Artur Mas (Barcelona, 1956) recibe al equipo de El Nacional en el despacho institucional que ocupa, en el paseo de Gràcia de Barcelona, desde que hace un año decidió dar el "paso al lado" para desbloquear la legislatura del referéndum. A pesar de las heridas abiertas, el expresident de la Generalitat, y actual presidente del PDeCAT, la nueva fuerza política emergida de la refundación de CDC, evidencia que lo peor de la tormenta ya ha pasado. Mas, sereno, sonriente, evidencia una vez más su reconocida capacidad de resiliencia. La necesitará, de nuevo, para enfrentarse a la próxima prueba: el inicio del juicio por haber puesto las urnas en la calle en la consulta del 9 de noviembre del 2014. Una situación inédita en la historia reciente de Catalunya y España.

El lunes 6 de febrero, usted, la exvicepresidenta Joana Ortega y la exconsellera Irene Rigau están citados en el Tribunal Superior de Justícia de Catalunya, que los juzgará por la consulta del 9 de noviembre del 2014. Se les acusa de desobediencia grave y prevaricación. ¿Acudirá, al tribunal?
Sí, claro.

Se lo pregunto porque usted sostiene que se trata de un juicio político. Por lo tanto, no sé si reconoce o no al tribunal...
No, yo no digo [que lo hace] el tribunal, digo el Estado. El Estado ha propiciado un juicio que tiene muy poca base legal y mucha carga política. No es un juicio para depurar responsabilidades, sino para depurar ideas. Ideas que no le gustan.

"Eso de mañana ni es un referéndum, ni una consulta, ni tiene ningún tipo de efecto". Lo dijo el presidente Mariano Rajoy, el día antes de la votación del 9-N. Otros dirigentes del PP hablaron de "pachangas", de "consultas de costellada", de "simulacro de consulta"...
... de urnas de cartón...

... de "encuesta masiva"... ¿Cuando usted escuchaba todo eso pensaba que el 9-N no tendría consecuencias penales?
Antes de que empezara la votación nos preocupaba si sería un gran éxito, un éxito mediano o un fracaso. Y votaron 2.345.000 personas, fue un éxito total. No nos engañemos: la reacción furibunda y visceral del Estado a través de la Fiscalía General fue consecuencia del éxito del 9 de noviembre del año 14. Fue un gol al Estado por toda la escuadra. El Estado quedó absolutamente desconcertado y desarmado. La doble imagen gráfica de aquel día por la noche es un ministro de Justicia del gobierno español improvisando una declaración con un micro cogido por un celo y, al lado, Joana Ortega y yo, con más de 100 periodistas acreditados en Montjuïc, explicando a Europa, a España, a Catalunya y al mundo el gran éxito del 9-N.

Hay quien dice que esa rueda de prensa es la que le ha costado el procesamiento.
La rueda de prensa es el broche de oro de una jornada no sólo histórica sino exitosa. Es un gran éxito del soberanismo catalán y de Catalunya, de la democracia catalana, de Catalunya como país, y eso fastidió al Estado hasta el punto de actuar de esta manera furibunda. Este juicio no tiene base legal, se hace única y exclusivamente por el histerismo y la virulencia del Estado, que, desarmado aquel día, decide que alguien pagará por el desafío.

El éxito del 9-N fue un gol al Estado por toda la escuadra. El Estado quedó absolutamente desconcertado y desarmado

El proceso catalán no es anarquía y desorden: es muchísima gente amante de la ley que quiere alterar un statu quo que nos presiona y nos aprisiona

Sin embargo, usted ha decidido ir a declarar. No hará un acto de desobediencia como se pide a veces en relación con el proceso independentista...
No, porque tengo ganas de hacer dos cosas y de transmitir un mensaje. El mensaje es que el proceso soberanista catalán no es un proceso de anarquía, de desorden, sino de muchísima gente amante de la ley y comprometida con el estado de derecho, pero que quiere alterar un statu quo que nos presiona y nos aprisiona, y que frena las expectativas de futuro, de vida de la gente. Y quiero decir ante el tribunal que ellos saben que no hay base legal para hacer el juicio. Quiero poner ejemplos de cosas que pasaron y que le quitan la base legal al juicio. Y quién mejor que los jueces para entenderlo.

