Semana complicada para Ciudadanos, pero especialmente para Inés Arrimadas. El que empezó como un manifiesto firmado por 30 cargos importantes, se ha acabado convirtiendo en una convocatoria de una asamblea extraordinaria donde pondrá a disposición de la militancia su lugar como presidenta del partido después de que más de 400 militantes firmaran en menos de cinco días este documento donde se le acusaba directamente de ser la culpable (ella y su Ejecutiva que ya ha sufrido las primeras bajas) de la situación de la formación, que según las encuestas podría desaparecer también del Congreso o quedarse con solo un diputado. Así, según ha publicado el diario ABC, Arrimadas convocará un congreso extraordinario en el que se decidirá el futuro del partido, aceptando la petición de los más críticos con ella. Todavía no hay una fecha fijada, pero todo apunta que sería enero del 2023, y la intención de la política sería exponerlo el lunes en la próxima reunión de la Ejecutiva.

Mirando hacia las municipales

Arrimadas pone así la directa mientras tiene un equipo trabajando para la refundación del partido, algo que los críticos lamentaban que se centrara solo en detalles como el nombre, el logo o el color del partido y no tuviera una mirada más amplía que pasaría también por poner en duda el papel de la catalana. Hace falta tener en cuenta que este congreso se produciría pocos meses antes de la celebración de las elecciones municipales y autonómicas en algunas regiones, unos comicios clave para el partido, ya que se juegan conservar posiciones como la vicealcaldía de Madrid, que ahora pertenece a Begoña Villacís. La de la capital española no era la única que había asumido Cs después de pactos con PSOE o PP, pero en el caso de Zaragoza o Alicante, las vicealcaldesas formaron parte del primer grupo a firmar el manifiesto contra Arrimadas. Además, a finales de año está previsto que Pedro Sánchez convoque las elecciones generales.

Con este contexto tanto complicado, la gran pregunta es si Arrimadas se presentaría a la reelección. Desde el primer momento, después de las elecciones de Andalucía donde el partido perdió a 21 diputados, consejeros autonómicos e incluso la vicepresidencia, la política aseguró (con la boca pequeña) que pondría su cargo a disposición de las bases de Cs, algo que hasta la convocatoria de este congreso no se había planteado como una opción real.

Arrimadas desvía la mirada hacia Alsasua

De momento, en medio de esta crisis sin precedentes desde que llegó a la presidencia del partido después de la dimisión de Albert Rivera, Arrimadas ha optado por jugar a una carta fácil y a la cual le gusta recurrir de vez en cuando. Así, el viernes se plantó en Alsasua, conocido municipio navarro por el encarcelamiento de un grupo de jóvenes que se pelearon con agentes de la Guardia Civil que se encontraban fuera de servicio en un bar en octubre del 2016, algo que el fiscal describió como terrorismo. A esta concentración no solo fue Arrimadas, sino que también contó con la asistencia de Carlos Carrizosa, diputado la Parlamento de Catalunya, entre otros.