La primera gran demostración de fuerza tuvo lugar el 8 de septiembre de 1989. Se celebraba la ceremonia de inauguración del remodelado Estadio Olímpico de Montjuïc y del Mundial de Atletismo. Estaban todas las autoridades, desde el president Pujol y el alcalde Maragall hasta los reyes de España y el presidente del Comité Olímpico Internacional. También había decenas de medios internacionales, incluida una cuarentena de cadenas de televisión. Así resumió al día siguiente lo que pasó el diario El País: "Pujolistas e independentistas boicotean la apertura del estadio Olímpico". En un comentario editorial lo comparaba con Herri Batasuna, partido que entonces daba apoyo a la lucha armada.

Concretamente eran unos 500 militantes nacionalistas, de varias organizaciones como la Joventut Nacionalista de Catalunya (JNC) –la juventud de CDC y hoy del PDeCAT-, las Joventuts d'Esquerra Republicana de Catalunya (JERC), la Federació Nacional d'Estudiants de Catalunya (FNEC), Òmnium Cultural o la Crida a la Solidaritat. Los nombres de algunos de los organizadores de lo que pasaría allí son bastante conocidos, desde Jordi Pujol Ferrusola hasta Joaquim Forn.

Aquel día se dirigieron al estadio con miles de banderas catalanas (incluida una de 25x15 metros, que no pudo entrar). El dispositivo de seguridad era tan grande –unos 2.000 policías- que las crónicas del día siguiente bromeaban con el retraso de media hora de los reyes españoles, que los debían estar registrando. Sin embargo, pudieron entrar un mar de banderas, que repartieron, así como pancartas con el lema Freedom for Catalonia ('Libertad para Catalunya'), algunas de ellas por piezas. También entraron octavillas con esta inscripción a un lado y Catalonia Is an Oppressed Nation ('Catalunya es una nación oprimida') en el otro. La Crida también distribuyó miles de silbatos.

Como en las finales de Copa de estos últimos años, los reyes llegaron al palco de autoridades acompañados del himno español. Y también como en las finales de Copa, la respuesta del público fue una fuerte pitada. El diario Sport la describió como "monumental" y que fue hecha "por parte de los 45.000 asistentes". La Vanguardia explicaba también el lanzamiento de octavillas y la aparición de alguna estelada, "que la policía retiró de manera violenta". La pitada se duró todos los parlamentos, también el del alcalde Pasqual Maragall.

Televisión Española, que retransmitía la ceremonia, decidió repentinamente cortar la conexión en directo y reproducir unas imágenes de archivo, de la inauguración del Estadio en 1929 por parte del rey Alfonso XIII. De nada sirvió, porque al día siguiente todos los diarios se hacían eco, tanto los de Barcelona como los de Madrid.

Aquella bandera inmensa que no pudo entrar la llevaban Joaquim Forn, Marc Prenafeta y Laura Masvidal. Prenafeta recuerda que los retuvieron. Llovía mucho. Los llevaron a un cuartelillo que tenía la Guardia Civil fuera del estadio. Los dejaron fuera, a la intemperie, bajo la lluvia durante dos horas. "Cada vez que entraba un guardia civil, se lavaba las botas sucias de barro en la bandera, y nos decían 'mira qué hacemos cono vuestra bandera de mierda'", relata Prenafeta. Fueron denunciados por desacato a la autoridad y desorden público, pero acabaron siendo absueltos.

"Como veíamos venir que los Juegos Olímpicos del 92 estarían españolizados, unos años antes nos organizamos. Fue una especie de entrenamiento", describe Prenafeta, hijo de quien fue secretario de la Presidencia Lluís Prenafeta. "Éramos un grupo bastante activo que al principio nos habíamos dedicado a derribar todos los toros que había en las autopistas, y habíamos creado un núcleo de gente bastante unido por temas patrióticos", añade. Ensayaron en el salón de actos de La Salle Bonanova, que se lo cedió.

Marc Prenafeta: "Éramos un grupo bastante activo que al principio nos habíamos dedicado a derribar todos los toros que había en las autopistas"

"El 8 de septiembre del 89 marca la diferencia, porque allí, a pesar de todos los controles, conseguimos montar un buen pollo", asegura Campuzano 28 años más tarde. Señala que es entonces cuando todos los grupos nacionalistas empiezan a cerrar filas, aparcando las diferencias y tensiones. "Para el mundo nacionalista, los Juegos tenían dos perspectivas: riesgo de españolización y oportunidad de internacionalización", defiende. El objetivo era conseguir unos Juegos lo máximo de catalanes posible.

