El entonces cónsul español en Edimburgo, Miguel Ángel Vecino, no veía justificado impedir una reunión entre empresarios catalanes y escoceses. Es por eso que comunicó con una de sus personas habituales de contacto, Camilo Villarino, director de gabinete de Josep Borrell. "¿Puedes tú garantizar que los empresarios que vayan no serán independentistas?", le preguntó la mano derecha del ministro. El diplomático le respondió que evidentemente no podía, porque no sabía quién iría. "Pues para evitar sorpresas, impide esta visita y cualquier otra cosa", concluyó Villarino. Y en consecuencia actuó el cónsul. El Ministerio de Exteriores no tuvo escrúpulos aunque fuera torpedeando las relaciones económicas.

Las órdenes de Borrell a quien era su cónsul en Edimburgo constan en la demanda de Vecino contra el Ministerio por su cese, a la que ha tenido acceso ElNacional.cat. El diplomático fue cesado de sus funciones el pasado mes de junio después de afirmar que España no vetaría la entrada de una hipotética Escocia independiente a la Unión Europea. La explicación oficial fue "haberse extralimitado en sus funciones ya que un cónsul no tiene funciones políticas". Curiosamente, según la demanda presentada ante el Tribunal Superior de Madrid, es eso lo que le encargaron. La denuncia contenciosa-administrativa consta de 80 anexos que documentan el contenido. Las instrucciones eran claras: "Debe impedirse totalmente la presencia catalana en Escocia".

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Esta historia empezó el 6 de marzo de este año, a las dos del mediodía. Según consta en la demanda, el cónsul español recibió en su despacho previa cita a Alexia Haramis, directora de Relaciones Internacionales de la Cámara de Comercio de Edimburgo y una ayudante suya. Haramis le trasladó el gran interés de las autoridades escocesas por aumentar los lazos económicos con el Estado español. Aprovechando que había vivido durante nueve años en Barcelona, y conocía el ecosistema empresarial catalán, le preguntó su opinión sobre empezar esta misión comercial con un viaje suyo a Barcelona.

Miguel Ángel Vecino se ciñó a las instrucciones políticas que había recibido antes de marcharse a Escocia. Según la demanda, le trasladó que "por descontado podía visitar la cámara de comercio que deseara pero que si empezaba por Barcelona podría encontrar después dificultades para ser recibida en otras cámaras de comercio de España". Por este motivo, le sugirió que empezara los contactos por otro punto del Estado. Alexia Haramis, comprensiva, le respondió que dejaría el viaje a Barcelona para más adelante y que en breve le haría otra propuesta.

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Dos semanas más tarde, el 22 de marzo, Vecino recibió otra llamada de la responsable de la Cámara de Comercio de Edimburgo. El motivo es que había recibido una propuesta del Departament d'Empresa de la Generalitat proponiendo una visita a Edimburgo junto con una delegación de empresarios catalanes. Alexia Haramis estaba muy interesada en iniciar contactos con empresarios españoles para fortalecer los lazos económicos.

Siguiendo nuevamente las instrucciones recibidas por el equipo del ministro Borrell, el entonces cónsul en Escocia convenció a la directora de Relaciones Internacionales de la Cámara de Comercio de Edimburgo para que no recibiera esta delegación. Poco rato después de esta conversación, Alexia Haramis volvió a llamar a Vecino para confirmarle que la visita de empresarios catalanes quedaba aplazada "por motivos de agenda".

En un solo mes, Miguel Ángel Vecino impidió dos veces contactos entre empresarios catalanes y escoceses, siguiendo las instrucciones que le daban. Villarino lo felicitó: "Buen trabajo". Tres meses después sería cesado acusado de haber asumido un rol político, el mismo rol político que le habían exigido antes de ir de misión diplomática a Edimburgo.