¿Como cuáles?
Por ejemplo: ¿cómo puede ser que haya delito cuando todos los fiscales de Catalunya, por unanimidad, ninguno de ellos independentista, dijeron que no había indicios de delito? ¿Cómo puede ser que, después, eso se haya convertido en dos delitos? Aquí ha habido alguna mano negra: Mariano Rajoy, el gobierno español, a través de la Fiscalía del Estado...

Eduardo Torres-Dulce era el fiscal general del Estado en aquel momento...
Y dimitió quince días después de presentar la querella contra miembros del gobierno catalán por el 9-N. Eso es un ejemplo. Otro: ¿qué autoridad judicial, o qué fiscal, actuó el 9 de noviembre del año 14 para intentar cerrar alguna sede de votación? Ninguno. ¿Si tan evidente era que había un delito de desobediencia hacia el Tribunal Constitucional, cómo puede ser que ninguna autoridad judicial española y catalana, y ningún fiscal, actuara? Y la otra cosa que se tiene que explicar es que aquí se están juzgando ideas, se intenta convertir ideas en delitos. Se puede estar a favor o en contra de la independencia, o de la Constitución española; ahora, lo que no se puede hacer es criminalizar las ideas. La idea de la independencia es una idea democrática, pacífica y, además, algunos decimos que es una idea buena. Están intentando convertir las ideas en delitos.

¿Tuvo alguna conversación con el presidente Rajoy o con miembros del gobierno español en los días o las horas previas al 9-N?
Ninguna, en los días previos, ninguna. En los meses previos, sí.

¿Y, posteriormente, las ha tenido, el último año?
No, desde que decidí dar el paso al lado de la presidencia de la Generalitat, no he tenido ningún contacto con el presidente Rajoy.

Se lo pregunto porque desde sectores soberanistas se ha dicho que el 9-N había un pacto, un cierto acuerdo tácito, cuando menos, entre el Govern de la Generalitat y el gobierno español para no hacerse daño durante la jornada...
No. Lo que hay es lo que ha explicado Quico Homs, que entonces era conseller de la Presidència, y también está imputado y procesado por el 9-N [en este caso, por el Tribunal Supremo]. Lo que ha explicado él es que se decía que si el Govern de la Generalitat quedaba completamente al margen, aquel día no pasaría nada. Eso se le dijo a Quico Homs, pero él no le dio ninguna veracidad ni trascendencia, nada. ¿Entre otras cosas porque cómo podía no salir el gobierno de la Generalitat a valorar una cosa que había pasado en Catalunya, y que había movilizado a 2.350.000 personas? ¿El Govern de la Generalitat se tenía que esconder aquel día, dando la sensación de que en Catalunya no había gobierno? ¿Cuando 2.350.000 personas votan, en contra de las imposiciones del gobierno de Madrid, aquel día el Govern de la Generalitat se tiene que esconder en su cubil y hacer ver que no existe?

¿Si había un delito de desobediencia hacia el Tribunal Constitucional, cómo puede ser que ninguna autoridad judicial española y catalana, y ningún fiscal, actuara el 9 de noviembre del 2014?

La idea de la independencia es una idea democrática, pacífica y, además, algunos decimos que es una idea buena. Están intentando convertir las ideas en delitos

Se les acusa de haber mantenido la campaña institucional a pesar de la prohibición del Tribunal Constitucional, los contratos con las compañías de informática para poder hacer la votación...
No es que los mantuviéramos, es que estaban hechos. ¿Cuando alguien hace una cosa tiene que cobrarla, no? Mantuvimos el aparato logístico que había a disposición de 40.000 voluntarios porque no había motivo para no hacerlo. Pedimos una aclaración al Tribunal Consrtitucional, para saber qué teníamos que suspender, concretamente, y no nos contestaron. Otra prueba del hecho de que no había una voluntad inequívoca de desobedecer. Eso no era un acto de rebeldía infantil, no era una rabieta, el 9-N era un acto de afirmación democrática, y de proyecto de futuro. Y de desafío al Estado en la medida que nos quería impedir votar. Nosotros dijimos que habría urnas y las hubo.

