Bildu no ha logrado este domingo el sorpasso al PNV con el que soñaba. Ha conseguido, sin embargo, un empate histórico a 27 escaños. Los jeltzales han acabado en primera posición por una diferencia de unos 30.000 votos. Ha sido un empate de infarto. Porque han sido incontables las veces en las que esta noche Bildu se situaba sucesivamente por delante y por detrás en el marcador. En Euskadi solo ha habido una certeza durante todo el escrutinio: Bildu ya es, incontestablemente, la fuerza hegemónica de la izquierda vasca. Estos han sido los resultados definitivos: los abertzales han conseguido sumar seis escaños respecto a las elecciones anteriores, mientras que los jeltzales han perdido cuatro. El PSE suma dos y se queda con 12; el PP también suma uno y se sitúa en los 7; mientras que Sumar entra en el parlamento vasco con una representante. Vox ha acabado sorprendiendo respecto a lo que preveían las encuestas y se ha mantenido con un escaño en el hemiciclo vasco. Podemos ha sido borrado del mapa. Todo apunta a que PNV y PSE reeditarán un acuerdo de gobierno y de legislatura. 

 

 

Aldaketa da orain ("el cambio es ahora") ha sido el lema de Bildu en esta campaña electoral. Y, aunque no han conseguido el sorpasso que tanto ansiaban, el eslogan ha acabado teniendo un punto de verdad: el PNV podrá gobernar Euskadi con el PSE, pero sin poder presumir de que no haya ninguna formación que pueda tratarlo de tú a tú. El primer síntoma de cambio se ha puesto de manifiesto en la decisión de Bildu de celebrar la noche electoral en Bilbao. Siempre había seguido el escrutinio de las urnas desde Donosti, ciudad donde está su sede política; muestra de que la formación de la izquierda abertzale quería erigirse en estas elecciones como la fuerza más central de Euskadi; si acababa confirmándose un sorpasso histórico.

Una campaña soñando con el sorpasso

El objetivo de Pello Otxandiano de superar al PNV era difícil, pero las encuestas le animaban a batallarlo porque durante la campaña, mientras ha sido permitido publicar barómetros, prácticamente todos han coincidido en situar a Bildu por delante del PNV. El otro gran objetivo, mucho más complicado para Bildu, era conseguir que el PNV no sumara mayoría absoluta con el PSE.

Fuentes de Bildu explican a ElNacional.cat que ese escenario hubiera situado la formación de la izquierda abertzale en una posición privilegiada: erigirse durante toda la legislatura como el único partido en la oposición, siendo, además, la fuerza más votada. "Igual que Feijóo en Madrid", declaran estas mismas fuentes. Porque lo que Bildu siempre ha tenido más que asumido es que no gobernarán: jeltzales y socialistas han tenido siempre la intención —y así lo han expresado— de reeditar el acuerdo entre las dos formaciones que mantiene la lehendakaritza en manos del PNV. Solo el espacio Podemos/Sumar estaría dispuesto a entregar sus votos a Bildu. Así, los de Pello Otxandiano y Arnaldo Otegi han tenido asumido que Iñigo Urkullu acabará pasando el testigo a Imanol Pradales.

Una campaña nuevamente salpicada por ETA

La primera semana de campaña se caracterizó por pasar desapercibida. Fue eclipsada, sobre todo, por la victoria del Athletic de Bilbao en la final de la Copa del Rey contra el Mallorca. Un buen síntoma de eso ha sido que hasta el día de las elecciones, quince días después de ese partido disputado en Sevilla, por las calles de Bilbao había más banderas y escudos del club de esta ciudad que propaganda electoral.

La segunda semana de campaña sí que se ha agitado más. Pello Otxandiano ofrecía una entrevista a la cadena SER en la noche del lunes, en la que le preguntaban, sencillamente, si ETA fue una organización terrorista. El candidato de Bildu hacía equilibrios y demostraba en esa entrevista no haberse preparado correctamente la respuesta. Evitaba referirse a ETA en aquellos términos, y se limitaba a denominarla como "grupo armado".

 

De ese resbalón de Otxandiano no solo han hecho sangre los medios de Madrid, sino que el PNV se decidió en la recta final de la carrera electoral a hacer leña. En el mitin de cierre de campaña, el presidente del partido, Andoni Ortuzar, destacó que, a diferencia de Bildu, ellos se presentan a las elecciones "a cara descubierta". Sea como fuere, en las calles del País Vasco no se ha crispado en ningún momento el ambiente. Ni en grandes ciudades como Bilbao y Vitoria, ni tampoco en municipios de menos habitantes.

Ni rastro de la hoja de ruta independentista

Una de las paradojas del resultado electoral de este 21-A es que el 72% de los diputados del hemiciclo vasco son soberanistas. A pesar de ello, el acuerdo entre ambas formaciones es totalmente imposible, por el peso que todavía tiene en Euskadi la lucha armada. No solo eso, sino que la configuración de este parlamento llega cuando en el País Vasco el apoyo a la independencia por parte de los ciudadanos se encuentra en mínimos históricos; un poco por encima del 20%, según indican los distintos estudios demoscópicos que se realizan.