La decisión de actuar en el Estadio Olímpico fue tomada en menos de dos semanas. La reacción a aquella protesta fue inmediata. En su parlamento, el presidente de la Federación Internacional de Atletismo, Primo Nebolio, se vio obligado a disculparse para hablar en castellano y no en catalán. Los jóvenes nacionalistas tomaron nota de todo lo que pasó allí. Las semanas y meses siguientes fueron de llamadas y encuentros. Había que pensar en los Juegos Olímpicos que se celebrarían en tres años.

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Del Estadio Olímpico a Acció Olímpica

A partir de entonces, el Freedom for Catalonia fue cogiendo más presencia. Se podía ver el lema en pancartas en los partidos de rugby de los Barcelona Dragons, en los de baloncesto del Barça y la Penya de Badalona y en los de fútbol del Barça, tanto en Barcelona como en desplazamientos al extranjero. A medida que tomó vuelo, se hizo patente la necesidad de una infraestructura mínima. Nació así la Secció Acció Olímpica d'Òmnium Cultural a principios del 91. El núcleo principal de acción hasta entonces eran todos miembros de esta entidad. Se crearon cinco áreas de trabajo: económica, compra de entradas, movilización, medios de comunicación y actividades a hacer.

La presentación oficial de Acció Olímpica, ya como plataforma unitaria, no se produjo hasta el 3 de febrero de 1992, en un acto en el Colegio de Abogados de Barcelona. Además de recibir el apoyo de las organizaciones nacionalistas, también contó con la adhesión de más de 600 ayuntamientos de todo el país y 500 entidades. Entre las primeras personalidades adheridas estaban mossèn Ballarín, el escritor Avel·lí Artís Gener (Tísner), el poeta Miquel Martí y Pol, la periodista Pilar Rahola, el humorista Joan Capri, el motociclista Àlex Crivillé y los jugadores del Barça Txiki Bergiristain y Pep Guardiola. Entre el público, Marta Ferrusola, mujer del president de la Generalitat.

Entre los primeros adheridos a Acción Olímpica había mosén Ballarín, Pilar Rahola, Miquel Martí i Pol, Joan Capri y Pep Guardiola

Presentaron un manifiesto que perseguía un triple objetivo: movilizar a la ciudadanía con motivo de los Juegos Olímpicos, arrancar compromisos de las instituciones involucradas en la organización (presencia digna del himno, la bandera y la lengua) y coordinar ideas, acciones e iniciativas. Entre las reivindicaciones estaba, por ejemplo, que la delegación catalana estuviera diferenciada de la española durante el desfile. Esto no se logró.

Marc Prenafeta explica que el lema Freedom for Catalonia surgió en una reunión con su padre Lluís Prenafeta (que no sabía mucho inglés), Jordi Pujol Ferrusola y con Joaquim Forn. Las ideas iniciales eran otras, pero Prenafeta padre pidió algo más suave. El eslogan se inspiraba también en otras campañas de la época, como el Freedom for Mandela de la sección británica de Amnistía Internacional. También lo utilizaban en la Europa del Este con la caída de la Unión Soviética (Freedom for Slovenia, for Ukraine...).

La llegada de la llama

Como cada cuatro años, la llama de los Juegos Olímpicos parte de Olimpia (Grecia). Allí, el 5 de junio de 1992, ya había una delegación de Acció Olímpica, con sus pancartas de Freedom for Catalonia. El estadio y la ciudad estaban decorados solo con banderas griegas y españolas. Oriol Creixells, Albert Jiménez, Josep Maria Figueras y Pere Oliva repartieron hojas en inglés donde decía "Have a nice trip tono Catalonia" ('Que tengáis un viaje agradable a Catalunya'). Detrás se explicaba qué es Catalunya, con una referencia al significado de 1714.

A la llegada de la llama a Catalunya, a través del puerto de Empúries el 13 de junio, también la esperaba una delegación todavía más numerosa de Acció Olímpica. De hecho, al barco que llevaba la antorcha lo acompañaban varias embarcaciones de vela latina, que desplegaron el Freedom for Catalonia ante las autoridades. Una vez en tierra, un activista consiguió burlar la seguridad y colgar una pancarta en el pebetero.

Al barco que llevaba la antorcha lo acompañaban varias embarcaciones de vela latina, que desplegaron el Freedom for Catalonia

Probablemente, el recorrido de la antorcha olímpica es el que dejó más imágenes de la campaña. Allí donde iba la recibían los jóvenes nacionalistas con banderas, esteladas y pancartas. A su paso por Banyoles, ciudad tradicionalmente independentista, se desplegó un fuerte dispositivo de seguridad. "La presencia de tanquetas y numerosos vehículos de las fuerzas antidisturbios de la Guardia Civil en las calles de la población causó estupor entre los vecinos​", relataba El País. El paso de la antorcha por Montserrat fue otro de los puntos álgidos.

