El ataque de un españolista al presidente Carles Puigdemont en el aeropuerto de Viena, cuando iba a buscar el avión para volver a Bruselas, ha llegado a la prensa de Austria. El diario Kurier ha hecho pública la situación que vivió el presidente en el exilio al visitar el país para dar una conferencia en la Central European University. Según recoge el medio austríaco, Puigdemont "fue golpeado e insultado en el aeropuerto de Viena" después de viajar a la ciudad "desde su exilio para dar una conferencia sobre la situación política a Catalunya".

"Según sus propias declaraciones Carles Puigdemont recibió un golpe a la espalda de alguien, que le gritó en castellano al pasar: ¡A la prisión! La persona huyó sin "tener el valor de mostrar la cara", ha hecho constar el diario. Además, el Kurier ha destacado que, según la opinión de Puigdemont, "el ataque fue una muestra de descontento por la buena acogida que supuestamente recibió en Austria con respecto a los esfuerzos independentistas de Catalunya". El diario también ha informado de que el abogado de Puigdemont, Gonzalo Boye, "ha apuntado que, por ley, Puigdemont tiene derecho a escolta" y ha subrayado que el jefe de la oficina del presidente en el exilio, Josep Lluís Alay, asegura que "en muchos viajes internacionales nos encontramos con españoles que insultan al presidente Puigdemont".

Para contextualizar quien es Carles Puigdemont, el medio ha recordado que es "el expresidente autonómico de Catalunya y entonces jefe del partido Junts per Catalunya", el cual "celebró en el 2017 un referéndum de independencia a pesar de la prohibición de la justicia española. Salió de España para evitar el procesamiento. Algunos de sus compañeros de la época fueron condenados a largas penas de prisión".

Puigdemont viajó a Austria para dar la conferencia 'La lucha para alcanzar el estatus de Estado y la soberanía en Europa: el caso de Catalunya' a la Central European University. Ante una gran asistencia, Puigdemont explicó la experiencia del referéndum del 1 de Octubre y defendió que "la revolución catalana es radicalmente democrática". El presidente dejó claro que el movimiento independentista "no es una revolución nacionalista típica con un fuerte componente étnico y aquella regla de 'una nación, una lengua'". "No nos hemos complicado la vida de esta manera tan sólo para replicar España a un nivel más pequeño, cambiando el nombre y la bandera pero manteniendo un Estado anticuado," destacó.

El presidente también subrayó que el independentismo quiere abandonar las prácticas antidemocráticas españolas y crear un modelo mucho más inclusivo y permisivo. "Que nadie sea enviado a la prisión por sus opiniones políticas, o para cantar canciones en contra del rey. Que no se espíe su población y que la monarquía no sea sacrosanta", concluyó.