El director de la oficina del president Carles Puigdemont, Josep Lluís Alay, ha manifestado esta noche al programa 3/24, que la polémica sobre los espías rusos no son nada más que "historias de fantasmas" situadas "en medio del duelo Espanya-Catalunya y Estados Unidos-Rusia".

Alay, que ha acusado el artículo de The New York Times de estar lleno de "contradicciones", ha reivindicado el derecho a mantener contactos con Rusia porque quieren mantener contactos con todas las potencias. "Yo no fui a Rusia a buscar una salida al problema, nosotros vamos allí porque es una gran potencia. Eso sí, nuestra mente es en clave independentista y lo sigue siendo. Y para crear un estado independiente hay que tener relaciones con todos los estados del mundo, también las dos potencias", ha indicado.

El jefe de la oficina de Puigdemont ha recordado que también Alemania mantiene contactos con Rusia, y eso es aceptado con normalidad, como ahora que ha pactado una nueva canalización para el consumo de gas. En el caso de España, cree que hay un intento del Gobierno de asustar a la UE con los catalanes, pero que no sale adelante porque ya lo ha intentado otras veces. "Son historias de fantasmas que Madrid intenta explotar para provocar dudas en Bruselas sobre el movimiento independentista catalán", ha añadido.

Respondiendo a preguntas del periodista Xavier Grasset, Alay ha apuntado que no se siente utilizado por los rusos, en toda esta polémica creada por la filtración al rotativo norteamericano. "Algunas de las personas con las que me veo y tengo buena relación en Moscú lamento que ahora hayan quedado en medio del duelo Espanya-Catalunya y Estados Unidos-Rusia", ha apuntado.

El jefe de la oficina de Puigdemont ha dado por hecho que la información del diario norteamericano ha salido "o bien de la Guardia Civil o del juez". "Eso no es propio de un Estado de derecho", indicó. "¿Cómo podemos criticar a Rusia viviendo en un Estado como en el que estamos?. ¿Qué es esta hipocresía?. No puedo ir a Rusia a dar lecciones por sus presos políticos, si yo también los tengo. Es lo que le pasó a Borrell con el ministro de Exterior ruso", ha añadido.

Alay ha explicado que sólo ha ido una vez a Moscú como jefe de la oficina de Puigdemont, de la misma manera que viaja a otros países, para establecer contactos. "Allí fui una vez, con el señor Alexander Dimitrienco. Allí vamos a hablar de qué les interesa de un Estado catalán en un futuro. Alemania también ha hablado con Russia por su canal de gas, y nosotros podemos hablar de qué necesidades energéticas puede tener Catalunya en el futuro. Es normal hablar de estas cosas, para alguien que quiere un Estado independiente", ha insistido.

Alay ha recordado que Dimitrenco es un empresario ruso que vive en Catalunya, que habla catalán, y que se ha mostrado favorable a la autodeterminación. Ha añadido que fundó CatRus, que quería ser una cámara de empresas catalanas y rusas. "Entra dentro de la normalidad este contacto, como los que tenemos con empresarios alemanes", ha apuntado.

Según ha indicado, el viaje a Moscú era para preparar una posible visita del president, que había sido invitado por uno importante medio de comunicación. "Al final no se hizo. Yo he mantenido contactos sobre todo con medios de comunicación", ha manifestado.

También ha detallado que el contacto con el nieto del exministro Primakov, que es "un periodista con gran reputación" sirvió para que concretara una entrevista televisiva a Puigdemont en octubre del 2019. Y ha revelado que la televisión rusa resistió las presiones españolas para que no se emitiera, al contrario de lo que ha pasado con algunos canales de la UE, que se doblaron a la presión de Madrid.

Alay ha recordado que después del 1-O y de la declaración de independencia, cuándo Puigdemont se estableció en el exilio en Bélgica se puso en marcha la "maquinaria internacional". Ha recordado que el presidente visitó Dinamarca, hasta que el recorrido se frenó en Alemania con la detención, y la ha atribuido a la voluntad española de parar este despliegue.