El papel de la JNC en el recorrido de la antorcha es destacable. Probablemente era la organización con una mayor implantación en todo el territorio. "Había otros grupos, pero el que aportaba más gente en el territorio éramos nosotros. Procuramos que en todo el recorrido de la antorcha olímpica hubiera activistas, esteladas y pancartas," explica Carles Campuzano. "Nuestra gente en el territorio tenía la consigna de estar activa, tanto el día de la llegada de la llama a Empúries como después".

Las negociaciones con el Ayuntamiento

Muchos de los protagonistas de aquella campaña coinciden en que el alcalde Pasqual Maragall no era el líder catalanista en el que se convirtió años más tarde. "Inicialmente, el Ayuntamiento intentó diluir la catalanidad de los Juegos", afirma Joaquim Forn, que recuerda cómo el consistorio distribuyó masivamente banderas de la ciudad, "que además no llevaban ni el escudo correcto". En la misma línea, Marc Prenafeta dice que en aquel momento puso muchos obstáculos: "Se volvió catalanista después, cuando fue presidente. Cuando era alcalde tanto le daba. Después no".

Sin embargo, el gobierno municipal entendió pronto el alcance de la campaña y se sentó a negociar con sus miembros. Uno de los más activos era Jordi Sànchez, hoy presidente de la Assemblea Nacional Catalana y entonces portavoz del movimiento Crida a la Solidaritat. "La campaña de presión indudablemente los condicionó mucho", sostiene el dirigente soberanista.

"Recuerdo todavía una sesión de trabajo con Enric Truñó [concejal de Deportes] donde nos enseñaban diapositivas de cómo podría ser la presencia de la bandera catalana en el desfile", explica Sánchez, que añade. "También recuerdo otras reuniones concretas, donde hablábamos de qué pondría en las pantallas, en qué idiomas, los segundos que tocarían el himno...".

Jordi Sànchez: "Recuerdo reuniones concretas, donde hablábamos de qué pondría en las pantallas, en qué idiomas, los segundos que tocarían el himno..."

El 12 de junio el president Pujol y el alcalde Maragall presentaron una declaración conjunta, que recogía algunos de los reclamos para catalanizar los Juegos. El catalán sería uno de los cuatro idiomas oficiales (con inglés, francés y castellano), en situación de paridad. Els segadors se interpretaría junto con el himno español en las ceremonias de inauguración y clausura. La bandera catalana y la de Barcelona también estarían presentes. "Nuestros símbolos estarán presentes en todos los actos en el nivel y dignidad que les corresponde", decía la declaración.

Jordi Sànchez recuerda una anécdota. A dos días del inicio de los Juegos había la gala olímpica en el Liceu. Todavía no se habían cerrado las negociaciones con el Ayuntamiento de Barcelona (se cerraron aquel mismo día en el restaurante La Pèrgola, ante las fuentes de Montjuïc). Tuvieron acceso a más de 150 entradas, que no quisieron utilizar. Pero fueron a ver al equipo del alcalde y le dijeron que, si quisieran, podrían dinamitar la ceremonia. Finalmente, consiguieron acceso a la villa de los periodistas, donde repartieron una revista que habían editado en inglés.

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El papel polémico del president Pujol

Una de las situaciones más complicadas era la de Jordi Pujol, que era duramente criticado por la oposición y por la prensa. Al mismo tiempo que era president de la Generalitat –institución que formaba parte del comité organizador-, las juventudes de su partido e incluso sus hijos participaban de la campaña Freedom for Catalonia. Estaba en una lado y en el otro. Las fuentes consultadas apuntan que la Generalitat como institución no estaba directamente involucrada en la iniciativa, pero que el president Pujol estaba informado y que había alguna reunión de carácter informal.

"Nos ayudaron indirectamente, pero sin saber los detalles", admite Marc Prenafeta, que añade: "Ellos no sabían si pondríamos Freedom for Catalonia u otra cosa, si silbaríamos al rey o qué haríamos. Procuramos que no lo supieran. Pero evidentemente sabían que había una campaña, que necesitábamos algún recurso...". La campaña tampoco era excesivamente cara. Las familias de la burguesía catalana próximas al nacionalismo colaboraron.

"El president Pujol lo sabía", confirma Carles Campuzano, que recuerda que el president de la Generalitat le llamó "dos o tres veces" para preguntarle cosas como si había más banderas catalanas o españolas en las calles. "Es evidente que compartía la misma preocupación que el mundo nacionalista sobre el riesgo de españolización de los Juegos, y también la oportunidad de internacionalización".

