligó a la vicepresidenta a abstenerse de participar en los consejos de ministros donde se tomaban decisiones sobre la compañía. Ambos se casaron en Brasil, donde Rosa era responsable de expansión del negocio. Se da el caso que Cuatrecasas asesoró a Telefónica en la compra del 50% que la compañía Portugal Telecom tenía en Brasilcel, que, a su vez, controla el operador brasileño de telefonía móvil Vivo. El importe de la operación fue de 7.500 millones de euros. Todo vuelve a quedar ... en Cuatrecasas.