Las entidades soberanistas, la ANC, Òmnium, la AMI, han convocado movilizaciones ante el Tribunal para el día del juicio. ¿Usted se siente acompañado por la gente?
Sí, me siento acompañado.

¿Qué puede pasar si hay mucha gente aquel día ante el tribunal?
Que el mensaje que se envía a Europa y al mundo es mucho más potente y con un sentido muy claro: este no es un tema de unos cuantos políticos y opinadores encerrados en despachos oscuros moviendo los hilos para alterar la mentalidad de la gente, sino un proceso nacido desde la raíz de la sociedad y en el que la gente se hace notar en los momentos clave. Y es evidente que juzgar por primera vez en toda la historia de la democracia moderna a un president de la Generalitat y a miembros de su gobierno, no por ningún delito ni de corrupción ni de trapicheos, ni de haber robado, sino por haber ayudado a poner urnas, no es un tema menor. La presencia de la gente aquel día no es una una manera de coaccionar a los tribunales, como se dirá, sino de defenderse democráticamente ante un juicio de cariz político montado por el Estado y el gobierno español.

¿Aprueba que desde el Govern de la Generalitat se anime a los funcionarios a pedir fiesta aquel día para asistir a la concentración contra el juicio?
Los funcionarios y empleados públicos tienen este derecho [pedir el día libre], y de poder hacer uso de él si lo desean. No hay ninguna imposición, cada uno puede hacer lo que quiera, obviamente, y no se hará ninguna lista de quién ha ido y quién no ha ido... eso lo puedo asegurar.

¿Cuál cree que será el sentido de la sentencia? ¿Qué espera?
El Estado quiere castigarnos, sino ya no nos habría montado el juicio. Ahora bien: están los jueces. Veremos hasta dónde llega la independencia y el nivel de profesionalidad del poder judicial en este país. Yo, de entrada, no tengo por qué desconfiar.

¿Aunque considera que es un juicio político?
El juicio lo es, porque está instado por la Fiscalía General del Estado. Es evidente que los jueces podían haberlo impedido, archivando la causa. No lo hicieron, se pusieron a favor. Pero prefiero pensar en que existe el criterio de independencia y profesionalidad. Ahora bien, si tenemos sentencias contrarias, sea del Tribunal Superior de Justícia de Catalunya, sea del Supremo, yo al menos, y me consta que Joana Ortega y Irene Rigau probablemente harán lo mismo, quiero llegar hasta Estrasburgo, a la justicia europea.

Es decir, que volverían a hacer lo que hicieron...
Estamos superconvencidos de que no cometimos ningún delito, de que hicimos lo que teníamos que hacer. Un político y un presidente de gobierno lo que tiene que procurar es que cuando hay grandes movimientos sociales, de masas, se hagan con orden, con civismo, con respeto democrático a las ideas de todo el mundo. Y fue una jornada absolutamente ejemplar. ¿Alguien ha valorado qué habría pasado si el Govern de la Generalitat hubiera abortado el 9-N? ¿Cómo habría reaccionado determinada gente de este país? Cumplimos nuestro deber no sólo como soberanistas, sino como gobernantes. Y, a partir de aquí, efectivamente, defendemos una idea: tenemos derecho a decidir nuestro futuro, queremos votar, y algunos queremos que este futuro sea un Estado catalán en el marco de la Unión Europea. Y esta idea es la que se está intentando depurar. Como no lo consiguen tumbando la opinión de la población catalana y anulando esta voluntad que es importante, no digo supermayoritaria, pero importante, lo intentan mediante juicios políticos, la Fiscalía General del Estado y la Operación Catalunya, utilizando la guerra sucia, las malas artes del Estado para desacreditar y derribar y eliminar los liderazgos políticos soberanistas de este país, empezando por el mío.