Catalanizar, no boicotear

A diferencia de parte de la izquierda independentista (que fue fuertemente reprimida por el Estado), los impulsores del Freedom for Catalonia sí querían los Juegos. "Una idea que descartamos fue la de desplegar en la tribuna de autoridades una pancarta el día de la inauguración de los Juegos. Se podría interpretar mal, como si boicoteáramos", explica Joaquim Forn, hoy conseller de Interior. "Nunca quisimos ir en contra de los Juegos, sino simplemente aprovechamos una efeméride de gran impacto internacional para reivindicar que Catalunya es una nación y que tenía derecho a convertirse en Estado".

Joaquim Forn: "Nunca quisimos ir en contra de los Juegos, sino simplemente aprovechamos una efeméride de gran impacto internacional"

"El mundo nacionalista decidió que, ante el riesgo de españolización de los Juegos, había que convertirlo en una oportunidad para internacionalizar nuestra causa nacional", asegura Carles Campuzano, entonces secretario general de la JNC. "Nuestra obsesión fue aprovechar la ventana que suponía Barcelona 92 para explicar en el mundo que éramos una nación", añade.

El escritor Vicenç Villatoro, adherido a Acció Olímpica, destacaba en aquellos años la ilusión que había por los Juegos. "Cualquier cosa que se pudiera interpretar como un boicot a los Juegos, como una excentricidad en contra de los Juegos, habría sido mal vista y habría recibido el rechazo del conjunto de la ciudadanía, que esperaba demostrar a través de una organización impecable y de una acogida cálida nuestra incorporación absoluta y activa a la modernidad", escribía Villatoro en el prólogo de Nacionalisme i Jocs Olímpics del 1992 (Columna, 1994), de Joan Crexell.

Campaña exitosa

Algunas de las acciones previstas no pudieron llevarse a cabo. Dos actores de la Fura dels Baus llevaban escondidas pancartas de Freedom for Catalonia, que fueron descubiertas ocho minutos antes de la ceremonia de inauguración. También se habría intentado sabotear la señal televisiva olímpica, pero el técnico involucrado se habría echado atrás en el último momento. A pesar de todo, sus protagonistas hacen un balance muy positivo 25 años más tarde.

"Hay toda una serie de cosas que solo fueron posibles porque establecimos esta vía de presión y negociación. Y al final la imagen que proyectó Barcelona al mundo no era la de una capital español, sino la imagen de la capital de un país", defiende Jordi Sànchez. "Demostramos ser capaces de revertir decisiones que ya se habían tomado y tener una mínima presencia de nuestra cultura, de nuestra lengua y de nuestros símbolos en los Juegos", sostiene Joaquim Forn.

Muchos de los que entonces estaban al frente de las pancartas de Freedom for Catalonia hoy están al frente del movimiento independentista

La campaña funcionó a nivel interno. Una anécdota lo ilustra muy bien. El día de la clausura de los Juegos, el 9 de agosto, el diario El Observador publicó un balance de la llamada "guerra de banderas" en los balcones. Cogió como muestra diez calles y plazas de diez distritos de la capital. La victoria fue clara: 55,2% banderas catalanas, 24,1% banderas olímpicas, 19,7% banderas de la ciudad, 0,7% banderas españolas y 0,3% banderas independentistas.

También tuvo cierta repercusión fuera de las fronteras catalanas y españolas, por ejemplo en la prensa internacional. El día de la inauguración de los Juegos, Marc Prenafeta estaba en Inglaterra. Ya se había apartado de la campaña, porque era "un poco escandaloso" que los hijos de Jordi Pujol y Lluís Prenafeta estuvieran metidos. Relata que el locutor de la cadena de televisión explicó qué era la campaña Freedom for Catalonia y dijo que al país que organizaba los Juegos no lo dejaban participar. "Solo por cosas así ya fue un éxito", defiende Prenafeta.

La generación que se ha hecho mayor

Muchos de los que entonces estaban al frente de las pancartas de Freedom for Catalonia hoy están al frente del movimiento independentista, ya sea en la política o en la sociedad civil. Sólo tres ejemplos: Joaquim Forn acaba de ser nombrado conseller de Interior, Carles Campuzano es el jefe de filas del Partit Demòcrata en las Cortes españolas y Jordi Sànchez es el presidente de la Assemblea Nacional Catalana (ANC).

"Es un hecho normal: nosotros teníamos un compromiso con el país y lo seguimos teniendo", reivindica el conseller Forn. "Entonces teníamos veintipocos años y ahora estamos en torno a los cincuenta. Es lógico que aquella misma gente ahora ocupemos responsabilidades políticas y sigamos reivindicado aquello que ya queríamos hace 25 años", añade.

"Los que en aquella época eran jóvenes hoy son adultos y están al frente", constata el diputado Campuzano. "No sé si aquella generación será la que conseguirá la independencia, pero al menos será la que lo intentará. Eso lo veremos pronto".