El mismo día que el president Puigdemont avisa de que está dispuesto a mantener el apoyo de los diputados del PDeCAT al Gobierno de Pedro Sánchez siempre y cuando quien recibe los votos corresponda, los diputados de su partido en el Congreso han escenificado voluntariamente su división en una votación intranscendente pero muy significativa que hace pensar que la batalla política de los exconvergentes seguirá.

Se tenía que elegir a Rosa María Mateo como administradora única de Radiotelevisión Española. Era imposible que la propuesta prosperara en esta primera votación porque hacía falta una mayoría calificada de dos tercios. El criterio de Puigdemont se basa en dar apoyo al Gobierno español sólo cuando sea estrictamente necesario y con contrapartidas y evitar los apoyos gratuitos sobre todo cuando el voto del PDeCat no sea determinante.

En este caso, como el Gobierno Sánchez tenía perdida la votación, la cuestión era si al PDeCAT le interesaba más votar a favor de la iniciativa del Gobierno para hacerse el buen chaval con el PSOE o dejar constancia de cara a la segunda votación que sin los votos del PDeCat la iniciativa no prosperaría. El portavoz del grupo, Carles Campuzano, ha liderado el grupo de los "cuatro buenos chicos", y la diputada Míriam Nogueras y tres diputados más, han preferido ausentarse del hemiciclo con varias excusas para dejar constancia de que aritméticamente serán decisivos cuando las iniciativas gubernamentales requieran mayoría absoluta.

Que el portavoz Campuzano y la diputada Nogueras, que acaba de ser catapultada a la vicepresidencia del PDeCat, actuen de forma opuesta a las primeras de cambio parece informar de que la batalla Puigdemont-Pascal no se ha acabado. Campuzano y Jordi Xuclà eran los lugartenientes de Marta Pascal en el Congreso y Nogueras la diputada de confianza del president exiliado. Desde hoy, el PSOE ya no sabe quién es el interlocutor válido entre los diputados, si Campuzano o Nogueras. No es un asunto banal, cuando la prioridad de Puigdemont es hacer valer la capacidad que tiene de retirar el apoyo al Gobierno Sanchez y provocar elecciones anticipadas en España. Se acercan tiempos convulsos con la calificación de los delitos a los presos políticos por parte de la fiscalía general y la propia celebración de los juicios, y todo es posible. Cuatro diputados en un momento tan crítico como fue por ejemplo la moción de censura decantarían la mayoría. Sánchez fue elegido presidente con 180 votos, así que le sobran cuatro y los diputados más veteranos del PDeCat quizás tengan poco incentivo para la disciplina y miren hacia otro lado si dan por hecho que no repetirán como candidatos.

Al fin y al cabo, la opción republicana de Puigdemont ha dejado espacio para que los soberanistas y no soberanistas que añoran los buenos tiempos del pujolismo vean ahora una nueva oportunidad de reconstruir alguna cosa parecida a lo que era Convergència i Unió, convencidos de que sigue teniendo mercado electoral y, sobre todo, apoyo del establishment editorial y financiero. Desde el fin de semana han aumentando considerablemente las llamadas cruzadas entre los partidarios del catalanismo más pactista y menos independentista. Exconsellers como Germà Gordó (Nova Convergència), Santi Vila, Antoni Fernández Teixidó (Lliure) e incluso Ramon Espadaler (ex-Unió, Units per Avançar) comentan a menudo las posibilidades de volver a convergir y poder estar a tiempo de presentar una candidatura a la alcaldía de Barcelona -Vila lo contempla seriamente. Incluso está previsto que surja en otoño una iniciativa editorial de apoyo a las ideas y estrategias de cariz regionalista. Es verdad que todo se mueve.