¿Qué habría pasado si el Govern de la Generalitat hubiera abortado el 9-N? ¿Cómo habría reaccionado determinada gente de este país? Cumplimos nuestro deber no sólo como soberanistas, sino como gobernantes

Defendemos una idea: tenemos derecho a decidir nuestro futuro, queremos votar, y algunos queremos que este futuro sea un Estado catalán en el marco de la Unión Europea. Y esta idea es la que se está intentando depurar

¿Cree que Europa, ante todo lo que está pasando en relación con el procés, no tiene una actitud de reserva excesiva, de mirar hacia otro lado?
Creo que sí. Pero mi experiencia en el terreno internacional me enseñó hace tiempo que los estados se mueven por intereses, no por amor. Defienden sus intereses, y en este momento su interés es: "No nos enfademos excesivamente con el Estado español cuando todavía no sabemos si los catalanes tendrán bastante fuerza para constituir su propio Estado. Cuando nos lo encontremos, ya nos pondremos con ello". Se echa de menos un poco de interés por la calidad democrática y por un movimiento nacional como es el catalán, de raíz absolutamente pacífica, y bastante europeo, no por parte de la CUP, pero sí de la mayoría del soberanismo catalán... Se tendrían que poner un poco más a favor. Tendrían que proteger aquellos que ayudaremos a que el proyecto europeo tenga fuerza... Dicho esto, también valoro mucho que no hablen mucho, ni a favor ni en contra. Como los presionan para que hablen en contra, el hecho de que no hablen ya es una media victoria del soberanismo catalán.

Esta semana no han hablado mucho después de la conferencia en Bruselas del president Puigdemont, el vicepresident Junqueras y el conseller Romeva...
No. Pero algunos han hecho trapicheos para intentar que aquello saliera mal y les ha salido el tiro por la culata, todavía lo han hecho más importante.

Antes ha citado a la CUP. Ahora ha hecho un año de su paso al lado...
Sí señor...

¿Se ha arrepentido alguna vez, de aquella decisión?
Ni una sola vez. Es más: he escrito un artículo diciendo que lo volvería a hacer, exactamente lo mismo. Estoy superconvencido de que hice lo que tenía que hacer.

¿Cuál fue la razón fundamental?
Que había que dar una oportunidad al proceso soberanista catalán. Si aquello acababa con repetición de elecciones era la crónica de un fracaso anunciado. Y entendí que la única manera de dar la oportunidad al proceso era el paso al lado.

¿No cree que se cedió demasiado ante la CUP?
La única manera de acabar con aquella presión de la CUP, o con aquella indefinición, porque la CUP se rompió por la mitad, era repetir las elecciones. Lo podía haber hecho. A mí no me quitó la CUP, yo me fui, que es una cosa muy diferente. El presidente Rajoy no se habría ido. Yo tenía la misma opción que él, repetir las elecciones, y estaba bastante decidido a hacerlo si no veía otra opción. Pero vi que la CUP estaba dispuesta a dar apoyo al Govern de la Generalitat durante un año y medio si yo me apartaba. Y que si había otro candidato, propuesto por mí, el president Puigdemont, sí que lo ayudarían, porque ya habrían matado al coco, ya estaría fuera el gran demonio, el gran Satán, que soy yo... Conmigo fuera, ya estarían más tranquilos.

¿Habla con gente de la CUP?
Muy de vez en cuando...

¿Con David Fernàndez, por ejemplo?
Hablo poco. Pero he conservado alguna relación personal, más personal que política con alguna persona [de la CUP].

¿Con Anna Gabriel, también?
No, con Anna Gabriel, no.

A mí no me quitó la CUP, yo me fui, que es una cosa muy diferente. El presidente Rajoy no se habría ido. Yo tenía la misma opción que él, repetir las elecciones.

