Se suele decir que el PP ha sido una fábrica de independentistas pero se suele olvidar la contribución del PSOE (y de un cierto PSC) a la causa de la desconexión mental, y algún día material, de los catalanes de España. Sin el papel jugado por el socialismo hispánico tampoco se entendería dónde estamos –y dónde están: dónde está España y dónde están los socialistas, si es que están en algún sitio–. Sin Alfonso Guerra, que ha resucitado de su dorada jubilación después de 37 años como diputado en el Congreso para recordar que el artículo 155 de la Constitución, el que permite suspender las autonomías sediciosas, por algo lo pusieron, y Catalunya está haciendo todos los méritos para estrenarlo.

El otro día me preguntaban en Twitter qué pinta Alfonso Guerra a estas alturas de la película. Pues bien, Guerra fue respecto de Felipe González lo que Íñigo Errejón ha querido ser de Pablo Iglesias, pero al revés. Figura que "Arfonzo" era el guardián de la auténtica esencia del PSOE, los 100 años de honradez y autenticidad de izquierdas que entró en la Moncloa en 1982, la (teórica) compensación por el siniestro tejerazo. El "cambio".

Guerra era el de los "descamisaos", es decir, los del PER y las subvenciones que figura que aún controla Susana Díaz; y Felipe –aparte que, como decía una periodista veterana de La Vanguardia que lo conoció de joven, en la universidad de Sevilla, estaba "como un tren"– era el de los "espavilaos", los que se han cargado a Pedro Sánchez: ya saben, aquello que se llamó la beautiful socialista, el mundo Prisa, y los mexicanos, sobre todo estos Slims con los que González todavía se va de farra.

Guerra era el de los "descamisaos" que figura que aún controla Susana Díaz y Felipe era el de los "espavilaos" que se han cargado a Pedro Sánchez

Felipe era César y Guerra era el Papa Negro del socialismo español, algo así como lo que es ahora José María Aznar en el PP. "Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla". Guerra, filósofo, librero, poeta, y hermano de Juan, pionero en el gran cenagal de corrupción socialista de los años noventa, fue número dos de Felipe en el partido y el gobierno de España y líder durante muchos años de la facción guerrista (o auténtica) del PSOE. Que fuera Narcís Serra quien lo relevara en la Moncloa al frente de un putsch de la familia renovadora que, en realidad, nunca lideró, contribuyó a hacer de Guerra, también, el Vidal-Quadras del socialismo español: pura hiel ultrajacobina, pura vaharada ultracentralista contra el nacionalismo catalán y el catalanismo en general.

Guerra culminó su carrera al servicio de la España atada y bien atada de Franco y Juan Carlos cepillando el Estatut de Catalunya en el Congreso en el 2006

Teóricamente apartado de la primera línea, Guerra culminó su carrera al servicio de la España atada y bien atada legada por Francisco Franco al rey Juan Carlos –esta España que, agónica, todavía se permite excepciones a los tribunales con infantas corruptas–, como presidente de la comisión constitucional del Congreso, órgano que cepilló el Estatut del 2006. Efectivamente, el 8 de abril del 2006, en un acto con las juventudes socialistas en Barakaldo (Vizcaya), un feudo histórico del PSOE obrerista, "Arfonzo" se vanaglorió de que el plan del lehendakari Ibarretxe "lo cepillamos" antes de que entrase en la comisión (fue rechazado por el Congreso) y "el otro (el Estatut) lo cepillamos como un carpintero a la comisión".

La pasada por el cepillo –el primer gran recorte del texto estatutario– abrió camino al posterior hachazo, el del Tribunal Constitucional, en el 2010, delante de las narices de José Luis Rodríguez Zapatero –"Apoyaré el Estatuto que apruebe el Parlament"–. Y de un PSC que, en el peor momento del PSOE, o sea, ahora, ha aceptado votar en las primarias para elegir al líder del "partido hermano" previa identificación de sus militantes en un censo como si fueran apestados y  "consensuar" su política de pactos en Catalunya. Miquel Iceta, como siempre por puro instinto de supervivencia, ha aceptado a la gestora del PSOE el PSC sometido a Ferraz que toda la vida ha soñado Alfonso Guerra.

Iceta, como siempre por puro instinto de supervivencia, ha aceptado a la gestora del PSOE el PSC sometido a Ferraz que toda la vida ha soñado Alfonso Guerra

¿Que qué pinta Alfonso Guerra? Podría ser que pronto volvamos a verle la cara negra a la Transición española, como se la vimos en el 23-F o en la sentencia, el golpe constitucional del TC contra el Estatut. Ahora, Guerra le explicará a la derecha, a esa "derecha" con la que se llenaba la boca como Fraga se la llenaba de España, cómo hacerlo, cómo se aplica el artículo 155 de la Constitución para suspender la autonomía en Catalunya. "Arfonzo, dale caña al Puidemón".