No descarto nada: decidiré si vuelvo en función del país, del partido y de mí mismo. Hay muchos que actúan exactamente al revés: primero piensan en ellos, después en su partido y después en el país

En aquel momento usted le propuso a Carles Puigdemont que asumiera la candidatura a la presidencia y fue investido. A la vez, dejó claro que con el paso al lado no renunciaba a nada. ¿Pero entonces veía también a Puigdemont como sucesor suyo al frente de lo que es ahora el PDeCat?
Yo la decisión que tomé no la tomé pensando en eso, sino en darle una oportunidad al proceso soberanista, este fue el único motivo. No en clave sucesoria, entre otras cosas porque correspondía al partido la decisión. Y además, el propio president Puigdemont, en aquel momento todavía alcalde de Girona, dejó muy claro desde el primer día, desde aquella primera reunión, que él no quería ser candidato a la presidencia.

¿Qué opinión tuvo usted, ante este hecho?
Que lo entendía, lo habíamos hablado en media hora, no habíamos entrado en materia... Él simplemente dejó constancia de esta condición y yo tomé nota. En mi fuero interno pensé que eso era una cosa que el primer día se podía ver así y que al cabo de seis meses se podía cambiar de opinión una vez ejercida la presidencia...

Pero no ha sido así, no ha cambiado...
No, no. Lo he ido constatando a lo largo del 2016, y lo constaté también a finales de año. Es evidente que el president Puigdemont sigue pensando exactamente igual ahora, un año y pico después de lo que me dijo a mí, en enero del 2016, y, por lo tanto, no hay tema. Él ya dejó claro que no sería candidato y no lo será. Candidato a la presidencia.

Hombre, hay tema. ¿Usted puede volver a primera línea?
Lisa y llanamente: yo no descarto nada, porque en el momento que di el paso al lado quedé liberado de cualquier condición de irme dentro de un plazo concreto. ¿Cómo actuaré? Eso es lo importante, porque ahora no puedo ni confirmar ni desmentir lo que me preguntan. Pues, como creo, modestamente, que he actuado hasta ahora: primero pensaré en el interés de Catalunya, segundo en el interés del Partit Demòcrata y, tercero, pensaré en mí. Por este orden. Y tomaré una decisión en función de eso. Hay muchos que actúan exactamente al revés: primero piensan en ellos, después en su partido y después en el país.

¿Está satisfecho de cómo se ha desarrollado el proceso de refundación de la antigua Convergència?
Decir que estoy satisfecho daría una impresión de que hemos hecho todos los deberes, y no es real. Estoy esperanzado, ilusionado, en que todo este espíritu fundacional que mueve el Partit Demòcrata irá bien. El partido está renaciendo, y eso no se hace en tres meses, y más todavía con las dificultades objetivas que hemos encontrado. Pero tengo esperanza, ilusión y confianza en que irá bien. Y tiene que ir bien porque hay mucha gente que en este momento se siente huérfana, necesita una referencia de futuro. Este vacío lo tiene que llenar el Partit Demòcrata, el PDeCAT.

Da la impresión que la antigua Convergència ha pagado un precio muy alto por el procés.
Es cierto, pero también lo habría pagado si no nos hubiéramos puesto al frente.

Finalmente, la CUP ha decidido dar el sí a los presupuestos. ¿Cómo lo valora?
El voto de la CUP permite dos cosas. Una, que el dinero se quede en Catalunya y no en la caja de Montoro. Y dos: hacer el referéndum y dar sentido al plebiscito del 27 de septiembre del 2015 y a la mayoría absoluta del Parlament para llegar a las puertas de la independencia.

Pese a ello, la CUP les acusa de hacerles chantaje con las cuentas y avisa de que la condición es que el referéndum se haga o habrá elecciones...
No hace falta plantearlo como condición porque el referéndum se convocará. Y no se puede confundir el chantaje con el ejercicio de responsabilidad y coherencia con el voto recibido.

¿Cree, por tanto, que Puigdemont y Junqueras podrán convocar el referéndum?
Creo que sí. Que el Govern de la Generalitat y el Parlament convocarán el referéndum. Y no sólo convocarlo, sino que después se tiene que hacer. Siempre digo que un referéndum, para que lo sea, se tiene que hacer con unas condiciones y garantías tales que la comunidad exterior lo acepte o lo reconozca como tal. Es el punto más delicado, pero me consta que el gobierno de Catalunya está trabajando a fondo y espero que encuentre la solución para que se convoque y se haga con las condiciones y garantías que hace falta para que sea reconocido.

¿Qué le hace pensar que no volverá a pasar todo lo que pasó con el 9-N, de nuevo?
Pues que tenemos la experiencia del 9-N, que también la tiene el Estado...

El Estado reaccionará otra vez, habrán todas las dificultades que usted ya tuvo...
De la misma manera que el 2014 las llaves de todo las tuve que encontrar yo, con mi gobierno, y por eso estamos en la situación que estamos, y aquella vez hubo urnas, con una gran participación, confío en que el actual Govern también encontrará las llaves para hacer lo que se tiene que hacer este 2017. Y esta vez lo que toca es un referéndum en toda regla.

¿Por qué no convocó usted un referéndum vinculante el 9-N?
Porque en aquel momento yo entendí que si hacíamos un referéndum vinculante, no haríamos el referéndum y no habría urnas. No teníamos una mayoría a favor de la independencia en el Parlament. Teníamos una mayoría de Convergència y Unió con Esquerra Republicana, pero no nos habíamos presentado a las elecciones del 2012 diciendo "independencia". Nos habíamos presentado diciendo "consulta", "derecho a decidir", y teníamos una gran mayoría a favor de eso. Intentamos hacer un referéndum acordado, que no fue posible porque el Estado se negó, absolutamente, recuerden aquella imagen de Jordi Turull, Marta Rovira y Joan Herrera en el Congreso de los Diputados. Lo mismo que ahora pide el president Puigdemont lo pedimos en abril del 2014. Entonces convoqué una consulta para el 9-N. Ya no era un referéndum, era una consulta de acuerdo con una ley del Parlament. Y cuando nos anularon la consulta, como el propósito era "ejerceremos el derecho a decidir" y habrá urnas, este era el objetivo, lo llamamos "proceso participativo". Las papeletas eran las mismas y por primera vez posibilitaban votar a favor de la independencia de Catalunya. Ahora, después del plebiscito, tenemos mayoría absoluta en el Parlament para llegar a las puertas de la independencia. Y si no podemos dar el paso siguiente en este momento, es porque no pasamos del 50% de los votos en septiembre del 2015.

El paso siguiente es la proclamación de la independencia...
Si tenemos la mayoría social suficiente sí, sabiendo que la proclamación de la independencia, en último término, acaba siendo siempre un proceso negociado, siempre.

Me consta que el gobierno de Catalunya está trabajando a fondo para que el referéndum se convoque y se haga con las condiciones y garantías necesarias para que sea reconocido

Si tenemos fuerzas suficientes a favor del Estado catalán, de la independencia, eso acaba en una negociación, con Madrid y Bruselas

¿Cree que "este es el año", como dijo el president Puigdemont?
Confío en que sí. Después de cinco años se ha hecho ya todo el trabajo para llegar a este punto. No tendría mucho sentido alargarlo más. El trabajo básico está hecho. Y hay una parte del trabajo que no se puede hacer hasta que no seamos un Estado. Este no es el problema principal. El problema principal es: ¿tenemos la fuerza interna y suficiente de país, la determinación, el coraje y la inteligencia para llegar al punto en que Catalunya tenga una mayoría clara a favor del Estado catalán, a favor de la independencia? ¿Sí o no? Estamos aquí. Pero si las fuerzas son suficientes, eso acaba en una negociación, con Madrid y Bruselas. Por eso hay que tener la fuerza suficiente, porque si no, no se sientan ni a negociar.